Granada-valladolid

El balón, ese enemigo (1-1)

  • El Granada saca un punto en un partido que merece ganar de forma holgada. Desaprovecha un sinfín de ocasiones, desbaratadas en su mayor parte por Jaime, el guardameta visitante.

Pudo ser peor y se mereció más, mucho más. El balón no repartió justicia en Los Cármenes. Fue inmoral con el Granada y demasiado benévolo con el Valladolid. Sólo llegó al fondo de la red en dos ocasiones, una por cada bando. La diferencia estuvo en que los visitantes sólo necesitaron chutar dos veces sobre la portería de Roberto, mientras que los rojiblancos dispararon a discreción (20) y dispararon más que nunca para marcar un solitario gol. Fue como si el objeto más pateado del partido, avergonzado por su actuación, diera limosna al que debió salir ganador en el choque de ayer. El balón castigó sin clemencia la apuesta valiente del Granada y premió sin rubor el 'a verlas venir' del Valladolid.

Sólo valía la victoria y está se le negó a los pupilos de Lucas Alcaraz que, hay que insistir hasta la saciedad, fueron acreedores al triunfo, que además debió ser holgado. El empate no sirve para mucho, aunque nunca se sabe. Lo cierto es que deja al Granada al borde del abismo, tanto que puede acabar la jornada en puestos de descenso si el Zaragoza derrota al Celta. Se sabrá mañana.

Lucas Alcaraz depositó su confianza en El Arabi e Ighalo para ese reencuentro con el gol que tanto urge en las filas rojiblancas. El norteafricano respondió mientras que el nigeriano apenas se dejó ver. El internacional marroquí debió acabar con dolor de cabeza de las veces que remató con la testa... más que en todos los partidos juntos que ha disputado hasta ahora. Terminó maldiciendo su falta de puntería y, sobre todo, a Jaime, con el que se topó una y otra vez... salvo en el gol. Sin duda, el portero visitante, que volvió a jugar seis meses después (tuvo que ser precisamente ayer) fue el héroe de la tarde, el que amargó la existencia a todo el granadinismo. Si no hubiera sido por él, el Valladolid habría salido goleado del coso rojiblanco.

Precisamente, El Arabi tuvo en su cabeza las dos primeras ocasiones claras para abrir la lata pucelana. Ambas, consecutivas. Apenas se había cumplido el minuto 5 cuando un perfecto centro de Nyom al centro del área fue rematado por El Arabi. Jaime envió a córner con la punta de los dedos. En el saque de esquina, nuevamente peinó el norteafricano. El balón se fue alto por muy poco. El Granada había salido a por todas.

Al cuarto de hora, el partido había perdido algo de intensidad. Era como si, una vez pasado el tiempo para sorprender al contrincante, llegara el momento de jugar más con la cabeza. Ighalo tenía pendiente dejarse ver en el área pucelana. Y cuando lo hizo estuvo a punto de marcar. El nigeriano recogió un rechace en el borde del área y no se lo pensó. A su chut raso respondió Jaime con una meritoria intervención (20').

Poco después el portero vallisoletano volvió a hacer de las suyas al sacar como pudo -con el hombro- otro disparo lejano, esta vez de Mikel Rico (26'). El gol se resistía, aunque no se podía echar nada en cara a los de Alcaraz, que en la primera media hora se habían mostrado como los únicos que buscaban la portería rival. Los de Djukic, agazapados, parecían esperar su ocasión.

El primer objetivo cumplido de los pucelanos fue llegar a la conclusión de la primera parte con su portería inmaculada. De ello tuvo la culpa Jaime, que antes del intermedio sacó una pelota con el pie cuando llegaba Ighalo al remate. El Arabi tuvo otra muy clara. Ighalo le dejó el balón para que el marroquí rematara a placer, pero el balón se le volvió a ir alto. El caso es que, por uno u otro motivo, el Granada no marcó en los primeros 45 minutos. Hizo méritos para ello. Y de sobra.

En la reanudación fue el Valladolid el que dejó la impronta de salir con otras órdenes. Estiró sus líneas y a los tres minutos Ebert protagonizó el primer disparo a puerta de los pucelanos en todo el partido. El balón acabó en las manos de Roberto. Respondió Nolito, pero el sanluqueño tuvo el punto de mira algo desviado.

Con el balón -ese enemigo declarado- de un lado a otro, llegó otra clara para El Arabi. El delantero remató bien de cabeza, picado, junto al poste. Pero era el día de Jaime, que lo sacó sobre la línea de gol. (52').

Y lo que son las cosas del fútbol. Su crueldad puede no tener límite. En el minuto 57, Diakhaté tuvo que cortar en falta una peligrosa contra visitante. Ebert, de un preciso chut, impartió magisterio sobre cómo se lanza una falta. Roberto no pudo hacer más que la estatua (59'). Un mazazo brutal que el Granada no mereció ni por asomo.

El gol dejó helado al graderío y grogui al Granada. Alcaraz reaccionó al ordenar que en lugar de Torje entrara Buonanotte, que fue un revulsivo. El partido, por momentos, había dado un giro de 180 grados. El Valladolid, con el marcador a favor, empezó a jugar con mucha comodidad ante un Granada al que el paso de cada minuto se convertía en una pesadilla.

No obstante, sobrepuesto del golpe, el Granada sacó fuerzas de flaqueza, pero volvió a estrellarse con su desgracia. Mediado el segundo acto, Jaime sacó otro balón a El Arabi. En el siguiente saque de esquina, Nyom remató ¡al poste! No cabía más mala suerte. Pero no podía ser tanta. Corría el minuto 72 cuando Buonanotte, desde la derecha, colgó un perfecto balón al área. El Arabi lo picó, otra vez junto al poste. Imparable para Jaime. La puerta de la esperanza que se abrió de par en par.

Tras el empate, los rojiblancos se fueron a por la victoria de forma descarada, sin importar el riesgo que se asumía. Pudo voltear el marcador Mainz, en un remate a la salida de una falta. El balón se fue fuera tras rozar literalmente el poste izquierdo de Jaime (79').

Los últimos minutos fueron para poner aún más de manifiesto lo injusticia que puede ofrecer el fútbol. Los rojiblancos acorralaron sus rivales. El Arabi volvió a enviar fuera por poco un pase de Nyom. Un chut de Buonanotte se topó con un pucelano. Y Jaime cerró su brillante actuación al evitar que Aranda marcara en otro preciso remate con la testa.

Con el pitido final, el Granada debió declarar al balón como objeto non grato. O quizá sea mejor abrir negociaciones con el esférico. Urge llegar a un acuerdo.

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