Medio ambiente | radiografía del arbolado en la capital

Más de 400 árboles mueren cada año por vandalismo, obras o accidentes

  • Los ejemplares no fallecen de forma súbita sino que pueden seguir viviendo muchos años en condiciones que los convierten en un riesgo

  • Existe un inventario con las especies enfermas

En silencio, la salud de los árboles que dan vida a calles y plazas de la ciudad va apagándose sin que nos percatemos de ello. Solo la vigilancia del equipo de botánicos que trabaja en la ciudad es capaz de sacar a la luz un diagnóstico que da la voz de alarma. Porque los árboles no mueren de forma súbita, de repente, sino que tras su degradación pueden estar aún viviendo durante muchos años pero en unas condiciones que los convierten en un elemento de riesgo que desaconseja que permanezcan de pie en la vía pública.

La renovación del arbolado es algo inevitable ya que una vez que se dan estas circunstancias hay que sustituirlo por una nueva planta. Pero ¿por qué muere un árbol? Además de por el hecho de ser seres vivos (y por tanto ser inevitable que mueran naturalmente), a la vida de un árbol 'urbano' se van sumando una serie de factores derivados de carencias y limitaciones del lugar de plantación, que no suele reunir las condiciones ideales para la mayoría de las especies. Estas condiciones poco favorables hacen que el árbol se degrade antes de lo esperable y que sus expectativas de vida se vean reducidas.

En principio, la longevidad de un árbol tiene que ver con la especie botánica a la que pertenece. También hay que tener en cuenta que un árbol en cultivo -es decir, fuera de su medio natural- va a vivir menos años. Y si ese árbol se cultiva en mitad de la ciudad, en el alcorque de una acera moderna, todas las circunstancias le serán tan adversas que hasta los de las especies más longevas no suelen pasar de los cincuenta años.

Se mueren principalmente por incapacidad para obtener del medio los recursos adecuados para seguir creciendo, lo que induce un permanente estado de enfermedad que finaliza cuando el árbol es vencido por los hongos que degradan su madera. Entonces es necesario recurrir a las talas con el objetivo de anticiparse al desplome por efecto de la gravedad de un ejemplar degradado.

Pero hay más. Aparte de las circunstancias que llevan a los árboles urbanos hacia la degradación y muerte, se dan muchas otras agresiones directas al árbol que hacen que éste fracase antes de lo previsto, entre ellas excavaciones en su entorno vital, impactos de vehículos, daño causados por condiciones atmosféricas extraordinarias, vandalismo... En todos estos casos se actúa talando aquellos ejemplares que por motivos de seguridad dejan de ser aptos para desarrollarse en la ciudad.

Desde el área de Medio Ambiente del Ayuntamiento explican que la renovación del arbolado urbano se viene haciendo casi ininterrumpidamente desde hace más de treinta años. "En general cada año se reponen unos quinientos árboles. De ellos tan solo unos cien casos corresponden a sustituciones por fracaso de ejemplares ya desarrollados que llegan al final de su vida útil por decrepitud o enfermedad. El resto de los casos corresponden a reposiciones anteriores destrozadas por vandalismo o daños graves directos a un ejemplar por accidentes de tráfico, obras..."

Esos 500 árboles que cada año se reponen apenas suponen el 1,08% de los 46.000 ejemplares que existen en la ciudad. "Se trata de una tasa de renovación lógica y necesaria para que siempre sigan esos 46.000 árboles", argumenta el equipo técnico.

En Granada las talas se realizan de forma continua a lo largo de todo el año y son el paso previo para reponer un nuevo árbol, concentrándose esta tarea especialmente en los meses anteriores a que se produzca un nuevo crecimiento o sobrecarga de peso en las copas, esto es, en los meses iniciales del otoño, antes de los temporales. El objetivo de estas actuaciones es evitar incidentes en estas épocas de mayor riego de fracturas y caídas y tener preparados los sitios de plantación para los nuevos árboles que se hacen en invierno.

Desde el área municipal de Medio Ambiente están intentando renovar este año varias alineaciones de álamos situadas en el paseo de la Fuente de la Bicha, en el barrio de Mirasierra y en la Carretera Antigua de Málaga. Además se van a renovar unos veinte olmos de la Avenida de la Constitución "que se mantienen en pie casi de milagro".

También se continuará con la lucha contra los ailantos: un árbol ornamental muy utilizado en jardines públicos en el sur de Europa, originario de China, de crecimiento rápido y muy resistente a la contaminación. Estos árboles se han convertido en una especie invasora, de hecho muchos de los que hay en Granada son de origen espontáneo y se encuentran, además, en mal estado. "Es fácil encontrar por la ciudad plantas nuevas que, a pesar de las protecciones, están al límite de lo aconsejable y otros alterados por diversas incidencias y vandalismos", argumentan los técnicos, quienes reconocen que generalmente se reponen árboles en el 90% de los sitios de plantación disponibles tras las talas. "Se dan casos en los que al preparar la planta descubrimos algún impedimento para realizarlo (generalmente la existencia de infraestructuras) y se renuncia a reponer una nueva planta, pues ese suele ser el motivo del fracaso de la planta anterior. Pero hay que insistir en que el objeto de las talas es siempre la reposición de un nuevo árbol".

La caída de árboles en la vía pública puede llegar a matar a una persona. En Granada los accidentes graves no son frecuentes, aunque sí han dejado heridos graves. En todos los casos, un árbol se cae por dejar de ser efectivo su anclaje al suelo, generalmente por la degradación de las raíces y "ayudado" por circunstancias meteorológicas adversas que suelen ser el desencadenante. La clave de todo es la degradación de las raíces, que suele estar ocasionada por modificaciones y limitaciones en el medio de desarrollo del árbol.

No se puede predecir cuál va a ser el momento en el que va a caerse un árbol. "Hay que estar atentos a la continuidad de las condiciones de su medio de desarrollo y a las manifestaciones de decaimiento visibles en copa y hojas. Un ejemplar muy degradado es muy probable que caiga, pero también se dan casos de caídas de ejemplares aparentemente aún viables".

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