Juan Manuel Cañizares, guitarrista

"Es bueno tener aspiraciones culturales para alimentar el espíritu"

  • Esta noche a las 22:00 horas Julio Cañizares, el maestro de la guitarra flamenca y sinfónica, ofrecerá el tercer concierto del programa Digital Granada Festival

Cañizares

Cañizares / Amancio Guillén (La Alhambra, Granada)

Sigue la serie de conciertos on-line del Festival Internacional de Música y Danza de Granada con la actuación esta noche en la Casa del Chapiz de Juan Manuel Cañizares. El programa tiene por título Cuerda del Alma, metáfora que ya utilizó para nombrar a uno de sus álbumes.

-Empezó en el flamenco a los seis años, y en alguna ocasión afirmó que fue de oído. ¿Qué le inspiraba por aquel entonces para tocar la guitarra de esa forma tan especial?

-Mis padres cantaban como una afición y en mi casa siempre escuché flamenco. Estuvo ahí como el aire, como el propio oxígeno. Nunca sabes cuando empiezas con esto realmente… Con seis años y pico me regalaron una guitarra pequeña, y con mi hermano empecé a ponerle tonos, falsetas… Y empecé así, con un juguete, en un ambiente donde oía mucha música.

-Quizá sea por eso considera importante no tener prejuicios ante la música. Esto es algo que se puede comprobar en sus discos. ¿Cree que lo que hace no tiene una clara definición?

-El hecho de no tener prejuicios aporta muchas ventajas: puedes aprender de muchos músicos. Si vas libremente, aprendes más. Se ensancha la creatividad, ves como otros se expresan, como sienten… Claro que hay que buscar una música a la que admirar muchísimo e ir adaptándola en cada estilo. El convivir con otra música te hace bien siempre. Pero primero se debe crear un filtro propio, identificado dentro de una cultura; y a raíz de ahí, conocer lo que casa y lo que no con lo que uno hace. El flamenco en mi caso es un género con mucha riqueza y puede fusionarse bien. Tiene un carácter propio y es difícil que se pierda, suena a Andalucía y es fácil captarlo cuando está integrado en alguna canción.

"El hecho de no tener prejuicios aporta ventajas: puedes aprender mucho de muchos músicos”

-Ha descubierto e interpretado obras de Rodrigo -como sucede con su último álbum- y Albéniz, ¿cómo logró llegar a ellas? ¿Qué fue lo más difícil para usted?

-Personalmente, tuve la suerte de empezar muy pequeño, en la calle. Entonces entré en el conservatorio y ya aprendí de cultura musical. Albéniz, Falla, Granados… Conviví con todos ellos. Había exámenes y había que pasarlos, por lo tanto tenía que aprender de ellos. Pero siempre me han atraído porque gran parte de su repertorio, estuvo influenciado por la música flamenca. Entonces, fue que descubrí vestigios del flamenco en esa música. Para mi es una actividad de investigación, ya que para trascribir esas obras, tuve que ver cómo sonaban las piezas tan antiguas.

-¿Cómo empezó?

La verdad, fue a raíz de la experiencia con Paco de Lucia, que interpreté esa pieza de Aranjuez; descubrí que faltaban algunas canciones. Paco, me dijo que si me atrevía a transcribir la Suit de iberia de Albéniz y le contesté que lo intentaría. Me acuerdo que él iba en el coche de copiloto, y yo iba con las partituras en el asiento de atrás -de gira por Italia-, y ahí fue que empecé a transcribir algunas. Así que más tarde me dio por pensar: Ahora que estoy sin las estrecheces del asiento de atrás de un coche, voy a ponerme a hacer otras transcripciones (ríe). Además, haciendo esto aprendo mucho. Tengo 13 o 14 discos de transcripciones.

-Y hablando de interpretación, también compone. De hecho, ha compuesto obras para el cine y el ballet. ¿Qué es lo que más le gusta de componer e interpretar?

