juan de dios molinero. presidente de la asociación de constructores y promotores

"Hoy por hoy el margen para que haya una nueva burbuja inmobiliaria es nulo"

  • La ACP celebra su 40 aniversario inmersa en un cambio de etapa para el sector

  • La promoción ya ve la luz al final del túnel, pero la obra civil sigue en crisis y lastrada por las bajas temerarias

El presidente de la Asociación de Constructores y Promotores, Juan de Dios Molinero, en la sede de la entidad.

El presidente de la Asociación de Constructores y Promotores, Juan de Dios Molinero, en la sede de la entidad. / reportaje gráfico: álex cámara

El próximo miércoles, la Asociación de Constructores y Promotores (ACP) de Granada celebra su 40 aniversario, cuatro décadas en las que ha visto cambiar el sector de la noche a la mañana. Ahora, superado lo peor de una crisis cuyas consecuencias aún marcan el día a día de las empresas, el sector encara una nueva etapa en la que el gran reto será equilibrar sus dos grandes pilares: la promoción inmobiliaria y la obra pública. Los constructores granadinos encaran este nuevo desafío bajo el liderazgo de Juan de Dios Molinero, elegido presidente del sector el pasado mes de noviembre.

-Hace siete meses que accedió a la presidencia de la ACP. ¿Cuáles han sido sus primeros pasos?

-Han sido unos meses muy interesantes, hemos estado inmersos en las actividades normales de la asociación y la preparación del cuarenta aniversario, que ha sido una carga de trabajo y de imaginación añadida a lo normal. Para mí ha sido algo novedoso, porque a pesar de haber formado parte de la Junta Directiva de la asociación, el cargo de presidente me hace estar mucho más cerca de muchos temas.

-En estos cuarenta años la ACP ha visto un poco de todo: el boom inmobiliario, una crisis inédita... ¿Qué le espera ahora?

-Como cualquier sector, el nuestro tiene sus ciclos y todo apunta que este es el inicio de uno nuevo, sobre todo en el sector de la promoción inmobiliaria. Hay más perspectivas de nuevos proyectos y promociones, la gente está más animada y los bancos también están más por la labor. La demanda está creciendo y la oferta se está reduciendo considerablemente. En el ámbito de la construcción de obra civil, la crisis va a tardar un poco más en terminar. Toda esta construcción depende de los presupuestos de las administraciones públicas y hasta que no se saneen las cuentas y haya una mejora económica más profunda creo que estará un poco más ralentizado.

-En esta nueva era ha cambiado todo radicalmente, ya no se hacen las cosas como se hacían...

-Efectivamente, todo ha cambiado. Evidentemente la experiencia, buena y mala, que hemos sufrido estos últimos años nos hace a todos situarnos en una realidad distinta con unas perspectivas distintas. Cada empresa en su ámbito tiene que adaptarse, han cambiado las circunstancias y de cara a un futuro más exigente hay que ser más profesionales y tener una formación más actualizada. Lógicamente esta crisis nos ha cambiado a todos.

-Hay quien alerta de la aparición de una nueva burbuja inmobiliaria por el importante ritmo de crecimiento que está experimentando el sector. ¿Hay posibilidades de un nuevo 'boom'?

-Es absolutamente falso y sin ningún soporte. Por tener un dato concreto, estamos en torno al 10% de lo que se hacía por aquel entonces. Estamos muy lejos. Y además no creo que se produzca ninguna burbuja inmobiliaria puesto que el sistema financiero, que es un gran regulador del propio negocio promotor, lo tiene muy claro: hoy por hoy las promociones que se ponen en marcha están contadas por los múltiples requisitos que las entidades financieras, con todo el sentido, ponen a los promotores y al proyecto. Tanto el promotor como la entidad financiera lo que persiguen es tener unos proyectos viables, y esa viabilidad fundamentalmente se basa en las ventas o las preventas. Todos los proyectos que se están acometiendo tienen ya un nivel de venta o preventa muy elevado; hoy por hoy el margen para que haya una nueva burbuja es nulo. Ahora se construyen viviendas para vender viviendas. Hemos aprendido mucho de nuestros errores, al igual que las entidades financieras. La precomercialización es un anticipo de que el proyecto va a tener un cierto éxito.

-¿Las entidades financieras ya miran con buenos ojos al sector?

-Están acercándose al promotor muy tímidamente, y la que se acerca pone unos requisitos y unos condicionantes a veces difíciles de cumplir, incluso por promotores solventes. Con el paso del tiempo se irá mejorando.

-Las propias entidades han tenido un papel protagonista en esta crisis inmobiliaria, debido a la cantidad de activos que han quedado en sus manos. ¿Han dado prioridad a lo suyo?

-Lógicamente han querido limpiar sus balances y sanear sus cuentas y luego ya dar entrada a otros productos. Lo que sí es cierto es que a casi todas las entidades financieras les queda todavía muchísimo por depurar, tanto en suelo como en vivienda. Viviendas les quedan menos, porque estos años se han ido vendiendo poco a poco; pero el suelo es un producto muy concreto. Tienen todavía mucho y tardarán años en depurarlo.

-En estos años ha cambiado la oferta y los métodos de venta. ¿Ha cambiado también la demanda?

-Cada cliente tiene unos requisitos distintos, pero en general el cliente ahora es más exigente, más conocedor del mercado, de las características técnicas de las viviendas, más conocedor incluso de las características financieras. Hay una cultura mayor y eso también es positivo, ya que hace que el promotor profesional tenga que estar a un nivel muy alto.

