Diversión, la cura contra la anorexia y la bulimia
La asociación Adaner lucha por sanar los trastornos alimentarios con terapias de entretenimiento De cada diez personas enfermas, nueve son mujeres
Se estima que en Granada existen aproximadamente 2.000 personas con trastornos alimentarios. Esta no es una cifra fija, sino que varía dependiendo del seguimiento del tratamiento o de las épocas. La anorexia y la bulimia son enfermedades mentales con consecuencias físicas; la primera de ellas lleva al afectado a un estado de inanición y en la segunda se combinan atracones de comida que conllevan sentimientos de culpa y hace que el enfermo provoque su vómito.
Desde hace años, familiares y asociaciones buscan el mejor modo de ayudar y contribuir en la mejora de la calidad de vida de las personas que padecen trastornos alimentarios. En concreto, Adaner Granada lleva desde 1991 apoyando a los enfermos de anorexia o bulimia y previniendo a aquellos que puedan iniciar el mismo camino. A lo largo de todo el año la asociación realiza actividades y talleres de todo tipo, aunque quizá la actividad estrella sea su campamento terapéutico de verano.
"El campamento nace como complemento al tratamiento que llevan estas chicas. Intentamos que con estas actividades se normalicen todos aquellos aspectos sociales y reales en una actividad lúdica", reconoce Eduardo Oblaré, presidente de Adaner Granada. Oblaré se refiere a los participantes de la acampada en femenino y es que, de manera general, acuden a él en torno a un 90% de chicas y un 10% de chicos. La anorexia y la bulimia son trastornos que afectan en mayor medida a las mujeres; de cada 10 personas enfermas, 9 son del sexo femenino.
Uno de los grandes fines del campamento es que los participantes descubran que pueden vivir sin pensar en la alimentación o en su cuerpo, "queremos que ese sea el revulsivo para que ellas piensen que si lo han conseguido una semana, pueden seguir haciéndolo", añade Oblaré. Y es que durante la semana que ocupa la acampada -del 5 al 11 de agosto-, los chicos dejan a un lado sus preocupaciones gracias a la gran cantidad de actividades que realizan cada día. Se desarrollan, sobre todo, ejercicios de autoestima, de hablar en público y de canto. "Incorporamos incluso pequeñas dosis de ridículo para así normalizar una vida que antes teníamos y que la enfermedad se ha encargado de ocultar", señala el presidente de la asociación.
En esta acampada no se escuchan charlas sobre lo perjudicial que llegan a ser los trastornos ni se les recuerda a los participantes que están ahí debido a una enfermedad común. Cuando llegan, la organización intenta que, todo lo relacionado con la anorexia y la bulimia, quede fuera y puedan descansar de ese tema. Para Javier Rodríguez, monitor jefe,"el funcionamiento es prácticamente el mismo que el de un campamento normal, solo que está adaptado a este colectivo y a las características que tiene cada uno". Y una de esas características es la necesidad de estimularlos para que se alimenten. Por eso, alguna de las tácticas que se siguen, es la de realizar animaciones durante las comidas para que en ese momento no estén pensando en la alimentación.
La organización de un campamento de este tipo no es sencilla. "Tenemos que prever muchas situaciones en las cuales una niña que tiene bulimia, por ejemplo, y es propensa al vómito tenga la menor posibilidad de que pueda realizar cualquier tipo de estrategia", confirma Oblaré. Aunque no existe un control policíaco, los organizadores buscan todos los recursos posibles para que cuando los participantes lleguen a la acampada piensen que allí no pueden hacer nada que vaya en contra de su tratamiento. El lugar donde se realiza esta actividad se estudia hasta en su último recoveco. Las habitaciones no son mixtas y están compartidas por participantes y monitores. La explicación es simple: "si dejamos que en las habitaciones solo haya participantes corremos el riesgo de que puedan estar haciendo estrategias para ver cómo eliminar la cena. Si las habitaciones se comparten con voluntarias o psicólogas, por ejemplo, esto es algo que no pasa", aclara Oblaré.
Pero la actividad de Adaner no termina aquí. Durante todo el año, se realizan otros talleres. Se crean grupos de autoayuda para jóvenes con tratamiento ambulatorio, también existen estos mismos grupos pero destinados a familiares y se imparten, además, en torno a 80 y 100 charlas en colegios granadinos.
Los trastornos alimentarios no son enfermedades eternas ni tienen porqué ser el eje de nuestra vida. "Otro de los propósitos de este campamento es ir cumpliendo metas: muchas de ellas abandonan sus estudios, trabajos o sus ilusiones", añade Oblaré. Desde la asociación se pretende concienciar a aquellos que sufren anorexia o bulimia de que son capaces de empezar y acabar cualquier cosa, de que han empezado la lucha contra estos trastornos y de que la van a acabar.
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