-Pues estos dos procesos serían como leer y escribir. Se enriquecen igualmente. La composición es una maravilla, descubriendo cosas nuevas. En mi caso, yo empecé con piezas flamencas. Acepté la  invitación de la Filarmónica de Berlín para tocar en Madrid el concierto Aranjuez. Ahí empecé en el mundo sinfónico, y eso me llevó de ser un compositor solo flamenco a componer obras sinfónicas con mi impronta flamenca. Tengo ya tres conciertos para guitarra y orquesta sinfónica, siempre con tintes flamencos. Pero bueno, volviendo al tema, que en cualquiera de las dos fases se pasa bien. Es cierto que en interpretación se reduce más la creatividad, aunque siempre se puede improvisar. Muchas veces incluso me meto en terrenos complicados en el directo. En cierto modo, también la interpretación es un modo de creación, es una forma muy bonita de componer música en el escenario.

-A pesar de ser un académico de la música, profesor en la ESMUC y de haber interpretado obras tan complejas, también ha estado muy cerca de la música pop, rock e incluso fusión. Un disco muy personal, en el que usted ha puesto de su parte es el de Omega -con Lagartija Nick y Enrique Morente, entre otros-. ¿Cómo fue esa colaboración?

-Muy bonita, porque yo conocía a Morente ya con 14 años. Le acompañaba en la sierra de Madrid en sus conciertos, y estuvimos trabajando por allí. Teníamos mucha amistad, siempre lo pasábamos muy bien. A través de él, conocí a Lagartija –con quienes también tengo una estrecha relación-. Fue un álbum muy innovador, muy atrevido. Era un embolado complicado, complejo, pero una experiencia muy enriquecedora. Realmente se dio como una convivencia entre amigos, haciendo el disco sobre la marcha. Es un poco lo que brilla en él, esas ganas, esa vitalidad. Esa apuesta por crear algo bonito, con vida… Resultó una experiencia de conglomerado, entre la faceta personal de amistad y la profesional, de saber que todos estábamos poniendo nuestro grano de arena para hacer algo diferente.

"'Omega’ era un embolado complicado, complejo, pero una experiencia muy enriquecedora”

-En relación a esa “modernización del flamenco”, que aunque ahora está de moda llamarlo así, viene de mucho antes… ¿Le parece algo inevitable? ¿Cree que se alimenta demasiado el debate?

-El flamenco es una música viva que tiene otro tipo de tiempo. Que hablen es una forma de comprobar que efectivamente está vivo, que están pasando cosas… Pero no todo lo moderno llegará a ser vigente en el tiempo. Camarón y Paco de Lucía fueron muy modernos y siguen muy vigentes. Pero ha habido tendencias que no han seguido, fueron como una chispa que se encendió durante un tiempo pero que no siguió. Y ese debate, pues está bien partiendo del respeto, según lo que se considere… El tiempo dejó a Camarón y Paco, que no lo tuvieron fácil. De pronto salieron haciendo cosas muy distintas, y fueron criticados por los puristas. Lo que lograron componer tiene tal calidad que se ha quedado como algo clásico… Lo que se innova y cala y cala, pasa a la historia del flamenco.

- Ya que ha mencionado a Paco y Camarón, ¿Es usted de los que opina que comenzaron con esa modernización y academia del flamenco? Es decir, a unir como ese punto “salvaje” pero con calidad del flamenco.

- Ellos no tenían estudios musicales, pero eran muy estudiosos. Conocían toda la tradicción de artistas anteriores. Digamos que fueron puente entre el pasado y presente. Han sido enciclopédicos y han avanzado hacia un flamenco más elaborado, teniendo que subirse a escenarios de todo el mundo. Esto les llevó a tener que estudiar, cultivarse… A unos niveles fantásticos. Claro, no han sido tanto músicos de academia -porque no han creado academia-, pero sí escuela. Todo el mundo cantaba por Camarón y tocaba por Paco, la gente joven. Era como ver qué habían hecho ellos y a raíz de ahí, a ver qué podías seguir tú. Ya te digo, no han sido de conservatorio, pero han creado escuela. Cada uno de los artistas posteriores ha ido aportando algo de ellos a su música. Han abierto camino a las siguientes generaciones. 

- Y en cuanto al festival, del que ya ha sido partícipe con anterioridad, ¿Qué recuerdos tiene?

-Recuerdo uno de los últimos festivales con mucho cariño. Fue cuando estuve con Josep Pons y cantó Estrella Morente, además se celebró en la Alhambra. Me llevo un recuerdo muy bonito. Sobre todo con los músicos, la orquesta… Somos como una familia y lo mejor que hay es hacer música entre amigos.

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