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Más vale un 'centenar' de amarillas que una 'colorá'

  • El Valencia recurre a parar el juego a costa de recibir tarjetas

El color habitual del Valencia es el blanco. Ayer jugó vestido de negro, pero acabó con tonos amarillos. Y no de vergüenza, precisamente. La que no tuvo para realizar un sinfín de faltas a lo largo del encuentro, sobre todo en la segunda parte. Los pupilos de Unai Emery, un equipo sobre el papel muy superior al Granada CF, no tuvo ningún reparo en parar el ritmo del partido y pagar por ello con cartulinas amarillas.

Lo que hay que valorar es el acierto de los visitantes ayer para saber quien se tenía que jugar la tarjeta. Es que es difícil que un equipo vea hasta ¡nueve! amarillas en un partido y ninguno de sus efectivos repitiera la suerte. Que el Valencia no viera en Los Cármenes ninguna roja tiene su mérito.

Las amonestaciones de los visitantes no fueron producto de la casualidad. Hasta 23 faltas durante el encuentro (más del doble que las realizadas por los locales), lo que supone una casi cada cuatro minutos. Ahí estuvo una de las claves del triunfo de los ches: parar el partido constantemente una vez que consiguieron perforar la portería de Julio César. Y la táctica les dio resultado porque, además de un 'carro' de tarjetas, se llevaron de Granada los tres puntos.

Los valecianistas también tuvieron efectividad: un tiro entre los tres palos y gol. Y no lanzaron mucho durante los 90 minutos. En el segundo tiempo, sólo una vez.

El Granada tampoco es que se diera demasiadas alegrías en la portería rival, pero por lo menos la buscó más. Lo malo es que no la encontró. Durante la primera parte el Granada apenas llevó peligro, pero tras el descanso dispuso de una clarísima, pero el remate de Jaime se estrelló en el poste. ¡Una pena!

No fue un partido de grandes alardes futbolísticos. Si hubiera tenido que solventase a los puntos, el Granada hubiera merecido más. Sus números tuvieron más brillo, pero el Valencia fue más contundente: con el balón y con los rivales. Eso sí, Iturralde González debió acabar con su hombro dolorido de tanto levantar el brazo para mostrar cartulinas amarillas.

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