El acusado de provocar un accidente en el que murieron dos jóvenes cuando conducía ebrio tras un día en la feria de Baza, en el Norte de Granada, ha asegurado que estaba "perfectamente" para subir al coche, ha negado exceso de velocidad y ha dicho que se fue del lugar de los hechos porque ya había mucha gente auxiliando.

Lo ha hecho en la primera sesión del juicio que se celebra con jurado popular en la Audiencia de Granada, en la que ha recalcado que no conducía con exceso de velocidad y ha justificado el alcohol en sangre detectado en las cervezas que se tomó mientras esperaba a ser atendido en el servicio de urgencias del hospital.

Los hechos se remontan al 11 de septiembre de 2017, fecha en la que el acusado compartió un día de feria con su tío, una jornada que ambos comenzaron sobre las 14:00 horas y en las que consumieron cerveza, con y sin alcohol, según ha testificado el acusado.

Tras salir del ferial, ambos estuvieron en una estación de servicio ubicada en la A-92 donde se tomó "una jarrita" de cerveza con alcohol antes de subirse a su vehículo, con el que tuvo un accidente en el que murieron dos jóvenes y una tercera persona resultó herida, los tres de entre 20 y 22 años.

"Estaba perfectamente", ha asegurado el acusado, que a preguntas del fiscal ha dicho que comenzó a conducir de Baza a Orce, su municipio de residencia, porque podía hacerlo "normalmente".

Aunque al menos un conductor testificó que tuvo que esquivar al acusado cuando circulaba por la A-92 poco antes del accidente, él ha negado un exceso de velocidad y ha mantenido que igual iba a 130 kilómetros por hora, "pero no a mucho más".

"Cuando me di cuenta estaba encima, intenté esquivarlo y no pude", ha recordado sobre el momento en el que colisionó con el coche en el que viajaban las tres víctimas, que se salió de la vía y dio varias vueltas de campana en una recta con un cambio de rasante.

Su defensa, que ha pedido la libre absolución o la alternativa de un año de prisión, ha apuntado que el coche en el que viajaban las víctimas circulaba a una velocidad "anormalmente" lenta, lo que podría haber influido en los hechos.

El acusado ha explicado que se bajó del coche y estuvo un rato allí parado, que se acercó hasta el vehículo siniestrado, pero que no quiso mirar, y que como había llegado ya ayuda, "me retiré". "Estaba muy nervioso, con mucha ansiedad, y había ya gente", ha apuntado para justificar la omisión del deber de auxilio.

Según le ha recordado la Fiscalía, no alertó a emergencias, pero sí hizo en media hora otras nueve llamadas a amigos, familiares y al dueño de un taller antes de marcharse del escenario de los hechos.

Ha reconocido que antes de irse del punto del accidente intentó mover su coche, pero ha dicho que no fue para huir, tras lo que saltó la mediana y se marchó caminando. La Guardia Civil encontró entonces a su tío, que esperaba sentado fuera del vehículo y con evidentes signos de embriaguez, y que dijo ser el responsable y conductor del coche.

El procesado fue atendido en urgencias, donde le hicieron un análisis que arrojó una tasa de alcohol en sangre de 2,14, unas pruebas que, según su letrado, no fueron consentidas. Sobre esa tasa de alcohol, el acusado ha asegurado que, como no lo atendían en urgencias, se fue al bar del hospital y se tomó allí "dos o tres cervezas en quince minutos".

Ha negado además sufrir problemas con el consumo de alcohol pese a que tenía una sentencia previa condenatoria por conducir ebrio y, tras el accidente, se sometió a un tratamiento contra la adicción.

La Fiscalía calificó provisionalmente los hechos como un delito de conducción temeraria en concurso con dos delitos de homicidio imprudente y uno más de lesiones imprudentes, junto a un delito más de omisión del deber de socorro, por los que ha pedido una condena a ocho años de cárcel y otros seis sin poder conducir.

El juicio continuará este martes con la declaración de la joven herida en el accidente mortal.