Granada

El Cuarto Real de Santo Domingo, una opción romántica gratis

SE estaba bien a las once de la mañana, con cielo azul y ni chispa de frío, en la terraza de un bar de Puerta Real. Con Harry había quedado a las once y media pero preferí llegar media hora antes para tomarme un café y una media de tomate. Era una delicia encontrarse en aquella terraza desde la que se abarcaba con la vista toda la plaza, exento de dolores, de urgencias cotidianas, de inquietudes, de la condena bíblica de afanarse a diario en tareas desagradables para obtener el sustento; antes bien, disfrutando con uno mismo de un sabroso café que me fue servido con una sonrisa (el joven camarero estaba exento del canon de la malafollá que tanto abunda en su sector) y una galletita. Todo iba bien hasta que me vino la tostada. En casi todas las cafeterías granadinas te echan el tomate antes del aceite. Craso error. En cualquier bar de Jaén saben que si echas antes el tomate se forma una película sobre el pan que no deja traspasar el aceite. Aquí deben hacerlo así para ahorrarse aceite, porque si no, no lo entiendo. Se lo dije al camarero y éste me dio la razón, pero era la norma de la casa.

A las once y media llegó Harry. Ya había desayunado, por lo que de inmediato nos pusimos de camino.

-¿A dónde llevar hoy?

-Al Cuatro Real de Santo Domingo, que lleva unos meses rehabilitado y no sé cómo ha quedado.

-¿Qué ser Cuarto Real de Santo Domingo?

-Pues es un…. Bueno, vamos andando y cuando lleguemos te lo explico.

Es sábado, el primero de febrero, y la ciudad adquiere ese aspecto de preámbulo de fiesta. Los consumidores se echan a la calle con la esperanza de buscar algo bueno, bonito y barato que comprar. Aún es tiempo de rebajas. Y eso se nota.

Para ir al Cuarto Real de Santo Domingo solo hay que cruzar la plaza Mariana Pineda e ir hasta la Plaza de los Campos. Un trayecto de unos cinco minutos. En el camino Harry se interesa por una noticia que ha oído, esa en que un juez había dictado prisión incondicional para dos titiriteros granadinos por exaltación del terrorismo.

-Para mí ser anécdota lo que ha pasado. Un simple letrero -dice Harry.

-Es que exhibían un cartel en el que exaltaban a ETA y a Al Qaeda, al menos así lo ha interpretado el juez.

-Sí, pero eso no ser suficiente motivo para cárcel. Este país sorprender mucho a mí, cada día más. Todos esos corruptos que se han llevado mucho dinero a su casa están en la calle. El Pujol, Bárcenas, esposo de Infanta… Y van a la cárcel dos titiriteros… No buena justicia en España.

-Bueno, ahí te doy la razón, pero esos titiriteros parecen ingenuos. ¿A quién se le ocurre poner un letrero de esas características en un espectáculo infantil?

-Ya, pero no deja de ser anécdota, cosa sin importancia. No para prisión incondicional.

-Sí, es posible. De todas maneras, Harry, vamos a lo que vamos, que es el Cuarto Real de Santo Domingo. Antes que nada debo decirte que fue un hermoso palacio nazarí construido a finales del siglo XIII. Estaba situado entre almunias…

-¿Qué ser almunias?

-Eran huertas o fincas, que en este caso eran reales, por lo que es el único testimonio de almunia real que se ha conservado intramuros a la antigua ciudad nazarí. Se cree, Harry, que este es un antecedente directo de las soluciones arquitectónicas y decorativas plasmadas en los palacios de la Alhambra. Y ahora vamos a entrar.

La entrada al Cuarto Real de Santo Domingo es gratuita. A pesar de eso y de la magnífica mañana soleada que hace, hay poca gente. Inma, una de las amables encargadas de atender a los visitantes, nos cuenta que el Cuarto Real lleva abierto menos de un año y que muchos granadinos no saben siquiera que se puede visitar. A pesar de ello dice que durante los días de semana van muchos colegios y que poco a poco el edificio se va integrando en la ciudad.

