Granada - Atlético de Madrid · la crónica

Villa marca la pauta (1-2)

  • El internacional español aprovecha la ingenuidad de la defensa rojiblanca para provocar dos penaltis. El gol de Ighalo llega muy tarde, sin tiempo para inquietar a los de Simeone.

David Villa fue anoche el más listo de la clase. Iturra también hizo méritos una vez más, pero el asturiano fue el que obtuvo el cum laude al sacarse de la chistera dos penaltis que sentenciaron al Granada. El máximo goleador de la selección aprovechó la ingenuidad de los rojiblancos para que el Atlético ejecutara a los de Lucas Alcaraz desde el punto de penalti. El tanto de Ighalo, en el descuento, sirvió para inquietar a los de Simeone y poner algo de pimienta en los últimos segundos.

El rival de ayer es, aunque se repita por enésima vez, el mejor Atlético de los últimos tiempos. Y ayer lo demostró al poner mayor oficio sobre el césped de Los Cármenes para hacer lo justo y necesario para llevarse los tres puntos. Otros tres que, por cierto, vuelven a volar del recinto zaidinero. Y van... quince.

Los rojiblancos no hicieron un mal partido. Su primer tiempo fue mucho más que aceptable, pero volvió a pecar de su falta de producción ofensiva. En el fútbol así se avanza poco.

Para que cambiar lo que ha ido bien. Eso debió pensar Alcaraz en el momento de conformar su once inicial. Así, repitió con el mismo que se impuso en Elche, aunque en esta ocasión con una misión más complicada. En el bando rival, Simeone sacó todos sus tanques.

Nada más empezar la contienda, Diego Costa metió miedo. Su afán por no dar ningún balón por perdido es encomiable. Así le va al próximo jugador de la selección española. La primera ocasión local se quedó en nonata. Fue una falta en la frontal del área que Fran Rico envió contra la barrera (4').

A los primeros impulsos de los colchoneros por hacerse con el control del balón respondieron los granadinistas con presión e intensidad que les llevó, incluso, a estar mucho tiempo jugando en el campo visitante. A los once minutos el Granada se permitió el lujo de acosar al Atlético con tres jugadas a balón parado, todos puestos en movimiento por Fran Rico. Primero fue una falta desde la derecha que, tras un pequeño lío en el área, fue rematado por Recio a la parte externa del palo después de rozar en un defensor atlético. El córner, al segundo palo, llevó peligro al cabecear también Fran Rico hacia atrás para que otro visitante despejara a córner, este ya botado sin consecuencias para respiro de Simeone.

Con el Granada recreándose en su juego, con todo merecimiento, pronto se vio como el Atlético de este año necesita muy poco para crear una ocasión de peligro. En una rápida transición Juanfran centró desde la derecha para que Diego Costa -no podía ser otro- rematara de cabeza. Roberto, muy atento y con un alarde de reflejos, desbarató el que pudo haber sido el primer tanto del partido (17').

No se descentró el cuadro de Alcaraz, que siguió poniendo toda su carne en el asador, pero ya consciente de que el Atlético podía liarla en cualquier momento. De hecho, los visitantes empezaron a estirar sus líneas, con lo que el partido ganó en viveza y velocidad. A los 25 minutos se anuló un gol a Miranda: fuera de juego clamoroso.

Sobre la media hora, el ritmo del encuentro decayó un poco, con demasiado centrocampismo. Todo parecía controlado cuando, en un acercamiento atlético, Mainz cometió un penalti demasiado tonto al arrollar a un David Villa que le estaba esperando. El árbitro lo pitó y Diego Costa cumplió desde los once metros engañando a Roberto (38').

El encuentro ya estaba donde quería Simeone. El Granada intentó reaccionar, siempre mirando hacia adelante, pero el que tiene pegada es el Atlético. En otra acción de rápidos pases cortos, Adrián se plantó solo delante de Roberto. No llegó el segundo porque la Providencia no quiso. La imagen de la impotencia en esos momentos la puso Nyom, que se dejó caer en el área visitante y fue amonestado convenientemente.

Fútbol control. Es lo que puso en práctica el Atlético en la reanudación. Y cuando no podía, era el Granada el que se autolimitaba. Como en un balón largo que controló bien Ighalo dentro del área rival, pero al nigeriano no le acompañó nadie en su afán por sacar fruto a la jugada (50').

Las ganas siguieron intactas en las filas rojiblancas, pero las ideas ya no fluían al mismo ritmo que las fuerzas ante un conjunto muy bien asentado en su retaguardia. Parecía que todo quedaba a expensas de una jugada aislada con la que sorprender a Courtois y de no ser pillado con el pie cambiado en una contra colchonera

Alcaraz movió ficha. Buonanotte entró en lugar de un Brahimi que había ido claramente de más a menos. Como el partido, siempre en manos de los de Simeone.

Juanfra intentó sorprender con un tiro al palo corto, pero Roberto estuvo atento una vez más (66'). Más clara fue la Diego Costa tras un error de Iturra que en ningún momento oscureció su gran partido. De nuevo el meta rojiblanco resolvió bien el cara a cara con el hispanobrasileño (68').

Los minutos pasaban y pasaban, hasta que David Villa volvió a echar la caña para que, en esta ocasión, picase Murillo. El asturiano provocó otra pena máxima y él mismo se encargó de transformarla. El penalti, para quien se lo trabaja (78').

Riki, que había suplido a Fran Rico, protagonizó el primer tiro con cierta intención del Granada en todo el segundo tiempo. El balón se perdió por la línea de fondo junto al poste izquierdo.

Cuando el partido moría, Ighalo cabeceó en el área un centro de Nyom. El gol sirvió para dar esperanzas a los aficionados, aunque sólo fuese por un par de minutos. Menos da un peine.

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