El Loja culmina su gesta
Golea al filial del Valladolid y consigue un hito en su historia al plantarse en la división de bronce. Gato dinamita el partido con dos goles y una calidad acorde a la categoría conquistada.
Sonó el We are the champions en el Medina Lauxa, explotó Loja entera gracias a una gesta de las que quedan en la memoria de todos cuantos ayer la vivieron en primera persona. La joven plantilla entrenada por Fernando Estévez dio el do de pecho, respondió al torrente de ilusión que había generado tras su impoluto curso en Tercera y se vistió de bronce por la puerta grande, gracias a una demostración de fe, pundonor y fútbol que le bastó para remontar el 1-0 en contra que se trajo de Valladolid. Es un ascenso plenamente merecido que coloca a Loja en el mapa futbolístico nacional y que, en estos tiempos de malas noticias, despierta una ilusión antes desconocida en el Poniente de Granada.
El equipo de Estévez era consciente de que debía ir a por el partido desde el principio, pues en ningún caso le valía el empate. Además, debía tener mucho cuidado con recibir un gol pues en ese caso estaría obligado a anotar un mínimo de tres. Era el peligro de un resultado totalmente remontable, el 0-1 de la ida, pero fastidioso si el cuadro pucelano perforaba el arco de Avilés. Así que lo mejor, desde el punto de vista psicológico, era olvidarse del partido de Valladolid y apelar al extraordinario rendimiento del equipo lojeño en su estadio durante todo el curso. Estar tranquilos, sobre todo, y no querer meter el segundo antes que el primero.
Es fácil decirlo, pero evitar la ansiedad le cuesta a cualquier futbolista de cualquier categoría. El Loja la gestionó bien, se diría que en los primeros compases hasta pecó de tranquilidad en la zona defensiva, pues se complicó la vida en exceso en alguna acción que acentuó los nervios del graderío, sobre todo a la hora de sacar la pelota. El guión se cumplió desde el principio y en el primer cuarto del choque el cuadro granadino capitalizó el dominio de la pelota y buscó siempre la portería, sobre todo desde lejos. Consiguió recuperar con presteza el cuero y mantuvo alejado de su área a un Valladolid que desde el primer minuto, siempre que pudo, intentó arañarle segundos al reloj.
Con un rival bien replegado y con muchos hombres por detrás de la pelota, al Loja le costó entrar por el centro, aunque la movilidad de Gámiz, Ramiro y Álvaro Santos hizo trabajar a fondo al cuadro pucelano. También era fundamental que interviniera mucho Gato por la derecha, que originó mucho peligro cada vez que entró en juego.
Las ocasiones claras tardaron en llegar, aunque no los intentos de los hombres ofensivos, que esperaron con paciencia y porfiaron en cada acción para lograr el primero. Rubén Peces, de cabeza, abrió las hostilidades en el primer minuto, a quien seguiría Ramiro, que cedió atrás para nadie en una buena posición (5'), o Gato (6'), que se quedó sin campo tras desbordar por su flanco. Faltaba claridad, se amagaba sin dar, pero la continuidad en las acciones permitía que prácticamente nunca la zaga visitante pudiera estar tranquila. Álvaro Santos, en una vertiginosa jugada al primer toque, y Darío Ruiz en dos ocasiones, clausuraron un primer tramo del partido en el que quedó claro qué equipo había salido a morder y cuál a contraatacar.
El ímpetu inicial se matizó con el paso de los minutos. Había que dosificar el ritmo y el rival también jugaba. Los pucelanos no inquietaron en jugada, pero sí parecieron peligrosos en cada balón parado que botaron, ya fuera algún saque de esquina aislado o faltas lejanas que buscaban siempre las torres castellanas.
Así que el gol que igualaba el asunto y que acercaba aún más el sueño del ascenso llegó (31') como caído del cielo. Una nueva 'gatada' de Gato dio origen a un saque de esquina botado por Darío Ruiz al primer palo; Ramiro prolongó de cabeza y el cuero le llegó franco a Bautista en el segundo, quien remató a placer al fondo de las mallas. En los minutos posteriores pudo llegar el segundo, con un centro chut envenenado de Gato (33') y un nuevo disparo del mismo protagonista que obligó a rechazar a Villanueva (40'). Por entonces sólo había un equipo sobre el campo y únicamente se jugaba en una parcela, así que la llegada del descanso fue una gran noticia para los pucelanos.
La segunda mitad comenzó con un gran susto, protagonizado por Lolo, que remató de cabeza libre de marca ante Avilés, aunque la ejecución fue mejorable y el arquero no tuvo problemas para atajar el cuero (48'). La réplica, segundos después la erró Ramiro en el área, quien no encontró oportunidad de tiro pese a su privilegiada posición. El hecho de tener igualada la ronda y de que recibir un gol sería letal condicionó en parte a los lojeños, que huyeron de las alegrías ofensivas y procuraron por todos los medios no desnudarse atrás. Así que antes de que se desparramara el resultado, el Valladolid jugó más que en el primer acto, tuvo más el cuero y asustó con argumentos, especialmente los del balón parado. Así pudo llegar el empate, en un córner que se quedó suelto en el área chica y que Pesca, con todo a su favor, envió fuera (55'). Y como en la anterior acción, hubo réplica lojeña acto seguido, con una contra de Gámiz que Gato, de tiro cruzado, desaprovechó por un pelo.
Con el paso de los minutos los nervios crecieron en la grada y la posibilidad de la prórroga y los temidos penaltis tomaba cuerpo. Todos, en cambio, esperaban que lo mejor estuviera por llegar, y por fortuna así fue. No obstante, antes de que Gato le arañara la cara definitivamente al Valladolid hubo un par de 'uys' en la grada, especialmente en un chutazo de Ramiro que se estrelló en el palo (65'). Fue la antesala de la obra de arte con la que el Loja alcanzaba la gloria, una jugada combinativa al primer toque digna de cualquier ataque de Primera. David Gámiz condujo el ataque, se apoyó en Álvaro Santos, éste habilitó en el área a Darío Ruiz, ya en posición de tiro pero percibió la entrada de Gato por su diestra, totalmente solo, y al jugón le cedió el honor de anotar el gol del ascenso, lo que hizo a placer.
Por delante quedaban aún 20 minutos que no iban a ser nada fáciles de gestionar si no se conseguía el tercero, el de la tranquilidad. Pero sí se logró, lo hizo Gato tras robar el balón en la medular y aniquilar a Villanueva segundos después. Era lo justo, y Loja jamás lo olvidará.
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