Granada

Gallego Burín y la Manigua

  • Dicen que fue Gallego Burín el alcalde del siglo: adecentó media Granada, pero... ¿qué pasó con los vecinos de la Manigua? De casas de fulanas pasó a ser residencia de fulanos de tal

Dicen que Gallego Burín es reconocido como el mejor alcalde que haya tenido nunca Granada, "el alcalde del siglo" según Gallego Morell, su hijo. "Lástima que en todas nuestras ciudades no hubiera un alcalde como usted", dijo Torres Balbás en 1943. Estuvo en el cargo desde 1938 a 1951, con algún paréntesis. Sus obras de remodelación, renovación y saneamiento, respetando nuestro patrimonio histórico, artístico, paisajístico y urbanístico parecen evidentes; sobre todo si las comparamos con las actuaciones anteriores y posteriores. Aunque habría que cuestionarse a costa de qué pudo realizar tantísimas obras públicas y encima acabar con superávit en las arcas municipales.

Cuando en 1938 tomó posesión de la Alcaldía dejó escrito esto: "hay que volver por el gran estilo de Granada y hacer comprender que su interés y su valor supremo reside en mantener limpia y clara su espléndida silueta de ciudad de Arte… y mantenerla sin muertos narcisismos arqueológicos ni estúpidos caprichos modernizadores, sino sabiendo conservar normas y jugos tradicionales que son el alma de la ciudad y lo que da sentido de vida nueva y posibilidades de futuro". Así lo recordó en su conferencia, de contenido contradictorio, pronunciada en la Universidad el 23 de enero de 1943, titulada La Reforma de Granada.

Leyendo a los estudiosos del tema Julio Juste, Cristina Viñes, Gallego Morell y visitando las hemerotecas, resulta impresionante la cantidad de obras públicas que el alcalde acometió, aunque su afán renovador ya le venía de muy atrás como catedrático, intelectual y político, seguidor de Cambó y fundador de la revista Renovación allá por 1918.

Una de sus más populares obras fue la transformación del barrio de la Manigua, considerado como el del vicio y la prostitución, situado en pleno centro de la ciudad y al que ya se le quiso meter mano desde 1919. Hubo que esperar a la aprobación del proyecto en 1939. El barrio estaría limitado por las calles Reyes Católicos, Navas, San Matías y la Acera del Casino, con centro en lo que hoy son calle Ganivet y Plaza de la Mariana.

Dado el régimen político en que se vivía, Gallego Burín acometió las obras sin ningún tipo de oposición; no habían nacido los Ruedas, Cuencas, ni Puenteduras; además, tratándose de aquella España, había que quitar de la vista a estas capas sociales consideradas inmorales y marginales por aquello de la buena imagen; no sé si ha cambiado hoy la cosa, porque fariseos quedan unos cuantos. Milagro sea que algunos de los que aplaudieron el derribo no fueran clientes reputados del barrio. Pero es que además se prometía una muy interesante operación inmobiliaria de pingües resultados con la venta de los catorce solares. Expropiar primero a los vecinos y subastar luego a buen precio fue un recurso muy próspero para las arcas municipales, aunque pagaron el pato los de siempre.

Tras las indemnizaciones irrisorias a los expropiados, los solares fueron adquiridos por ricos capitalistas, empresas acreditadas e institucionales para levantar Correos, los Olmedo, el edificio de la Casa Pinord, el futuro Hotel Meliá, etcétera. Según leemos en la prensa el pleno del 21 de julio de 1939 acuerda por unanimidad desestimar todas las alegaciones y aumentos de las indemnizaciones; incluso hubo que sacar por la fuerza a dos vecinos que se negaban a vender sus casas; uno de la calle Reyes y otro de la Acera del Casino.

Nació la Calle Ganivet; algunos quisieron bautizarla como Calle Alcalde Antonio Gallego, a lo que se opuso rotundamente el ganivetiano alcalde granadino. El barrio fue inaugurado por Franco en 1943. El final fue que el barrio de fulanas pasó a ser céntrico alojamiento de fulanos de tal. Y ahí andamos. Cambian poco los tiempos.

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