-Poco a poco se ha ido consumiendo el stock. ¿Lo que queda ya es una bolsa de viviendas residual? ¿Es necesario iniciar nuevos proyectos para cubrir la demanda?

-Quedar quedarán cosas, porque lamentablemente todavía siguen entrando, aunque en menor volumen. Al sector le quedan todavía viviendas por vender, pero en estos nueve años de crisis se han ido reduciendo. Los bancos han tenido una ventaja y por eso han vendido: han podido bajar los precios de una forma muy significativa. Eso le ha venido bien al comprador y mal al promotor, porque ha sido una competencia muy difícil a la que enfrentarse. Ahora quedan unas viviendas que quizá no se vendan nunca por su situación o por el propio deterioro que han sufrido.

-¿Cuál va a ser ahora la evolución de los precios?

-Los precios empiezan a repuntar ahora. Este año la idea es que suban en torno a un 3%. En el producto vivienda la diferencia fundamental es el precio del suelo. Conforme el suelo sea cada vez menor y las expectativas de venta vayan subiendo, ese suelo se irá incrementando y también lo hará la vivienda. Ya hace tiempo que se ha dejado atrás la tendencia de bajada de precios y ahora estamos en el sentido contrario. Ojalá seamos capaces de mantener unos precios estables, porque eso es bueno para todo el mundo.

-La situación de la promoción inmobiliaria contrasta con la de la obra civil, que sigue aquejada por la falta de impulso inversor de las administraciones. ¿En qué situación se encuentran las empresas?

-Las empresas están mal. Quieren mantener su personal y su infraestructura, y lo que persiguen es quedarse con la poca obra que sale, incluso con bajas muy importantes, algo que es contraproducente para el sector y para la propia obra. Lo que desde aquí demandamos de una forma muy clara a todas las administraciones es que esas bajas temerarias, que se producen en las licitaciones públicas debido a la falta de obra, las regule la propia administración. Las consecuencias de estas bajas son varias: una, la propia obra no se va a hacer con la calidad tanto material como temporal que es necesaria, como por ejemplo el AVE; y dos, la propia empresa se puede ver abocada a no poder terminar la obra y que sea su losa. Aparte, demandamos la gran cantidad de infraestructuras que hay pendientes en Granada desde hace muchísimo tiempo y que es fundamental y básica para la provincia, para su desarrollo y su competitividad. Tienen que apostar todas las administraciones en esa línea, y ese tendría que ser el inicio del nuevo ciclo en la obra civil.

-¿Las bajas temerarias o desproporcionadas son entonces muy habituales?

-Se producen en la mayoría de las licitaciones. Una de nuestras reivindicaciones es que se limiten las bajas en los pliegos de condiciones. Realmente es muy complicado que una obra con una baja temeraria se haga. En obra de edificación un 30% de baja es una barbaridad, ningún promotor privado aceptaría una baja del 30%. Si un edificio vale 10, puede haber una empresa que la ejecute por 9, pero de ahí a que valga 6 es inviable. Eso es imposible: el ladrillo vale lo que vale y a los trabajadores hay que pagarles lo que se les tiene que pagar. Ese tipo de obra al final o no se termina bien o no se termina.

-¿La carga que hay de infraestructuras pendientes sería suficiente para sacar adelante al sector de la obra civil?

-Sí, claro. Solo de obras de depuración hay 150 millones de trabajos pendientes... Hay necesidades inmensas de infraestructuras que tendrían que estar ya hechas y que mejorarían ya no solo la situación de las constructoras, sino de todo el tejido empresarial. Esas infraestructuras mejorarían la competitividad de Granada. Tenemos que recuperar el atraso que llevamos de diez años. Nuestros políticos tienen que entender que tienen que mirar por el conjunto de la provincia y tienen que remar todos en la misma dirección.

-¿Qué papel juega ahora el sector de la construcción en la economía de Granada y a qué aspira?

-En términos de empleo, ahora mismo estamos en unos 15.000 empleos y veníamos de 50.000 en los años 2006 y 2007. Creo que tendríamos que estar en un término intermedio. 25.000 o 30.000 empleos sería un nivel sensato de actividad del sector. Nos queda todavía muchísimo recorrido. Mantener esos 15.000 empleos a día de hoy nos está costando trabajo, fundamentalmente porque la obra pública está estancada y obra privada hay, pero ni mucho menos al volumen que debería.

-Al margen de la licitación de obra pública, ¿qué le pide el sector a las administraciones? ¿Os sentís respaldados con los distintos planes que se han puesto en marcha para reactivar el sector?

-El sector está totalmente descreído de todos los planes habidos y por haber puestos en marcha. No han funcionado. Lo único que pedimos los empresarios es que las administraciones garanticen un marco claro de seguridad jurídica y menor presión fiscal. Con eso, no queremos ni subvenciones ni ayudas de ningún tipo, sino que nos dejen trabajar. En términos de legislación, nos hemos acostumbrado a ir a borbotones, que cada administración, consejería o ayuntamiento legisle por su cuenta, parcheando unos sobre otros. Tenemos una gran cantidad de legislación contrapuesta. La seguridad jurídica no es que haya más leyes, sino más claridad y transparencia. También pedimos más celeridad en los plazos, porque los retrasos hacen mucho daño al sector y es un tiempo perdido e improductivo.

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