Efeméride

El año de la calima en Granada, el fenómeno meteorológico extremo que cubrió la provincia de rojo

  • El 15 de marzo varios municipios despertaron cubiertos de un polvo rojizo, causando asombro entre sus habitantes

  • Doce meses después, las partículas siguen en el aire de la ciudad, pero su influencia es prácticamente nula

Una pareja en un mirador ante una Alhambra teñida por la calima.

Una pareja en un mirador ante una Alhambra teñida por la calima. / Antonio L. Juárez / Photographerssports

Faltan pocas horas para un día marcado en rojo en el calendario granadino, y nunca mejor dicho. El 15 de marzo de 2022 la provincia amaneció cubierta de un polvo procedente del Sáhara, que tiñó el paisaje de un tono plomizo y que enseñó a los vecinos añadieron un nuevo término a su diccionario personal, calima. 365 días han pasado desde entonces y la sociedad se ha terminado por acostumbrar a este fenómeno meteorológico, que no ha cesado aunque sí disminuido su intensidad desde entonces, que en su día causa sorpresa y conmoción. 

Justo un día después de se cumpliese el segundo aniversario del estado de alarma, las redes sociales se llenaron de fotos y vídeos inmortalizando una Granada rojiza, que también ocasionó más de un desperfecto en fachadas y vehículos de la provincia.

Y es que, más allá de las fotos de Instagram, la calima también implica serios riesgos para la salud, sobre todo en personas con problemas respiratorios. Según la Organización Mundial de la Salud, la media diaria de partículas en suspensión PM10 no debe superar los 45 microgramos por metro cuadrado y el 15 de marzo varios puntos de la provincia llegaron a superar estos niveles.

Aquel martes, sin duda, fue el pico en cuanto a polvo en suspensión, pero no el único. De hecho, una semana más tarde, el 24, cuando aún varias casas y calles de la provincia mantenían el polvo de la calima (el polvo no dejó de arreciar contra la provincia hasta varios días después), esta volvió a hacer acto de presencia en Granada, esta vez acompañada de lluvia y depósitos de barro, una situación que a buen seguro no sería del agrado de los vecinos que habían conseguido, por fin, devolver el blanco andaluz al exterior de sus viviendas. 

A partir de ese momento, calima y lluvia de barro terminarían por ser casi sinónimos en el parte de la Agencia Estatal de Meteorología, de hecho a principios de abril la borrasca Evelyn volvía a traer estos elementos a la provincia, lo que terminaría por convertirse en una tónica común. 

Poco a poco, la lluvia empezaría a remitir y, con ella, el barro que ensuciaba las calles de la provincia, pero el polvo sahariano sigue siendo una tónica común en las previsiones de la Aemet para Granada, aunque su influencia sobre el día a día de las personas es apenas notoria. Igual que el resto de elementos contaminantes, el polvo sigue en el aire, pero al no estar cubierta la ciudad por ese manto rojo su presencia pasa desapercibida para muchos. 

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