Zenet | Cantante

"La música tiene sentido, sobre todo, cuando se reinventa"

"La música tiene sentido, sobre todo, cuando se reinventa"

"La música tiene sentido, sobre todo, cuando se reinventa"

Fue el trompetista Manuel Machado quien describió a la perfección al malagueño Zenet: “Tú eres un cantante de la guapería”. Y con La guapería se quedó el título del nuevo disco del artista, en el que rescata a su manera un ramillete de clásicos del filin cubano de los años 40 y 50 que interpretaron en su día genios como Bola de Nieve, Celeste Mendoza, Olga Guillot, Rolando Laserie, Nelson Pinedo y Marta Valdés, arropado por músicos como Pepe Rivero, Yelsi Heredia, Michael Olivera, Moisés Porro y el citado Manuel Machado. El 5 de abril presentará el álbum en Adra y el 25 en el Cartuja Center de Sevilla.

-Entonces, ¿le pedía el cuerpo un poco de filin?

-Sí. Tenía ganas de ir en serio. Es cierto que el bolero y otros géneros latinoamericanos han estado más o menos presentes en mi música, pero de un modo más abierto e improvisado. Me apetecía adentrarme en todo esto de manera más consciente, reparar más en su arquitectura musical. Y no es fácil: más allá de la aportación de estos géneros populares a la historia de la música del siglo XX, hay catedráticos en todo el mundo que la estudian a fondo. Es algo serio.

-Lo que no quiere decir que sea aburrido, claro.

-En absoluto. Pero piensa en el patrimonio musical del que hablamos. Y, sin embargo, gracias al pianista cubano Pepe Rivero, que toca el piano en La guapería, y especialmente de su padre, José Rivero, que me ha brindado un puente espectacular entre dos generaciones, supe que la mayoría de los grandes artistas de la música popular cubana de entre los años 20 y los años 50 fueron en su mayoría no profesionales. Que, para poder vivir, una figura hoy reverenciada como Rolando Laserie trabajaba de zapatero. Todo ese mundo me merece mucho respeto. Por eso el disco incluye un homenaje al Trío Matamoros, Tú no, yo sí. De ahí viene todo.

"Me identifico con Bola de Nieve por su fidelidad a la cátedra y la libertad con la que levantaba el vuelo”

-¿Fue muy complicado el proceso de selección del repertorio de La guapería?

-Mucho, sí. Ya durante la gira de Si sucede, conviene sabía que quería hacer algo así. Me hice con una enciclopedia de música cubana y tanto Pepe Rivero como el trompetista Manuel Machado me enviaron sus respectivas playlists llenas de referencias. Además, Rosa Marquetti me abrió las puertas de la colección Gladys Palmera, con lo que tuve acceso a más de cien mil discos de vinilo. En un principio no discriminaba, sólo acumulaba, hasta que reuní como mil doscientas canciones que me apetecía grabar. La criba sí fue luego dolorosa.

-¿No le pesó la idea de que el suyo estaba siendo un ejercicio de arqueología?

-Había que hacer arqueología, pero mirando al presente. A la hora de hacer la criba de canciones tenía claras dos preferencias: una sonoridad orquestal, que nos permitiera jugar con metales y cuerdas; y letras que pudieran conectar con facilidad con el público actual. Las letras de los años 20, por ejemplo, están todavía muy influidas por el amor cortés, mientras que las que cantaban en los años 50 Olga Guillot y Bola de Nieve eran dramáticas en exceso. De manera muy natural me identifiqué más con las letras de los años 40, que son las que abundan en el disco.

-¿Es el bolero un género cubano a secas o latinoamericano por extensión?

-Es que piensa que pocos años después de que la vieja trova se aliara con el danzón, el bolero se había expandido por al menos otros diez países desde Cuba. Y que cada país lo hacía a su manera, aunque respetando la secuencia armónica propia del género. En México, por ejemplo, esta secuencia armónica adoptó la forma propia de la ranchera, y en Argentina lo hizo con el tango. A Laserie, por ejemplo, le gustaba mucho el bolero atangado. A mí también, por cierto.

-Pero, ¿cómo se lleva a su terreno un cantante de Málaga un bolero como Devuélveme mis besos?

-Fíjate, Bola de Nieve me fascina especialmente. Me identifico con él, con su libertad. Hacía lo que le daba la gana. Se mantenía muy fiel a la cátedra pero luego levantaba el vuelo, lo mismo al jazz francés que a Nueva Orleans. Ése es justo el modelo de músico que me gusta, el que dentro de una determinada forma se dedica a jugar. Siempre he pensado que Olga Guillot mordía igual que Lola Flores. Y luego, por supuesto, esos versos, Devuélveme los besos / o préstame la vida suenan rabiosamente modernos.

-¿Diría usted que La guapería hay un punto y aparte a otra cosa, a otro capítulo?

-Puede ser. Empezó siendo como un juego y terminó convirtiéndose en algo académico. En cualquier caso, este trabajo ha reforzado mi convicción de que la música tiene sentido cuando está viva, cuando se reinventa, cuando puedes jugar. Aunque sea un juego serio.

-¿La mayor conexión de La guapería con la ida y vuelta son las décimas de Alexis Díaz Pimienta?

-Sí. Le conocí a través de El Kanka, que estaba en un grupo de décimas con Jorge Drexler, Rozalén, Díaz Pimienta y algunos otros. ¡Escribí una y me aceptaron!

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