España

La historia se repite

  • Trece años después de la expulsión de su único presidente en el Principado, el partido afronta el riesgo de una nueva fractura antes de unas elecciones autonómicas

Casi trece años después de que el PP expulsara al que ha sido el único presidente del Principado de esta formación, Sergio Marqués, y que éste liderara una formación de cuño regionalista, los populares asturianos afrontan el riesgo de una nueva fractura antes de unas elecciones autonómicas.

En ambos casos el protagonista de la batalla es el entonces vicepresidente del Gobierno y secretario general del PP, Francisco Álvarez-Cascos, que se enfrentó entonces con Marqués hasta dejarle al frente de un Ejecutivo sin más respaldo parlamentario que el de cinco diputados autonómicos que no siguieron la disciplina popular.

Los protagonistas de aquella crisis nunca aclararon en su integridad las causas de la expulsión de Marqués, que hasta entonces mantenía con Álvarez-Cascos una relación muy cercana, y que llevaron al entonces secretario general del PP a proclamar que prefería "partido sin Gobierno a Gobierno sin partido".

Ya en la noche electoral de 1996, la de la primera victoria de José María Aznar, un sorprendido Sergio Marqués era interrogado por su identidad por uno de los guardias de seguridad contratados para seguir el escrutinio desde la sede del PP en Oviedo.

Dos años después, y tras un duro intercambio de acusaciones, el entonces presidente del Principado veía cómo su propio grupo parlamentario le retiraba la confianza mientras que sus fieles le empujaban a liderar un nuevo proyecto político, Unión Renovadora Asturiana, que logró cuatro diputados en las autonómicas de 1999 y sirvió en bandeja la mayoría absoluta al PSOE.

Álvarez-Cascos lideró en 2000 la candidatura del PP y obtuvo cinco de los nueve diputados en liza para consolidar la mayoría absoluta a nivel nacional y, como venía haciendo desde que dirigió su carrera política a Madrid, siguió tutelando desde la distancia las evoluciones del partido en Asturias.

Su progresivo distanciamiento con la dirección regional que él había impulsado le llevó en enero de 2004 a anunciar de forma solemne que, siguiendo el ejemplo de Aznar, daba un paso atrás en su actividad política, pero sin notificarlo previamente a la dirección regional del PP que, apenas a dos meses de las elecciones, daba por hecho que sería de nuevo su cartel en Asturias.

A partir de ahí, las críticas de Cascos a los responsables del PP en Asturias, y particularmente en Gijón donde inició su carrera política, fueron haciéndose cada vez más aceradas hasta el punto de renunciar a su militancia para darse de alta en Madrid.

Sus partidarios hicieron un último intento de retomar el poder en Gijón, la mayor Junta Local de Asturias, pero fueron derrotados por la actual presidenta, Pilar Fernández Pardo, a la que Cascos llegó a calificar de "indigna" y contra la que presentó una denuncia, posteriormente archivada, tras ser hallada en la basura una parte del archivo personal que conservaba en la sede gijonesa del PP.

A finales de 2009 la supuesta intención del ex ministro de retornar a la vida política asturiana, a la manera de su mentor, Manuel Fraga, comenzó a circular hasta que, de forma explícita, anunció su disponibilidad a encabezar la lista autonómica a partir de un congreso regional que renovase la cúpula del partido.

Diez de los doce alcaldes del PP le respaldaron y un grupo minoritario de diputados -en su mayoría con escasas opciones de repetir e incluidos algunos que apoyaron a Marqués- además de otros leales como el diputado nacional y ex presidente regional, Isidro Fernández Rozada, el dirigente con el que Cascos compartió de facto durante décadas el poder sobre el partido en Asturias.

"No ha cambiado nada, seguimos igual que en 1998. Nunca acabamos de superar aquella crisis", proclamaba hace escasos días un veterano diputado al que hace años el entonces general secretario ya recomendó que fuera buscando una ocupación al margen de la política.

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