Deportes

Brega oscura hasta que el árbitro quiso

  • El asturiano, muy móvil, se desfonda en la presión Un error de Álvarez Izquierdo y el 2-1 empañan su partido

Correr, pelear, desmarcarse, ofrecerse, trabajar e irse a vestuarios antes de tiempo. Esa miscelánea de verbos resume lo que fue el encuentro de Adrián Colunga ayer. El futbolista rojiblanco no estuvo brillante. El choque requería otras cosas y lo entendió. Su participación fue escasa, perjudicado por el fútbol tanto de su escuadra como de la contraria, y no tuvo ninguna opción de anotar su primera diana como granadinista en todo el duelo. Para colmo de males, una desacetada decisión de Álvarez Izquierdo -que estuvo desastroso- le obligó a encarar la caseta antes del final. Sólo participó durante 71 minutos y, salvo perdón del Comité, no saltará a Los Cármenes el sábado ante el FC Barcelona.

El menudo atacante ovetense estuvo gris durante el primer acto, y negro en el segundo. La responsabilidad, a pesar de ello, no fue suya. El excesivo juego directo y la declaración de amor por el balón largo que los suyos efectuaron ayer -algo que Resino ya dejó entrever en su comparecencia previa- impidieron que explotase sus mejores armas. Ni su velocidad, ni su movilidad, ni su calidad dentro del área fueron puestas en escena ante el Levante.

Si en algún instante estuvo cerca de marcar fue en el 34' de encuentro. Y decir 'cerca' parece exagerado. Una gran acción de Bangoura por la derecha, que controló el esférico, se perfiló, aguantó y centró, tuvo como culmen la figura del '17' rojiblanco. Colunga, empero, en lugar de chutar al primer toque, intentó un amago que resultó fallido, y dio al traste con la que sería a la postre su única oportunidad. Ganas no le faltaron; si estuvo carente de acierto es atrevido evaluarlo. Siempre que recibía el cuero lo hacía bastante presionado y en ningún momento gozó de pelotas claras para hacer las delicias de los hinchas rojiblancos.

Pero el peor momento para el casi recién llegado estaba aún por venir. Pasada la hora de choque, Colunga cometió una inteligente falta táctica que cortaba un contragolpe. Consciente de que la amarilla hubiese sido justa, casi al segundo, el delantero se disculpó ante el colegiado. Este, en un desmesurado e incomprensible alarde de autoridad, decidió que una leve patada-zancadilla en la medular era suficiente para la roja. Y se acabó el envite para el astur. No fue su mejor actuación, mas el trencilla y el resultado final empañan todo su esfuerzo.

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios