El año que comienza marca el inicio de una era sudamericana sin precedentes en el deporte mundial, que deberá mirar al sur, a Brasil y Argentina, con una atención desconocida. En 2013 Brasil será sede de un ensayo general para el Mundial de fútbol y del sorteo que marcará la hoja de ruta de ese torneo en 2014, y en Argentina se definirá el futuro del olimpismo para los próximos lustros.

La sesión en Buenos Aires será una de las más importantes para impulsar el movimiento olímpico durante los próximos años. No en vano, en la capital argentina se elegirá la sede de los Juegos de 2020, una decisión que repercutirá en las sedes de toda una década. Estambul, Madrid y Tokio son las candidatas. No será lo mismo si el 7 de septiembre el COI apuesta por la novedad de Turquía, por una vieja conocida como Tokio o le da por fin el premio a la insistente Madrid.

Tres días más tarde se elegirá allí al sucesor de Jacques Rogge, el actual presidente del COI que lleva en el cargo desde 2001, cuando relevó a Juan Antonio Samaranch. Si su sucesor hace lo mismo, en Argentina se estará definiendo al jefe del olimpismo hasta 2025 y las líneas maestras hasta 2030. Y entre la elección de la sede de los Juegos y la definición de su presidente, el olimpismo encarará otra definición clave: establecer sus 25 deportes inamovibles, los core sports, más allá de un par de incorporaciones temporales por edición.

Dos meses antes de la cumbre de Buenos Aires seis ciudades brasileñas serán escenario de un ensayo general para el Mundial de fútbol de Brasil 2014. Se trata de la Copa Confederaciones más potente, porque la jugarán Brasil, Italia, Uruguay y España, entre otros. El paso por las sedes de Brasilia, Belo Horizonte, Río de Janeiro, Salvador, Recife y Fortaleza dará cierta idea de si Brasil, la séptima economía del planeta, podrá organizar un impecable Mundial, cuyo sorteo se realizará el 5 de diciembre. Pero con el Mundial no terminarán los años de Sudamérica en primer plano: 2016 será el año de los Juegos de Río de Janeiro.