Derrota entre charanga y pactos

En un Palacio de Deportes cuya asistencia se vio mermada por el horario del partido, el picante llegó de la mano de políticos, deportistas y algún que otro animador de última hora

15 de abril 2016 - 05:02

Lonas arriba -las que cubren los graderíos altos del Palacio- que el play off ha comenzado. Aunque tampoco es que hicieran falta. Que el primer partido de la serie fuese un jueves a las 21:00 horas no parece la mejor forma de hacer valer el factor cancha. Algunos no han salido del trabajo y otros tienen que acostar prontito a los nenes, que hoy había 'cole'. El calendario, empero, es el que manda y ayer al Covirán le tocó encontrarse una de las entradas más flojas de la temporada en el momento más importante. Al menos apareció la charanga minutos antes de que comenzara el choque para levantar los ánimos al ritmo de 'Pasado pisado' o 'El perdón' de Enrique Iglesias. ¡Temazo! Al mal tiempo buena cara, hombre.

Entre todos los asistentes, algunos ilustres como David Navarro y Alberto González, delegado y secretario técnico respectivamente del Granada CF, o Jordi Joan Mercadé, director del Centro de Actividades Deportivas de la Universidad de Granada. Y también los integrantes del equipo júnior de Unicaja que aprovecharon su participación en el Andaluz que se está disputando en la capital para asistir al partido. Eso sí, al descanso se marcharon. Las baloncestistas locales Belén y Laura Arrojo y el mediocentro rojiblanco Fran Rico tampoco quisieron perderse la cita con la historia del cuadro dirigido por Pablo Pin.

Eso sí, no sólo de deporte vive el hombre. La esfera institucional también contó con representación en el Palacio. Que se lo digan si no a la terna consistorial. Ni Juan García Montero, ni Paco Cuenca, ni Luis Salvador fallaron a su habitual cita con el basket. No lo han hecho en toda la temporada y ahora en play off aún menos. El primero se distraía junto al presidente del Covirán, Óscar Fernández, mientras a unos metros sus otros dos compañeros departían amigablemente. Ahí queda eso. No piensen mal, no tiene por qué ser de pactos. A lo mejor comparaban el Palacio de Deportes con la última pista en la que jugó el Covirán, la del CB Tarragona: se llama El Serrallo (guiño, guiño).

Al Covirán no le iba demasiado bien al descanso. Perdía de cinco, y encima Marzo inauguró el casillero del tercer cuarto con un triplazo sobre la bocina para recordarle al Palacio que a lo mejor su equipo no llega vivo a mayo. Desde luego que no tal y como se estaba desarrollando el choque en aquel momento. A la nimia representación en la grada del cuadro abulense se le ponías los dientes largos cuando a falta de cinco minutos para el último cuarto, Pin tenía que pedir tiempo muerto. La ventaja era de diez.

El paso de los minutos acentuaba el declive y el viento que antaño había hecho sonar las trompetas de la charanga, ahora ayudaba a alguno que otro a silbar el escaso bagaje ofensivo de los nazaríes en la segunda mitad. Unos pocos nada más. Y es que el respetable mostró más que nunca su apoyo incondicional a los rojiverdes. Apenas un conato de reacción bastaba apara que los 3.581 espectadores, siempre según cifras del club, volvieran a creer. Da igual que la diferencia fuera de 11 como de 15. Había que estar ahí y la hinchada nazarí no falló, tal y como lleva haciendo toda la temporada.

No le hizo falta a los jugadores del conjunto verde encomendarse a Santa Teresa. Ellos por sí solos ya se bastaron para sacarle los colores a un pobre Covirán. Es verdad que los visitantes no necesitaron a Santa Teresa pero sí a María Esperanza (Mendoza Holgado), una de los dos colegiados de la contienda. Cuando más se acercaban los locales a la machada, saltaba con alguna jugada polémica que encendía al Palacio.

El resultado final deja la empresa muy complicada. Habrá que correr más, tirar mejor y tener la pizca de suerte que ayer no se tuvo. Habrá que pedalear, que para algo se va a jugar en el pabellón Carlos Sastre. Difícil, sí. Imposible, para nada. Y además hay un factor que hay que tener en cuenta: nadie ha ganado los duelos directos en su propio pabellón. Todo es posible en Ávila... ¿O no era así?

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