Crónica levantisca

juan Manuel / marqués Perales

Correa canta

MARIO Jiménez, portavoz de la gestora socialista, pasó ayer uno de los peores días de su vida política. Cuanto menos arisco en sus relaciones con el PP, el de Moguer se ató la lengua el mismo día que Paco Correa se deslenguó ante el tribunal que le juzga por el caso homónimo. "¿Siguen solicitando que Rajoy dé un paso atrás?". "¿Qué responsabilidades políticas se derivan de lo que hoy está contando Correa?". Una tras otra pregunta, el portavoz toreó como pudo; ahora hay que echar la legislatura a andar; Rajoy debe ser investido presidente, y luego ya se verá. Y que pase pronto esto, porque la maldición pitagórica del 170 más 11 amenaza de ruptura al PSOE.

Paco Correa cantó, pero confirmó, básicamente, lo que sostenía la Fiscalía Anticorrupción. Él trabajaba para Génova y en Génova, para actos, mítines y saraos electorales, en colaboración con Luis Bárcenas y Luis Sepúlveda, el marido de Ana Mato, apodado El Angulas por su afición a devorar estos alevines. Y del mitin pasó a cobrar a muchos empresarios cuantiosas mordidas por las licitaciones que les conseguía el PP allí donde gobernaba: en ayuntamientos, comunidades y Gobierno. De manual, el mismo 3% que se cobraba en la Cataluña de los Pujol. "Poco a poco, don Luis Bárcenas me fue dando juego". Y tanto, tanto que Correa acabaría de testigo en la boda de Ana Aznar y Alejandro Agag. En el capítulo siguiente será Bárcenas quien explique si la caja B del dinero de las mordidas era sólo suya, sólo del PP o una fondo en aparcería.

Ahora bien, acordado o no con otras alturas, Correa subrayó que, cuando Mariano Rajoy llegó a la presidencia del PP, tuvo que coger las maletas y marcharse a Valencia, donde seguían los Camps y las Barberás. El socio, Pablo Crespo, no se llevaba bien por Rajoy desde Galicia. En La Moncloa debieron suspirar, Rajoy ha sido, desde siempre, un tipo con suerte; el PP se hunde, Mariano resiste, Aznar es una piltrafa.

Pero la voladura de Correa está siendo un derribo controlado, él se atribuye toda la resposabilidad, exonera a sus colaboradores, como un buen padrino, y salva a una parte del PP. Y, además, muestra otras cartas que no quiere descubrir, pero avisa: su participación, por ejemplo, en el fondo ginebrino Soleado, donde invertía y escondía lo más granado del solar patrio. Y Mario Jiménez sin poder hablar, mordiéndose la lengua. Qué día perdiste. Juanma Moreno, avispado, te lo echará en cara algún día.

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