Concierto inaugural del Festival de Música y Danza de Granada

Una noche de magia y música

  • Tras una mañana con las tradicionales fanfarrias, el Festival inauguró ayer su 70 edición con la OCG en un concierto dirigido por Paul MacCreesh con imágenes de Sánchez-Montes

Concierto inaugural del festival

Concierto inaugural del festival / Antonio L. Juárez

Estilo cofrade, mirando al cielo tras una noche de intensa tormenta que impidió algunos ensayos, arrancaba ayer la jornada inaugural de Festival de Música y Danza de Granada. Con la noticia de la ampliación del del aforo tras el cambio de situación epidemiológica de Granada, el 17 de junio ofrecía ya un  pronóstico despejado para el tarde y finalmente respetó el espectáculo inaugural dedicado a La magia de la noche. Una cita en el Palacio de Carlos V que reunión a la OCG y su coro con el director Paul McCreesh en un concierto especial que contó con la ambientación escénica de proyecciones e iluminación del cineasta granadino José Sánchez-Montes. Pero si el concierto inaugural arrancaba a las 22:30 horas, el primer día de la 70 edición del Festival de Granada empezaba mucho antes, a las siete de la mañana en las naves de Mercagranada.

La cita se abría con las tradicionales fanfarrias de metales y conjuntos de vientos por la ciudad. Un ritual que en esta ocasión quiso rendir un pequeño homenaje a los trabajadores de productos básicos y de distribución alimenticia, que han estado en primera línea durante los meses de la pandemia.

Así, desde primera hora empezó la música en el mercado central gracias a los intérpretes del Quintento de viento Quintenso. El resto del día se repartía por los mercados de abastos más populares de la ciudad: a las 12:30 en el Mercado San Agustín con la Fanfarria Federación Granadina de Bandas (Fegraband), que actuó también en Merca 80 y ya por la tarde en el Hotel Victoria, CaixaBank de Gran Vía y Plaza Nueva.

Y además del anuncio del inicio del Festival por las calles y plazas de la ciudad, también hubo un preludio en la Alhambra. John Williams y Anton Bruckner llegaron a diversos rincones del monumento (la Torre de la Vela, Palacio de Carlos V y Acceso al Generalife), con la actuación de la Fanfarria Real Conservatorio Superior de Música Victoria Eugenia.

Para el espacio alhambreño se reservaba como siempre el plato fuerte, el primer concierto de la 70 edición del Festival de Granada. Un espectáculo con el que el director del Festival de Música y Danza, Antonio Moral, quería rendir homenaje al escenario que enmarca las actuaciones del Festival de Música y Danza: la magia de las noches del verano en la Alhambra. Para ello encargó una nueva producción visual y escénica José Sánchez-Montes, sobre la enigmática Noche transfigurada de Arnold Schoenberg; y también para la versión de Mendelssohn de El sueño de una noche de verano.

El Festival de Música y Danza comenzaba a las siete de la mañana en Mercagranada

Pero antes, a las 13:00 horas en el Corral del Carbón, Antonio Moral inauguraba la muestra que la exposición 70 años Festival Internacional de Música y Danza de Granada, un mosaico de lenguajes, organizada por el Festival de Granada, que se ha programado en colaboración con el Legado Andalusí y el Patronato de la Alhambra y Generalife.

La muestra, comisariada por el ex director del Festival de Música y Danza, Enrique Gámez, reúne cientos de fotografías, montajes caleidoscópicos, un mosaico especial dedicado al FEX, documentos diversos de gran valor (partituras, dedicatorias, portadas de discos, premios, folletos históricos…), creaciones artísticas realizadas expresamente para la exposición y un precioso poema de Ángeles Mora: Yo, feminista, en un concierto… son algunos de los contenidos.

"El Festival de Granada, desde su creación por Antonio Gallego Burín hasta el actual director, ha tallado con mimo, a lo largo de sus 70 años, ese mosaico de tres celdillas (lenguaje artístico, interpretación y audiencia) incrustado en otro con tres teselas a su vez: arquitectura, jardines y paisaje. Y le ha añadido una séptima: los Cursos Manuel de Falla”, comentaba Gámez sobre la muestra, que podrá verse hasta el 25 de julio. Planteada como una reacción poética –dispuesta espacialmente a modo de patio o jardín– a ese mosaico heptagonal de sonidos, gestos, aromas o reflejos desde la mirada y la sensibilidad de tres artistas: Francisco José Sánchez Montalbán, Marisa Mancilla y Rosario Velasco, profesores de la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Granada.

Con la presencia de los principales representantes de las instituciones granadinas pero sin el tradicional cóctel de inauguración debido a la pandemia, daba comienzo la primera noche de la presente edición con las imágenes preparadas por Sánchez-Montes para recordar los 70 años de Festival de Música y Danza. Con ellas llegaba el turno de la primera de las versiones musicales sobre textos literarios: Noche transfigurada, de Arnold Schoenberg.

La historia de la composición es dilatada. En 1899, el músico, teórico musical y pintor austriaco de origen judío escribió una obra a partir de un poema de corte simbolista de Richard Dehmel, publicado en el poemario Weib und Welt (Mujer y Mundo).

El poema, arquetipo de su moral sexual antiburguesa, proporcionó al músico su primera obra maestra. La versión de Schoenberg, compuesta para sexteto de cuerda (dos violines, dos violas y dos violonchelos), se inscribía en un estilo tardorromántico, cromático, y se tituló Noche transfigurada. Su estructura conserva la del texto original: cinco secciones ejecutadas sin interrupción cuya música ilustra el argumento desarrollado a lo largo de las cinco estrofas del poema.

Este evoca el paseo de dos amantes a través de un bosque desolado una noche de luz de luna. La mujer cuenta al hombre que espera un hijo de otro que no ama. Compresivo, el hombre responde que su amor hará al hijo suyo.

La lluvia, que impidió algunos ensayos, respetó el esperado concierto inaugural

La versión original de este drama musical sin palabras se estrenó en Viena en 1902. Años después, en 1917, efectuó una segunda versión. Y en 1943, residiendo ya en los Estados Unidos, Schoenberg hizo una versión para orquesta de cuerda, que ha tenido casi más circulación que el original. Para esta primera mitad, Sánchez-Montes propuso una pieza muy sutil, con grabaciones que denomina “de largo recorrido” para no “distraer”, “no competir con la música”.

En la segunda parte llegó el turno de la música que Mendelssohn escribió para una representación de El sueño de una noche de verano. La Obertura, escrita en 1827, con 18 años, una auténtica obra maestra. A petición de Federico Guillermo IV, Mendelssohn completó en 1842 este trabajo con más piezas de música escénica (entreactos, secuencias vocales y melodramas que acompañan a los episodios declamados) para la comedia shakespeariana, estrenada en Potsdam en octubre de 1843. Una composiciones que demostraron su capacidad para atrapar el burbujeante mundo mágico de las hadas de Shakespeare y que estuvieron acompañadas de un nuevo audiovisual del cineasta granadino, en este caso con muchos más cambios de ritmo, con tributos a las distintas versiones que el texto del Bardo ha tenido a lo largo de la historia. Un alarde de fantasía y técnica a la altura de la ocasión merecía.

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