El paseo por el jardín resulta relajante. El cielo azul se reflejaba en las aguas apacibles de una larga fuente por cuyos lados salen chorritos de agua. Un par de gatos adormilados acumulan rayos de sol entre la maleza de los parterres. Enfrente se alza poderosa la silueta del nuevo edificio. Al vernos llegar, un mirlo saltarín se aparta del sendero, al que vuelve tan pronto como habíamos pasado nosotros adelante. Aquí y allá, grupos de estorninos y alguna que otra tórtola picotean entre la hierba y huyen hacia las copas de los cipreses cuando notan nuestra presencia. El rumor del agua de una fuente hace bien su trabajo. Allí parece que el tiempo pertenece solo a aquel que es capaz de valorarlo.

El palacio, le explico a Harry, se lo apropiaron los Reyes Católicos cuando tomaron la ciudad y se lo dieron a la orden de los Dominicos, de ahí que a partir de ese momento se llamara Cuarto Real de Santo Domingo. Los monjes lo tuvieron hasta la Desamortización de Mendizábal, que pasó a manos privadas. Y en manos privadas ha estado hasta 1990 en que el Ayuntamiento de Granada se lo compró a la familia Dávila y Ponce de León. Fue declarado Bien de Interés Cultural y durante muchos años ha estado cerrado a cal y canto, siendo los únicos visitantes aquellos que se colaban saltando los muros para hacer los correspondientes destrozos.

Uno de los senderos del jardín lleva al edificio principal, donde podemos ver a través de unos cristales que pisamos restos de la antigua construcción. Un poco más adelante está la qubba, o sala de protocolos. Harry se queda impresionado al verla.

-Los moros saber hacer buena arquitectura -dice admirando los techos y las vistosas celosías.

-Según tengo entendido, Harry, esta qubba sirvió de inspiración a los que construyeron el Palacio de Comares, en la Alhambra.

Exceptuando la qubba, en aquel palacio casi nada es ya lo que era. Se sabe, porque un vídeo que se exhibe en el interior te lo explica, que esta sala de protocolo estuvo precedida por un pórtico de entrada de cinco arcos y con un pabellón a cada lado y una alberca. A continuación se disponía una alberca octogonal sobre un jardín de planta rectangular con andén central. Todo esto conformó el núcleo dedicado al aparato regio y ceremonial. A finales del siglo XIX todo esto fue demolido para construir el actual palacete decimonónico. La torre con su qubba quedó inserta como salón principal en el interior de dicha residencia. Los restos del jardín nazarí se encuentra bajo los actuales jardines, dispuesto en forma similar a como debieron estar en el siglo XIX.

A Harry le gusta la reconstrucción que han hecho del Cuarto Real de Santo Domingo. La sala de exposiciones (Juan Vida la inauguró y ahora hay una llamada Color Granada en la que han colgado sus cuadros 15 artistas) es amplia y luminosa. Y las estancias han adquirido el valor de lo nuevo. Han sido seis millones de euros lo que ha costado la rehabilitación del edificio.

-Mucho dinero para estar tan desaprovechado -dice Harry.

Le explico a Harry que el Ayuntamiento estudia darle un uso al edificio pero todavía no ha encontrado cual. Por lo pronto puede servir para que los ciudadanos y turistas disfruten de lo que fue un palacio nazarí que no está en el recinto de la Alhambra.

-Seguramente no venir tanta gente porque es gratis -dice Harry, que está convencido de que no se valora aquello que no cuesta nada.

-¿Sabes Harry? Estoy pensando que esta crónica saldrá el día 14 de febrero, que es San Valentín. Ese día podrías invitar a Dorothy a un paseo romántico por aquí. Quedarías bien y encima sería gratis.

-Dorothy y yo no estar enamorados, estar casados.

-Vale Harry. Muy profundo lo tuyo.

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