Liga bbva

La cera arde más rápido en el infierno (1-1)

  • Un Granada generoso en el esfuerzo pero escaso de fútbol vuelve a ceder puntos en casa ante la Real Sociedad. La victoria del Elche empuja a los de Caparrós al último puesto de la clasificación

Que la posesión, el subidón del empate y haber encerrado a la Real no les deje ver el bosque. A este Granada se le acaba el tiempo y los argumentos. La cera que tiene el equipo es poca, y ahora en el pozo del farolillo rojo, donde el fuego del averno es más intenso, el calor lo derrite antes. Un empate ante la Real Sociedad en casa no es un buen resultado como están las cosas. El Granada derrochó ganas, sí. Qué menos que no repetir el esperpento de Córdoba. Pero ahora vienen dos jornadas fuera de casa, empezando por la visita al Calderón, y siendo últimos en la tabla el peligro de descolgarse es evidente. La afición, a veces incomprensible en sus veredictos, también es sacrosanta. Sólo pitó a Caparrós al empezar el partido. Luego las iras del respetable se giraron hacia Youssef El Arabi. No le sirvieron las excusas al marroquí, con quien la hinchada ha tenido una paciencia cristiana, y ya cada error del delantero se lo van a echar en cara. El mejunje del Granada da algún motivo de esperanza. El sistema nuevo aún debe mostrar su efectividad sin el empujón de la novedad. La irrupción de Lass, un descarte del Rayo que en dos partidos ya es el nuevo ídolo de la afición. Lo chungo de todo es que estas son conclusiones de pretemporada. Y esta se terminó hace casi una vuelta.

En el inicio del partido, el Granada CF utilizó las bandas más que en todo lo que llevaba de temporada. Incluso, hasta había más de un posible rematador dentro del área. De entrada, el nuevo planteamiento de Caparrós, ya sea o no inducido, empujaba al equipo a hacer otra cosa. Los nuevos bríos hicieron que se tirasen paredes con más facilidad, entre otras cosas por la cantidad de efectivos por el centro, y poder alcanzar posiciones cercanas al área. Pero un fallo clamoroso de un Babin que desde que empezó la temporada, más que crecer, ha menguado en su seguridad, despertó a la Real. El martinés se precipitó al salir a cortar un balón aéreo que le dio a  Vela, y este se la puso a Canales para que Oier tapara su tiro seco (13').

Nada como una indecisión defensiva para retrotraer al Granada a los pecados de siempre. Balonazos y endeblez defensiva. Pese a los enviones ofensivos de un Lass gambeteador y picante, al equipo le hacía falta más sosiego. Los pelotazos a El Arabi no tenían ningún tipo de resultado y el peligro por los flancos desaparecía al perder la posesión.

En un córner (balón parado, ergo nada de juego elaborado) tuvo su primer gran intento el Granada. Mainz cabeceó mal pero Lass, en el área pequeña, tocó también con la testa al segundo palo donde Babin no llegó por poco (25'). La contestación de la Real fue un testarazo de Íñigo Martínez que sacó a bocajarro Oier Olazábal. El primer paradón del ex arquero del Barça con el Granada.

Lo que tuvo imposible fue detener el penalti de Carlos Vela, que cometió Babin de forma absurda sobre Canales (0-1, 36'). El francés, demostrando estar totalmente desesperado. Y el partido, cuesta arriba por la cara.

La primera parte acabó con un paradón de Rulli a saque de falta directo de Fran Rico (44'). Hubiera sido justo el empate, que debía llegar pronto tras el descanso para que el Granada tuviera tiempo de remontar. El Arabi remató tan horriblemente a las nubes una pelota franca en la frontal del área que le echó encima a la grada.

El Granada estaba metido en el encuentro, entre otros factores por la entrada de Riki.  El mejor de sus centros lo remató mal El Arabi (51'). Otro más. Le relevó Success entre una sonora pitada.

El equipo de Caparrós sigue lejos de ser un equipo que de la impresión de poder hacer daño, aunque el rival le deje la pelota. Le cuesta un mundo hacer ocasiones claras. Lo intenta con corazón más que fútbol. Sólo va a tirones, como en un tirazo desesperado de Nyom que se estrelló en el poste y cuyo rechace rebotó en Success para irse fuera (68').

Con el partido entrando en un ritmo mortecino llegó el milagro. Un penalti sobre Nyom que no fue y con el que Martínez Munuera quiso compensar dos penas máximas escamoteadas previamente. Una que admite duda sobre Lass, al que hicieron falta pero teatralizó demasiado su caída, y otra más clamoroso sobre Javi Márquez, pateado por Rubén Pardo cuando iba a cabecear una pelota suelta en el área. Fran Rico lo transformó por el centro y con suspense ya que Rulli la rozó (79').

Hasta el final, lo escrito antes. Dominio pero nada de claridad, nada más que a balón detenido. Babin cabeceó alto un córner y Piti lanzó ajustada al poste una falta (85'). Por algo el Granada es, ahora mismo, el peor equipo de la Primera División.

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