La Trinchera | Pablo Luque | Día 30

Día 30: Un viernes en la Catedral

  • Debemos ser especialmente cautelosos y exquisitos en nuestras acciones personales y en nuestros actos comunitarios

Día 30: Sábado de Catedral

Día 30: Sábado de Catedral

Días de inusitada profundidad espiritual. Para los mayores y para nuestros hijos. Nos encantó sentarnos una tarde en la mesa camilla, y ver en la pantalla un Papa con un mensaje que prendió en nuestros corazones. En el confinamiento aprendemos: a rezar, a oír cómo rezan nuestros hijos. En las noches, una carta a Jesús que a las diez a través de Instagram lee José Antonio Villena. Los domingos a las una, desde San Justo y Pastor, congrega a familias que acudíamos todas las semanas. Ahora es una Iglesia desnuda, sola, de puertas cerradas. Nosotros, en la mesa camilla. Siempre el televisor. Familias recibiendo a Jesús en el televisor. Quién lo iba a decir…

La Conferencia Episcopal recomendó seguir la celebración de la Eucaristía en los medios. Un Decreto de la Congregación para el Culto Divino, pidió que las celebraciones tuvieran lugar «sin la presencia del pueblo» y que los fieles pudieran seguirlo a través de los medios de comunicación. En España, diócesis como Madrid, Sevilla, Bilbao, etc., dispensan del precepto dominical, cerrando puertas de sus parroquias. En una entrevista al Cardenal Reinhard Marx, hasta recientes fechas presidente de la Conferencia Episcopal alemana, afirmaba que “estas medidas no se proponían contra la libertad religiosa individual”, significando “el correcto fundamento de las prohibiciones de culto”. Lo dice un cardenal que acude a diario a la Catedral de Munich desde donde, sólo, preside una eucaristía también retransmitida.

Es inequívoca la postura de la Iglesia al respecto. Como la supongo en la diócesis de Granada y su arzobispo D. Javier. Por más que cierro los ojos, no veo justificación alguna a la suspensión el pasado vienes de los oficios celebrados en la Catedral para su transmisión en directo. Cierro los ojos e intento buscar veinte personas en la Catedral. Por su dispersión, me cuesta trabajo hasta situarlas y encontrarlas. ¿Saben lo que son veinte personas en su amplitud? Cierto que, aun en el convencimiento de que la suma de veinte personas responderá a una justificación personal y de relación con el templo, podía haberse evitado. Pero nunca por el arzobispo, a quien injustamente se sitúa en el ojo del huracán, sino por los propios asistentes. Conocedores que nuestro ejemplo social es el arma para penetrar en una sociedad que abandona sus creencias; conocedores que estos tiempos se muestran propicios para maximizar el encuentro personal con Dios, para ahondar en la intimidad de nuestra fe y en el sentimiento de pertenencia a nuestra Iglesia; conocedores de ello, debemos ser especialmente cautelosos y exquisitos en nuestras acciones personales y en nuestros actos comunitarios.

Hasta aquí mi análisis como creyente. No como jurista. El Decreto regulador del estado de alarma autoriza la asistencia a los lugares de culto y a las ceremonias religiosas, condicionado a la adopción de medidas que eviten aglomeraciones, de manera que se garantice la distancia entre ellos de, al menos, un metro. Conclusión: fue un despropósito legal la orden que justificó la intervención y suspensión policial. En eso se resume todo. Y sin mayor trascendencia, proceder a la apertura del correspondiente expediente en averiguación de responsabilidades administrativas y/o políticas. El tema no da para más.

En el día 30 cansa que saquemos de contexto cualquier cosa. Me perdonáis, ¿verdad?

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