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Lo buscó y se lo regalaron

  • El equipo local supera al rojiblanco en casi todas las estadísticas del duelo, aunque Oier, Nyom y Álvarez Izquierdo le sirven en bandeja el triunfo

Es imposible tratar de explicar con números lo que le ocurrió anoche al Granada en el Ciudad de Valencia. Evidentemente, es más fácil entenderlo todo analizando actuaciones individuales como la del colegiado Álvarez Izquierdo, que desde ayer se suma a Clos Gómez como trencilla non grato por estas tierras, o la de Oier, quien dio vida al Levante con una salida suicida haciendo que los granotas empataran sin ni siquiera haber dispuesto de una ocasión de gol, o la de Nyom, quien ensombreció su buen partido permitiendo con su torpeza el 2-1.

Y es que los números, esos que a veces sirven para explicar cosas en el deporte rey, y en la mayoría de ocasiones no, indican un mayor dominio en el encuentro del Levante, especialmente tras el descanso, aunque las pocas intervenciones de ambos metas evidencian que ambos anduvieron justos tanto de ocasiones como de méritos.

Sin tener en cuenta intentos taponados o rechazados por rivales, el Granada disparó a portería tres veces en el primer tiempo y las tres fueron entre los tres palos, algo imprescidible para poder marcar gol y que en demasiados partidos anteriores no se hizo. Al aviso de El Arabi nada más empezar el encuentro le sucedió el lanzamiento del penalti y un remate postrero y lejano de Javi Márquez que atrapó bien Mariño. El Levante chutó una vez más hasta el descanso pero solo dos de sus remates con buena dirección, y en ambos casos bien interceptados por Oier Olazábal.

Las tornas variaron tras el descanso, ya que los rojiblancos solo efectuaron dos disparos y el único que encontró meta fue el de El Arabi que desvió a córner Mariño. El Levante, pese a tener mucho más el balón y dominar con meridiana claridad, no intimidaba. Su único tiro entre los tres palos fue un córner directo que atrapó Oier bajo palos. Los dos siguientes, los tantos de Camarasa y Barral. Mayor efectividad, casi imposible; recibir tanto premio con tan pocos méritos y ocasiones se vio pocas veces.

Un ejemplo de lo poco que atacó el Granada tras el descanso -hasta que aparecieron Álvarez Izquierdo y Oier no era necesario hacerlo, puesto que al equipo le iba bien estar replegado y ceder la iniciativa a un Levante nulo de ideas-, es que solo llegó tres veces al área granota, Mariño intervino nada más que dos veces y no hubo ni córners ni fueras de juego.

El recital del trencilla se demostró en las tarjetas mostradas y el criterio utilizado para sacarlas. No hubo cartulina para David Navarro en el primer minuto pero tras el descanso desenfundó hasta sacar seis amarillas y tres rojas. Un desastre. Tanto como la situación que se le queda ahora al Granada.

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