Tenis l Masters Series de Cincinnati

Nadal, el sueño se hace carne

  • El balear arrebata el número uno del ranking ATP a Roger Federer · Fueron muchas las dudas que se crearon respecto al estado de forma del de Manacor entre finales de 2007 e inicios del presente año

En esa cabeza que nunca deja de funcionar, que jamás deja de sacar cuentas, de analizar adversarios, ni de escrutar el más mínimo detalle está la clave de Rafael Nadal, el nuevo número uno del tenis mundial.

"Cicinnati, mi torneo preferido...", ironizaba hace unos meses en Dubai mientras estudiaba el calendario de la ATP para ver si tras el torneo estadounidense llegaría a tiempo para la ceremonia inaugural de los Juegos Olímpicos de Pekín. Paradoja: es en Cincinnati, un torneo que hasta ahora nunca le había ido bien, donde el español se ha confirmado como la nueva cabeza del tenis.

Un sueño que acarició desde siempre, pero que entre finales de 2007 y comienzos de 2008 pareció en serio peligro. Primero por las sorprendentes declaraciones de su tío-entrenador, Toni Nadal, en las que mostraba serias dudas sobre el estado físico del jugador, afectado por una lesión crónica en el pie. Y luego por la explosión de Novak Djokovic, el tercer hombre tras Nadal y el suizo Roger Federer, al conquistar en enero el Abierto de Australia.

Tras pasos dubitativos por Rotterdam y Dubai, Djokovic fulminó a Nadal en marzo en las semifinales de Indian Wells. La siguiente señal de alarma llegó en mayo, cuando Juan Carlos Ferrero eliminó a Nadal en su debut en Roma, un torneo que venía de ganar en los últimos tres años.

Nadal jugó lesionado aquel partido y diez días más tarde llegó el momento de la verdad para el español, un partido que marcó su temporada. Se enfrentaba a Djokovic en las semifinales de Hamburgo, un choque en el que se jugaba mantener el número dos del mundo. Si perdía, el nuevo desafiante de Roger dejaría de ser Rafa pasaría a llamarse Novak.

Fue un hito. Nadal no sólo ganó ese partido, sino que lo hizo de forma brillante. Conquistó el torneo derrotando a Federer en la final y encadenó luego los títulos de Roland Garros, Queen's, Wimbledon y Toronto. Ferrero, en mayo, es el último hombre que puede decir que venció a Nadal, dueño ya de siete títulos en 2008.

Mientras Nadal crecía en su tenis y se olvidaba de cualquier problema físico, Federer perdía su aura de invencible. El suizo había comenzado la temporada en lucha con la historia, en pos del récord de títulos de Grand Slam, pero la está terminando en lucha consigo mismo, hundido en dudas y una crisis de juego.

El nuevo rey tiene 22 años, y nació en Manacor, una localidad carente de atractivos, un lugar insólito para el surgimiento de una estrella del deporte.

Su éxito desde que explotó como jugador en 2005 no le salió gratis. Sus músculos, que resaltan más aún con la estrecha camiseta sin mangas que su marca comercial le impuso como imagen, fueron centro de periódicas acusaciones veladas de dopaje.

Esta semana la revista alemana Focus le dedicó su foto de portada junto a un equívoco título: "La historia de la testosterona". El detalle es que Nadal no aparece mencionado una sola vez en el texto, un análisis científico de la influencia de la testosterona en la personalidad masculina. La imagen del bíceps marcado de Nadal era sólo un truco para aumentar el número de revistas vendidas .

"Me preguntas por qué no me dopo...", dijo durante una entrevista realizada hace dos años. "Simplemente uno no se dopa porque uno ama al deporte. Yo prefiero mucho más perder que ganar haciendo trampas. Mucho más", enfatizó con gesto serio.

Un gesto en consonancia con la evolución de Nadal como persona, poco que ver hoy con aquel que en marzo de 2005 se paseaba tímido y con una camisa demasiado amplia por la discoteca de Acapulco en la que se celebraba su tercer título como profesional. Aquel Nadal ya había sido pieza clave para que España ganara en diciembre de 2004 su segunda Copa Davis, pero cotinuaba siendo todavía un niño.

Hoy ya no. El nuevo número uno del tenis es un hombre, aunque la videoconsola lo pierda. Junto a Federer se plantó decidido contra la ATP y sus planes de reformular el circuito, y terminó forzando la renuncia a la reelección del polémico Pedro Muñoz, presidente de la Federación Española de Tenis (RFET).

Invariablemente educado, sigue divirtiendo a los periodistas anglosajones con su inglés mechado de 'nadalismos' como "my carrera", cultiva una admiración sin límites por Federer -junto al que sueña con jugar en dobles- y tiene una novia, Xisca, de la que en su momento tomó muy en cuenta un detalle: su perfil de estrella no le movía un pelo. Xisca seguía tratándolo como un compañero de escuela. La conquista le costó a Nadal más trabajo que unos cuantos torneos.

Con sus cuatro Roland Garros consecutivos Nadal entró en la historia grande del tenis. Con el inolvidable título que ganó el mes pasado en Wimbledon se acercó a Manolo Santana, hasta este año el mejor tenista español de todos los tiempos. Y con el número uno en su mano Santana no tendrá inconveniente en reconocer que Nadal es el mejor.

Diestro de nacimiento, Nadal terminó siendo zurdo para el tenis, en el que se vale de un drive con tremendo top spin y un revés a dos manos cruzado que es letal. Su físico privilegiado le permite aguantar siempre algo más que sus rivales, aunque la clave de Nadal pasa por su cabeza, poderosa como pocas. Allí está el secreto del nuevo rey del tenis, al que Pekín espera como gran candidato al oro olímpico.

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