Entrevista a Manuel Menduiña | Medicina Interna del Hospital Virgen de las Nieves de Granada

"Necesito ver la cara de mis pacientes, tocarlos, explorarlos... Las teleconsultas no valen para todo"

  • Reconocido como el mejor médico internista de España por segundo año consecutivo, Manuel Menduiña recibe la noticia en un momento muy complicado y quiere compartirlo con todo el personal sanitario que "pone su corazón, su alma y su vida" en esta pandemia

Manuel Menduiña, médico internista del Hospital Virgen de las Nieves de Granada.

Manuel Menduiña, médico internista del Hospital Virgen de las Nieves de Granada. / Antonio L. Juárez (Photographerssports)

Manuel Menduiña ha sido reconocido por segundo año consecutivo como mejor especialista en Medicina Interna de España en los Doctoralia Adwards 2020. Un año que será histórico y el más duro en su profesión. Por eso, este médico que trabaja en el Hospital Virgen de las Nieves de Granada quiere hacer extensivo su premio a todos los compañeros y personal sanitario que "están poniendo su corazón, su alma y su vida" en esta pandemia del coronavirus. Incluye a todos, también administrativos, de limpieza, mantenimiento... 

"Este premio me provoca sentimientos encontrados, un sabor agridulce por todos los pacientes que sufre y que perdemos y por todo el esfuerzo de tantos compañeros en un momento tan crítico". Menduiña explica que el reconocimiento de este premio se fundamenta en "una manera de ver la Medicina", la suya, que es de cercanía y proximidad al paciente, de empatía, de atención directa... Y eso es justo lo que en estos tiempos está faltando en su profesión por culpa de las medidas de seguridad del Covid. 

En el último año, los hospitales y la atención especializada han tenido que poner en un segundo plano lo menos urgente, que son muchas otras enfermedades no Covid que afectan a tantas personas, algunas de ellas muy "frágiles", además de implantar casi de forma sistemática las consultas telefónicas. Las teleconsultas se han mostrado como una solución para un momento complicado, pero Menduiña advierte del "peligro" que entrañan. "Están bien para rellenar un hueco, de gente con dificultades especiales de movilidad, para seguimientos... Pero hay que ver a los enfermos", explica el internista granadino.

"Yo necesito ver la cara de mis pacientes, tocarlos, explorarlos... Las teleconsultas no valen para todo", continúa su explicación, vía telefónica, con su habitual tono pausado y casi hipnótico; unos modos con los que es fácil imaginar el efecto tranquilizador y hasta reparador que han de sentir los pacientes frente a este especialista. Con más motivo, teniendo en cuenta que suele tratar a personas con dolencias crónicas o muy persistentes, que desesperan a las personas y en las que también influye el estado de ánimo. 

Menduiña pide a las direcciones médicas, tanto las que le afectan como a las de cualquier centro sanitario, que se restablezca el modelo de consulta presencial "en cuanto sea posible", porque se encuentra muy preocupado por aquellos pacientes de otras muchas enfermedades ajenas al Covid que ahora se pueden sentir de algún modo abandonados o relegados. "Algunos pretenden que se extienda este modelo de consultas sin ver al paciente, pero en muchos casos se hace una presunción diagnóstica sin tener todos los elementos".

La distancia es el efecto más inmediato que este virus ha difuminado en todos los ámbitos. Como internista del Virgen de las Nieves de Granada, uno de los hospitales más castigados de España con el coronavirus, por la alta incidencia que ha tenido entre la población a la que asiste, y con varios brotes internos durante este año, este médico reconoce que todo esto es un antes y un después en su carrera y en su vida. Pero una de las cosas que dice llevar peor es la "impotencia por el sufrimiento de familias y pacientes hospitalizados o en las UCI, que solo pueden tener noticias a través de las llamadas de teléfono, frías y deshumanizantes".

Recuerda una y otra vez durante la entrevista a sus "compañeros" enfermos o muertos por el coronavirus durante los últimos meses, "personas llenas de vida, con proyectos, con familia, que ya no están por hacer su trabajo". En este punto, esta periodista, que entrevistó a Menduiña durante la primera oleada de la pandemia por su primer premio, percibe una diferencia notable, un resquemor o una "decepción" como él mismo reconoce, "con la respuesta de la gente". 

Hace nueve meses transmitía el agradecimiento y la emoción que él y sus compañeros sentían por los aplausos y el reconocimiento social que se había instalado como un sentir general. Pero ahora, en plena tercera ola y con todo lo pasado en estos meses que parecen siglos, Menduiña explica que los médicos y otros profesionales que trabajan en la asistencia, se sienten ahora "muy poco comprendidos por una sociedad que no colabora".

Están "cansados de la montaña rusa" y se refiere en concreto a lo sucedido durante la Navidad, un período en el que "se sabía lo que iba a pasar", pero ha pasado. "La gente no se cree esto, no reaccionan hasta que no está toda la familia infectada, algunos hospitalizados y hasta tienen que padecer muertes". Para este médico, sería necesario que la sociedad viera más imágenes de lo que ocurre dentro de una UCI, donde "también hay mucha gente joven". 

"Nos hemos acostumbrado a las cifras de cientos de muertos diarios, parece que somos insensibles, y eso es un riesgo muy grande, incluso en mi profesión, porque si no reaccionas, si no se te pone el nudo en el pecho ante ciertas cosas, mal asunto, es para colgar la bata". Pero este médico asegura que, por el momento, entre el personal sanitario lo único que sigue viendo es un conjunto de personas que están dando mucho más de lo que es su obligación, unidos entre sí, aunque cada día más agotados.

"El reconocimiento tiene que llegar de la sociedad, porque los políticos van a su conveniencia, y creo que mis compañeros se merecen más que un aplauso a las ocho; la mejor señal de respeto sería que la gente tuviera precaución para no contagiarse".

Manuel Menduiña se agarra a la esperanza de la vacuna "como a un clavo ardiendo", como todos en realidad; pero eso sí, advierte de que puede generar un efecto de relajación muy peligroso. No nos libraremos de la mascarilla al menos hasta el año que viene, es su pronóstico.

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