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Cherchesov, el bigote de la esperanza

  • Rusia se agarra al buen hacer de su técnico para poder dar una sorpresa histórica frente a España

Cherchesov dirige el entrenamiento de ayer de su selección.

Cherchesov dirige el entrenamiento de ayer de su selección. / yuri kochetkov / efe

Seguramente millones de hinchas del fútbol no sepan quién es Stanislav Cherchesov. Y menos si lleva bigote o no.

Pero este señor con cara de pocos amigos, 54 años, antiguo portero y ahora entrenador, es un hombre muy importante en Rusia. Es el seleccionador de la Sbornaya en el primer Mundial de fútbol que organiza el país más grande del mundo.

Es el bigote de la esperanza, como lo definió una campaña que se desató en Rusia en la víspera del Mundial. Miles de hinchas, incluso políticos, se fotografiaron con mostacho para alentar al equipo nacional. "Cualquier ayuda será buena", dijo el propio Cherchesov antes de que arrancara el torneo.

Según los pronósticos, todo le iba a ir mal a Rusia en su Copa del Mundo desde el punto de vista deportivo. La Sbornaya no había ganado en todo 2018 y llegaba a la cita como la peor en el ranking FIFA.

Para sorpresa de muchos, superó la fase de grupos -con un 5-0 sobre Arabia Saudí y un 3-1 ante Egipto- y el domingo se jugará el billete a octavos frente a España en el estadio Luzhniki de Moscú.

"¿Presión? Eso es sólo un término médico", suele repetir Cherchesov a la prensa sobre las expectativas que hay en su selección. No son pocas: tras el triunfo en el partido inaugural frente a Arabia Saudí, al técnico le sonó el móvil. Le hablaba nada menos que Vladimir Putin.

El poderoso presidente ruso quiere que todo salga bien organizativamente en el Mundial. Exigir el título mundial a Rusia sería demasiado por parte de Putin, pero, ¿por qué no soñar con dar el golpe?

"No soy un soñador", aseguró Cherchesov en una entrevista con dpa antes del Mundial. "Puedes soñar cuando estás en el jardín de infantes, pero en el fútbol profesional no soñamos, nos marcamos objetivos. No pienso en el momento después de la Copa del Mundo. Yo pienso en el día a día".

Cherchesov asumió los mandos de la selección rusa tras el fracaso en la Eurocopa 2016. Quedaban dos años para el Mundial y había que reorganizar el equipo. Y se puso manos a la obra.

"Quiero que mi equipo juegue un fútbol como el Bayern de Jupp Heynckes: intenso, diverso y al mismo tiempo sencillo", comentó antes del duelo frente a Egipto sobre su filosofía de juego.

Así es Rusia, un equipo que tiene en la intensidad y el físico sus dos principales armas. Pero hay más.

"Es un entrenador duro que entiende bien el fútbol. Es una persona respetuosa y los jugadores lo admiran", cuenta el ex internacional alemán Kevin Kuranyi, que estuvo a las órdenes de Cherchesov en el Dínamo de Moscú.

Portero con 49 partidos como internacional en Rusia, Cherchesov dirigió a equipos de bajo perfil en su etapa como entrenador. Cuando llegó la llamada de la selección, ni se lo pensó.

Metódico, disciplinado y exigente, no es un técnico especialmente elocuente. Pero su voz grave es muy respetada en el vestuario, aunque a veces no deje de sorprender con ciertos gestos.

"Mi chaqueta es tan bonita que quería que la gente la viera todo el rato", dijo tras el último partido ante Uruguay. Se jugó en Samara a más de 30 grados y Cherchesov no se quitó la chaqueta en todo el partido.

Rusia vive pendiente ahora de Cherchesov y su bigote, de si será capaz de idear un plan para tumbar a España, una potencia futbolística, y soñar con algo grande en su Mundial.

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