Ningún sevillista podía imaginar el pasado 6 de noviembre que Gonzalo Montiel iba a hacer vibrar a Argentina y a gran parte del mundo entero con el penalti decisivo en la final del Mundial. El de Rodríguez Catán subió a los altares de la historia de la albiceleste, y de la historia del fútbol mundial dándole el tercer título a Argentina, el primero de este siglo y el primero desde Maradona.

Messi, asumiendo su protagonismo, fue decisivo y logró su cuota de leyenda siendo el faro, el capitán, el guía... Pero Montiel metió el penalti decisivo. Nada que ver. El lanzamiento del sevillista era la liberación, la explosión, el epílogo blanco y celeste del Mundial de los excesos, del dinero por encima de todo, este extraño Qatar 2022.

Montiel, en cambio, ha dibujado en el Sevilla un rendimiento más gris que blanco. Incapaz de arrebatar la titularidad a un incansable Jesús Navas que con 37 años sigue dando guerra, el ex lateral del River Plate tocó fondo en el derbi, cuando una mala decisión estuvo cerca de arruinar la noche de derbi de los nervionenses en el Benito Villamarín en el duelo Pellegrini-Sampaoli.

El lateral que hoy es héroe de todo un país y de gran parte del orbe futbolístico se autoexpulsaba a los 38 minutos con una entrada a destiempo de Alex Moreno que dejaba al Sevilla con diez en el campo y cuando mejor estaba el Betis. Poco después, a los 44 minutos se adelantaba el eterno rival con un tanto, curiosamente, de Jesús Navas en propia puerta.

Después, Fekir niveló con su autoexpulsión ante el Papu Gómez el derbi y hasta llegaría la segunda expulsión de los locales con la de Borja Iglesias, y cuando parecía que era imposible para el Sevilla llegó el empate de Gudelj en ese espectacular trallazo a la escuadra.

Pero el fútbol le tenía guardado un guiño especial (y tanto) al lateral que ganó una Copa del Mundo con un lanzamiento desde los once metros. Mbappé metió tres penaltis; Montiel, sólo uno, pero vale un título de campeón.