63 minutos y medio (1-0)
Valladolid-Granada
El Granada mantiene su portería a cero hasta mediado el segundo tiempo y cae en su visita a Valladolid. Los rojiblancos no aproechan sus mejores momentos para perforar la meta local.
Sesenta y tres minutos y medio. Este fue el tiempo que mantuvo el Granada su portería a cero. Una vez más, y van trece, el conjunto rojiblanco acaba un partido sin evitar encajar un tanto. Y como sí mantuvo durante 90 minutos la portería contraria sin ultrajar, el resultado no fue otro que una nueva derrota. Si hoy gana el Deportivo o el Espanyol, los granadinistas acabaran la decimotercera jornada en puestos de descenso.
Quizá no mereció perder el Granada en Valladolid. Hasta el gol se puede afirmar que tuvo más control que su anfitrión. Sin hacer virguerías, durante buena parte del choque fue menos malo, estuvo algo mejor situado... Incluso, tuvo sus ocasiones para haber podido marcar. Pero perdonó... y lo pagó. Los de Djukic protagonizaron la única jugada que acabó en gol mediado el segundo tiempo, lo que les bastó para llevarse los tres puntos. Quizá no merecieron tanto premio.
No hubo sorpresa en el once inicial del Granada. Anquela ya había dejado entrever que Orellana iba a suplir el hueco de Brahimi. Los demás, los de los últimos partidos, los de casi todos los partidos.
La consigna de los visitantes parecía clara al comienzo del choque. Presionar la salida de balón de su anfitrión para entorpecerle en sus acercamientos a las inmediaciones de Toño. Aún así, los de Djukic intentaron controlar el balón para tener la iniciativa. Fruto de los primeros ímpetus locales fue un tiro lejano de Óscar que, después de traspasar la línea de mediocampo granadinista con excesiva facilidad, envió el balón alto.
La respuesta fue inmediata. La pena es que no fue fulminante. Mikel Rico tuvo en su cabeza la posibilidad de inaugurar el marcador al rematar fuera un córner botado por Benítez. El vasco estaba solo en el primer palo.
Al cuarto de hora el cuadro era interesante. La aparente mayor posesión de los pucelanos no se traducía en casi nada. Por el contrario, las rápidas salidas de los rojiblancos estuvieron en un tris de tener premio. Primero fue Torje el que no encontró la escuadra de la portería de Dani por poco. Más cerca estuvo un cabezazo de Orellana -el pase de Nyom desde la derecha fue fantástico-, en el que el balón se perdió por la línea de fondo pegado a la base del poste derecho del meta local. El propio chileno estuvo a punto de marcar con el tacón un pase en profundidad de Benítez, pero Dani adivinó la dirección del balón. O quizá su brazo se topó con él.
Para entonces (minuto 25), el Valladolid ya había descubierto que no estaba cómodo sobre el césped de su propiedad. En frente estaba un Granada nada timorato, concentrado atrás, trabajador en todas sus líneas y con 'malas' intenciones en las contras.
Los pucelanos solicitaron su primera fe de vida a la media hora. Fue una jugada aislada en la que Ebert conectó con Óscar, que prácticamente se quedó en disposición de encarar a Toño. Si no se cruza Diakhaté de forma providencial lo más probable es que el marcador hubiera tenido que moverse.
Tras el susto, las aguas volvieron a su cauce. El Granada se hizo de nuevo con la manija gracias a un juego colectivo aderezado con dosis de valentía, pero sin profundidad. Claro que su contrincante no ofrecía nada de valor. Así, se llegó al intermedio sin que hubiera que anotar otra ocasión clara de gol. Al descanso, se podría señalar que los rojiblancos ganaban a los puntos. Menos da un peine.
El paso por los vestuarios rompió el ritmo que había cogido el cuadro de Anquela. Pero no fue por mucho tiempo. Aunque sin llevar demasiado peligro al área, transcurrido un cuarto de hora del segundo tiempo el control estaba otra vez en manos de los visitantes. El primero que chutó sobre la portería contraria fue Mikel Rico, pero se le fue alto. Poco después, gran cabalgada de Benítez por su banda, pero el mallorquín no supo ejecutar con precisión el pase de la muerte.
El Valladolid, que en el minuto 60 había rematado por primera vez entre los tres palos de la portería de Toño, no necesitó más para marcar. Poco después a Iriney se le despisto Óscar y éste le metió un balón a Manucho. El angoleño, dentro del área, cruzó perfectamente el esférico al fondo de la red. Así es el fútbol.
Como no podía ser de otra manera, el Granada quedó tocado por el gol. La injusticia del resultado no fue fácil de digerir por los componentes de la escuadra rojiblanca. Casi lo aprovechó el Valladolid para sentenciar. Fue el momento en el que apareció Toño. El guardameta respondió con dos soberbias intervenciones a los remates de Manucho (68') y un lanzamiento lejano de Ebert (75').
Entre ambas ocasiones locales Anquela movió su banquillo. El técnico decidió poner sobre el campo la segunda opción que barajaba para suplir la ausencia de Brahimi: sentó a Orellana y salió Floro Flores. El italiano se dejó notar nada más salir al campo con un disparo lejano que se perdió por la línea de fondo y un remate de cabeza que llegó blando a las manos de Dani. A falta de diez minutos, el preparador granadinista dio una vuelta de tuerca más en su afán por buscar el gol del empate al sustituir a Nyom por Machís. Torje fue el encargado de cubrir las funciones del lateral francés. Y más tarde, en las postrimerías del encuentro, el que salió fue Íñigo López con la orden de instalarse en las inmediaciones del área vallisoletana.
Pero todo estaba dicho. Con las fuerzas mermadas y las ideas poco frecas, las intentonas del Granada por llevar peligro estaban impregnadas de demasiadas prisas. Y así no se pudo ni siquiera inquietar al anfitrión. Los minutos pasaron hasta marcar su definitiva sentencia contraria a los intereses de los de Anquela. Y no cupo recurso alguno.
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