Donde el Metro se muere de risa

Los vecinos de Albolote y Maracena, donde las obras ya están listas, lamentan que la vida de las localidades continúe a medio gas por el parón de la inversión · Los trabajos concluidos comienzan a estropearse

Imagen de las vías terminadas y valladas del Metro que cruzan por Maracena.
David Lendínez / Granada

29 de octubre 2011 - 01:00

La frontera entre el Cerrillo y Maracena la marca apenas una calle. El primero es una barriada de Granada y el segundo ya no pertenece a la capital. Las diferencias son meramente espaciales. Si uno no tiene muy claro en dónde está, basta con mirar el estado de las obras del Metropolitano. El tramo Maracena-Albolote lleva tiempo terminado, con sus vías, su césped... A partir del Cerrillo está todo más en bruto, los tubos sobresalen sin conexión y predomina el hormigón.

El bar Ideal está justo en el límite. Aurelio Rodríguez lo regenta desde hace dos décadas. Recuerda que el 10 de enero abrieron una zanja en la puerta de su establecimiento y ahí sigue, aunque ya han crecido matojos a su alrededor. Contesta resignado cuando se le pregunta que el Metro no funcionará hasta como mínimo 2013. Su negocio se ha resentido con la actuación, aunque también le echa la culpa a la crisis.

Reconoce que medio aguanta y que cuando ya no pueda más, "pues nos iremos a paseo". Lo peor de las obras es que dice que parece que su negocio está cerrado. Tampoco debe sentir demasiado consuelo cuando apenas ve movimiento en los trabajos. "Vienen pocos obreros, a medir, a ver las vallas...".

Ayer dos de ellos, con chaquetones fluorescentes, conversaban debajo del puente de la entrada a Maracena que soporta los coches que transitan por la circunvalación. Miran, comprueban y se montan en un turismo.

Las vías comienzan cuando comienza Maracena, que ha quedado partida por la mitad con la nueva infraestructura. Hasta hace pocos días, habían solucionado uno de los problemas de esta localidad: el aparcamiento. Los conductores aprovechaban este espacio para dejar sus vehículos. Comenzaron estacionándolos para hacer unos recados, luego fueron dejándolos algo más de tiempo y al final eran noches enteras. Ya no se puede hacer. Unas vallas lo impiden. Se decidió poner cerco porque ya hasta los camiones se adentraban en las vías y se temía que el piso pudiera terminar cediendo. Cayó alguna que otra multa.

El tramo Albolote-Maracena aguanta bien el tipo, a pesar de la paralización de las constructoras por el impago de la Junta de Andalucía y a pesar de las últimas lluvias. No obstante, algún desperfecto ya se observa.

En un banco conversan tres personas mayores. Dicen que a ellos ya no les va a hacer falta montarse, pero coinciden en ver mal lo que está pasando. "Esto ha costado mucho dinero. No tendría que haberse empezado", apunta uno. Diferencian el Camino de Albolote de Blas de Otero. Saben que los comercios y las tiendas han sufrido y que cuando se podía aparcar en las vías los negocios lo han notado. Para bien, claro está.

Algunos se apenan de ver cómo la obra se deteriora. Han escuchado que por Albolote se han llevado cables de cobre de electricidad e incluso tapetes del césped artificial. Al Ayuntamiento no le consta ninguno de estos incidentes. A simple vista todos están e incluso la mayoría de los árboles sobrevive. Será la sociedad Metro de Granada la que tenga que asumir los desperfectos que se generen hasta su puesta en marcha.

La oficina de información acristalada que hay en el centro de Maracena está cerrada a cal y canto y empapelada con anuncios de particulares. Simboliza más de lo que aparenta.

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