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MÉDICO militar, oficial médico de la Marina, catedrático y médico de Cámara de la Corte, nació en Sant Martí Sarroca, Alt Penedès (Barcelona) el 15 de septiembre de 1746. Hijo de Ramón Queraltó y de María Jorba fue bautizado en la iglesia de Sant Martí, según consta en el Libro de Bautismos que se encuentra en el Arxiu Diocesa de Barcelona. Murió en Madrid el 11 de abril de 1805. No se tienen datos sobre su niñez ni sobre su adolescencia, sí se sabe que procedía de una familia de pequeños hacendados que se dedicaban a la agricultura.
Una vez terminada su formación primaria, estudió dos años Teología, pero su gran inclinación por la medicina le hizo abandonar esos estudios y pasar a ingresar en el Real Colegio de Cirugía de Barcelona con el fin de iniciar la carrera de medicina. A los tres años ganó, en brillante oposición, una plaza de Practicante Mayor del hospital del Colegio.
En el año 1775, ingresó en el ejército como segundo ayudante médico, recibiendo la orden de incorporarse a la flota que zarpaba con rumbo a Argel. Al regreso de la diezmada escuadra, se le encargó de la asistencia facultativa a los heridos que desembarcaron en Alicante, procedentes de la citada expedición. Una vez concluida su misión fue restituido a su antigua plaza de Practicante Mayor en el hospital de Barcelona.
En 1776 fue comisionado para trasladarse a Cádiz y embarcar, en calidad de consultor, en la escuadra al mando del General Pedro de Cevallos que zarparía del puerto de la citada ciudad el día 13 de noviembre con rumbo a Buenos Aires.
A su llegada se le confió la dirección del Hospital Militar establecido en la Isla de Santa Catalina. Embarcó en Montevideo, zarpando con destino a España el 30 de junio de 1778, arribando al puerto de Cádiz el 10 de septiembre.
Para finales del otoño ya se encontraban en la Península todas las tropas y navíos de la expedición. A su regreso fue destinado, con el empleo de consultor al campo de San Roque. Acto seguido fue comisionado por S.M Carlos III para que se trasladara, junto con sus compañeros, Navas, Solano, Jarais, Rodríguez y Lacaba, a Londres (hospitales de Guy y St. Thomas) y París (hospitales Hotel-Dieu y La Charité) a fin de ampliar conocimientos en los centros citados, que eran los mas prestigiosos de aquella época, y posteriormente aplicarlos en el Colegio de Medicina que el Rey había decidido establecer en Madrid. Hospital Hotel-Dieu (París) y St.Thomas (Londres). No se tienen datos sobre el tiempo que permanecieron en París y Londres, pero debió de ser del orden de tres años, el mismo que pasaron Gimbernat y Ribas, que fueron anteriormente con una misión similar.
Una vez de vuelta, S.M. Carlos III nombró a Queraltó Cirujano Honorario de Cámara de la Corte y Catedrático del Real Colegio de Medicina y Cirugía de Madrid, titulado de San Carlos, cuyo proyecto, presentado por Gimbernat y Ribas fue aprobado en 1783, aunque se pondría en marcha de forma oficial unos años después. Durante estos años obtuvo los Doctorados en Medicina y Cirugía. En 1795 fue nombrado, por S.M. Carlos IV, Cirujano de Cámara efectivo y director de los Hospitales Militares de Navarra y Guipúzcoa Durante la guerra de los Pirineos contra las fuerzas francesas de la Convenciónel 17 de marzo de 1796, siendo director del hospital de Navarra, en el que tuvieron que asistir a gran cantidad de heridos procedentes de la contienda, consigue un método para tratar la curación y pronta cicatrización de las heridas de armas de fuego que tendría una gran importancia en la cirugía del siglo XIX.
Parece ser que Queraltó escribió un tratado de cirugía y otro sobre el tratamiento de las heridas por armas de guerra, pero lamentablemente no ha sido posible su localización. Sólo se tienen noticias de ellos por las citas aparecidas en diferentes libros o memorias científicas. Sería interesante recordar aquí una de las citas del gran historiador español Félix Torres Amat: "Ningún cirujano en Europa ha simplificado y reformado el tratamiento de las heridas por arma de fuego como el Sr. Queraltó. A él deben los cirujanos españoles el haber sido los primeros en separarse de la opinión general que consideraba venenosas las heridas por arma de fuego y en desterrar de nuestros hospitales la práctica bárbara de sajarlas y mudar su figura. Queraltó fue el primero que enseñó a conducir las heridas por armas de fuego a una pronta cicatrización cubriéndolas con unas simples hilas, un vendaje y unos fomentos emolientes o calmantes cuando lo exigía el dolor; y su pericia salva aún en el día a muchos militares que en sus graves heridas creyeron perdidos para siempre sus miembros..."
En el año 1800, después de unas malas cosechas, provocadas por catástrofes meteorológicas, que llevan a sufrir hambrunas a la mayor parte de la población del sur de la Península, produciendo una desnutrición que les deja sin defensas ante las enfermedades, se declara una epidemia de fiebre amarilla, parece ser que introducida por los puertos de Cádiz y Sevilla, que se extiende a toda Andalucía.
Ante una situación tan calamitosa Queraltó se trasladará a Sevilla para estudiar la forma de tratar la epidemia y organizar los medios sanitarios. Una vez cumplida su misión, se publica un opúsculo en el que aconseja una serie de normas sanitarias titulado Medios propuestos por D. José Queraltó para que el pueblo sepa desinfeccionar y precaverse, si vuelve a reproducirse la epidemia que le ha consternado (Sevilla 1800). Esta misión afectó notablemente a su salud durante el resto de su vida.
De Sevilla fue destinado a los ejércitos de Castilla la Vieja y Extremadura y a mediados de 1801 tuvo que regresar a Madrid por motivos de salud reincorporándose a su cargo de Cirujano de Cámara en la Corte. En 1802, a petición del Rey, el gran pintor Francisco de Goya, considerado como el mejor retratista de la corte realizó un retrato del médico catalán. Dicho cuadro quizá pueda figurar entre uno de los mejores retratos masculinos realizados por el genial pintor.
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