Crítica 'Aimer, boire et chanter'

El gusto ha sido nuestro

Aimer, boire et chanter. Drama, Francia, 2014, 74 min. Dirección: Alain Resnais. Intérpretes: Sabine Azéma, Hippolyte Girardot, Caroline Sihol.

La obra de Resnais se cerró con esta gozosa película que nos transmite la alegría de filmar lo que se ama, la cultura popular filtrada a través del trabajo de los actores. Resnais los quiso a todos, a Azéma, a Dussollier, a Arditi, a Seyrig… y aquí, en otra versión a contracorriente de una obra Ayckbourn, otro casting de camaradas volvía a brillar en su versión más pasada de rosca. Quizás porque Alain, más que de Renoir, estuvo cerca de Guitry, y como él se fascinó ante la ceremonia del gesto y la palabra que acompaña a un verdadero actor cuando irrumpe en la imagen e imanta la atención; ése es el documental, ésa es la ficción.

Aimer, boire et chanter celebra la condición alquimista de Resnais, el cineasta impuro por antonomasia, poco preocupado por la originalidad, que enseñó al principio de su obra (en el trascendental tríptico Nuit et brouillard, Hiroshima mon amour y Muriel) todos los muertos que, como diría Daney, iban a mirarnos, a habitar espectralmente la totalidad de su cine. A modo de crítica, en su día Jean Narboni calificó esta inclinación de "pasión por el cadáver", pero la necrofilia de fondo sólo parecía una manera de exigir atención sobre el valor de la superficie, sobre la fragilidad de los materiales que la conforman y de lo que se pone sobre ellos, las pasiones humanas que comparten intérpretes y espectadores. Resnais volvió a representar aquí el único papel posible, el off, ese demiúrgico George Riley que reúne a la troupe de amateurs (sic) alrededor de su propia tumba después de haberlos persuadido con sus maquinaciones de que sus corazones dieran vida a los escenarios, a que sus sueños y devaneos oníricos se hicieran cargo del flujo de imágenes. Es este motor feliz e inquieto, este impulso que pone en marcha una maquinaria, el que se ha parado definitivamente, y ahora el desasosiego es real, es nuestro, y es para siempre.

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