Metamorfosis salvadora
El Granada defensivo de la primera hora fue un equipo valiente, lúcido y muy peligroso en unos extraordinarios últimos treinta minutos de partido
Es difícil ver un partido en el que un equipo ofrezca dos caras tan diferentes como el del Granada CF anoche en Anoeta. El conjunto rojiblanco fue uno durante una hora y otro en la media restante. Su transformación vino condicionada por la necesidad, pasaban los minutos y ya no valía de nada esperar cuando el resultado era 2-1 en contra. Pero la metamorfosis también coincidió con la entrada al campo de Aranda y, sobre todo, Buonanotte.
Suele decir Lucas que el argentino es un agitador, un revolucionador de partidos. El técnico suele confiar en él cuando la soga empieza a apretar en el cuello. Anoche, a diferencia de otros encuentros, jugó por el centro, dejando la banda a un Brahimi que se había situado ahí tras la entrada de Aranda por Torje. Buonanotte se movió, pidió la pelota, lo intentó. Sus compañeros habían hecho lo mismo desde que se inició el encuentro.
GRAN PREPARACIÓN FÍSICA
Cierto es que el pequeño Diego no tuvo mucha más suerte que ellos. Muchos 'uysss' pero poco acierto. Sin embargo, su presencia, unido a que el Granada se quitó definitivamente la coraza, inclinó el campo hacia la meta de Bravo.
Y acompañó el físico. Ante una Real desgastada, con la lengua fuera y que solo pedía la hora, los rojiblancos acabaron como motos, pasando por encima del rival. Del gol de Recio también tiene culpa el excelente trabajo de los preparadores físicos del equipo.
No fue sorprendente el Granada que se vio desde el principio del partido en Anoeta: un equipo replegado, con todos los jugadores por detrás del balón y con la premisa principal de tapar huecos y achicar los espacios para tratar de minimizar las posibilidades de los talentosos atacantes realistas.
La labor fue correcta, como el día del Espanyol, pero el talón de Aquiles volvió a ser el balón parado. Ahí no hay planteamiento ni esquema que valga, solo vale la concentración. El rival lo hizo muy bien, la zaga rojiblanca defendió la falta casi bajo el larguero y el árbitro no vio el fuera de juego. 1-0.
COMO ANTE EL ESPANYOL
El equipo recordó en ataque al de hace quince días en Barcelona. Muchas imprecisiones, fallos continuos, incapacidad para tener la pelota. Solo Brahimi, tan espectacular y peligroso como irregular, ponía en peligro a los realistas. En sus botas nació la jugada del empate de El Arabi.
Si hay algo imperdonable en el mundo del fútbol es que te marquen un gol de contragolpe cuando estás jugando a la defensiva. Seguro que Alcaraz se llevó con el 2-1 el rebote más grande desde que es entrenador del Granada.
NO ESTABA SENTENCIADO
La Real se gustó en la segunda parte, jugó unos minutos de fútbol magistral y pudo sentenciar el partido. Con todo, las ocasiones claras de gol a su favor escasearon, salvo en el chut al palo de Agirretxe. Se escucharon 'olés' en Anoeta y el choque parecía decidido, pero el marcador decía lo contrario. Algunos blanquiazules hasta se olvidaron de que las filigranas y los vaciles deberían reservarse solo a un final de partido ya sentenciado.
El Granada mantuvo un sistema de juego 1-4-2-3-1 desde el principio hasta el final, con la diferencia de que, en la última media hora, la defensa estuvo mucho más adelantada, los centrocampistas jugaron además de destruir, los interiores atacaron más que defendieron y los puntas se asociaron y lo tuvieron claro.
ESTÁ MUY CERCA
Una reacción de campeón. Un coraje y un ímpetu loable. Un final de partido mágico ante un equipazo. Pocas veces un gol fue tan celebrado, casi nunca un empate se festeja así, jamás un punto supo a tanto y fue tan de oro. La permanencia más a tiro que nunca.
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