Las nuevas olas / No Ficción

Una avalancha de promesas

  • Casi una treintena de películas compiten en dos secciones heterogéneas donde los jóvenes son protagonistas.

Las dos secciones de Nuevas Olas reúnen algunas de las principales apuestas del SEFF. Se trata, en su mayoría, de películas jóvenes y transgresoras, muchas de ellas debuts que pretenden irrumpir con fuerza en el particular milieu festivalero. Con respecto a estos títulos, que cada cual negocie con su ojo; del resto, es preciso destacar algunos nombres. Es el caso, en Las Nuevas Olas, de Jean-Charles Hue y Virgil Vernier. El primero presenta Todos tus muertos (Mange tes morts, premio Jean Vigo de este 2014), el devenir ficcional del universo yéniche que protagonizara su documental Le BM du seigneur (2010), una comunidad semi-nómada de etnia gitana donde ahora se inyecta el espesor semántico y la gramática a contrarreloj de la tradición noir. Por su parte, Vernier continúa en Mercuriales con la particular arqueología imaginaria que cuajara estilísticamente en su anterior Orléans. Las strippers habitadas por la mitología de Juana de Arco de aquella cinta dejan paso aquí a dos chicas que en un París bajo incierta amenaza parecen asumir la influencia de Mercurio, aquel planeta que según los antiguos pertenecía a Apolo de día y a Hermes de noche.

En la sección gemela, Las Nuevas Olas No-Ficción, se acumulan títulos interesantes, empezando por National Gallery, el último Wiseman, donde la falta de filo incisivo se ve recompensada por la serenidad y el gusto por la belleza. Otros filmes a tener muy en cuenta son País de todo a 100 de Pablo Llorca, un viaje filmado en el que el cineasta recorre la España del pelotazo inmobiliario junto a un atónito amigo finlandés; Maidan, la urgente mirada documental de Sergei Loznitsa al estallido político y ciudadano ocurrido entre 2013 y 2014 en Ucrania; y Silvered Water, Syria Self Portrait, de O. Mohammed y W. S. Bedirxan, un impactante collage anónimo que da una imagen de la guerra de Siria distinta a la de los medios de comunicación.

Presente en el último Cannes, Silvered Water, Syria Self Portrait se estructura como un juego enunciativo de raigambre literaria (la correspondencia entre un director en el exilio y una joven en la patria herida), y da a ver la crudeza de la guerra a partir de la concatenación de imágenes anónimas (las que 1001 sirios capturaron con sus móviles o cámaras domésticas). Es una película que se atraganta, de ambiente apocalíptico y olor a gato quemado, pero que aspira a remontar el dolor.

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