Crisis del Covid-19

La actividad en los polígonos de Granada sigue pero a puerta cerrada

  • Calles vacías pero plazas de aparcamiento totalmente ocupadas es la imagen de los espacios industriales del cinturón

El alma de la economía en Granada está en su tejido productivo. En sus fábricas y sus polígonos, que guardan una suerte de encanto entre tanto palé, naves y plásticos acumulados en los contenedores de basura. Desiertos en la noche y bulliciosos por el día, una manera de testar si se están cumpliendo las normas de confinamiento obligado por el Real Decreto de estado de alarma, es ver la actividad que registran. Y sucede algo extraño.

Evidentemente ayer no había la vida de siempre, pero todas las plazas de aparcamiento, siempre codiciadas en todos los polígonos, seguían estando ocupadas por coches. Sin embargo, no se veía apenas gente. La actividad se realizaba dentro de las naves, que también parecían cerradas. Parece que está siendo más importante seguir produciendo o trabajando que quedarse en casa. Algunos no tendrán otro remedio que correr un riesgo que cada vez es mayor.

Sorprendía a primera hora de la mañana que en la entrada de los principales polígonos como Juncaril (Albolote), y el Tecnológico (Ogíjares), no hubiera controles de acceso y seguridad de modo preventivo. En este último suele haber mucha actividad en naves de productos chinos, que se veían cerradas a simple vista. Los controles más bien estaban situados en las entradas y salidas de la Circunvalación, como el que había dispuesto la Guardia Civil para salir hacia la Carretera de Málaga a primera hora. Es en ese momento del día cuando más movimiento de automóviles se produce en la jornada.

La actividad en los municipios del cinturón metropolitano sí parece congelada, como la mayoría del tiempo en la capital. En Santa Fe, los operarios municipales desinfectaban las farolas del casco histórico. El reguero húmedo sobre la calzada adoquinada delataba el paso de una máquina limpiadora minutos antes.Atarfe, Alhendín, Las Gabias, La Malahá... Las calles estaban desiertas, aunque algún negocio, como un bar en la localidad de las salinas, permanecía con la persiana casi levantada por completo. Un grupo de cinco personas mayores charlaba en la misma Plaza de la Libertad, nombre que ni pintado para los días que se viven.

Tampoco perdonaron los que viven del campo, como un grupo de agricultores que recolectaba hortalizas en una finca junto a la futura Segunda Circunvalación. Al menos ahí es más fácil mantener la distancia de seguridad de un metro. Responsabilidad en tiempos de penuria. Difícil tesitura.

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