Optó el Granada CF por dar un volantazo al juego de asociación que venía protagonizando en las últimas jornadas para encarar al Levante de Alcaraz. Una estrategia de Resino que dio sus frutos. Los rojiblancos tuvieron contra las cuerdas a los valencianos, incapaces de trenzar jugadas de más de cuatro toques. El castillo visitante se vino abajo mediada la segunda mitad, cuando germinó la silueta de Álvarez Izquierdo. Su carrusel de discutibles expulsiones descentró a los andaluces y dio alas a los granotas, que voltearon el marcador en el descuento.

El juego aéreo y los pases de larga distancia suelen ser una de las apuestas tomadas como sacrilegios para los doctos del balompié. Sumidos y entusiasmados siempre por el juego en verso, muchos llegan a tildar de injustos los triunfos así logrados. Opiniones que no importaron al técnico rojiblanco. Resino creía que lo contrario resultaría el camino más corto hacia la victoria, y por ello apostó. El fútbol estuvo a punto de darle la razón. El Levante se llevó un encuentro en el que acumuló escasos méritos aun para empatar.

El 2-1 final no hace justicia a lo que se vio sobre el pasto. Los granadinistas se enfundaron el traje de fajadores y obreros. El primero ni siquiera les hizo falta -los locales apenas se acercaron a su área-. El segundo no les bastó.