Aromas y sabores

Primum Familiae Vini

  • Cuando el compromiso con la vitivinicultura de excelencia y los valores de empresa familiar sostenible van más allá del vino

Algunos de los vinos de PVF.

Algunos de los vinos de PVF. / M. L.

La idea data de 1991, cuando Robert Drouhin y Miguel Torres (segunda generación), dos de los productores de vino más reputados del mundo, conversaban acerca de las dificultades de su arte, de la forma de entender el vino de cada cual y del reto y la complejidad que supone gestionar una empresa familiar. Su conversación inspiró el proyecto de organizar un encuentro anual donde un selecto grupo de representantes de las familias del vino más importantes del mundo pudieran compartir su talento y conocimiento colectivo en la búsqueda de una mayor excelencia. Al año siguiente, su plan se convirtió en realidad. Decidieron crear la base de una asociación informal de empresas familiares que hoy en día sigue siendo única en el mundo del vino, y probablemente también en el mundo empresarial en general. Va más allá de las fronteras geográficas y de las habituales competencias comerciales entre distintas corporaciones.

Han pasado ya más de 30 años desde que se creó Primum Familiae Vini (PFV), una asociación de doce familias de reputados vinicultores tradicionales, que unieron sus esfuerzos como empresas familiares para intercambiar experiencias y filosofías, además de compartir soluciones a los problemas comunes a todas ellas.

La PFV es la crème de la crème de los productores de cada región. A esta asociación se accede tan sólo por invitación y por voto unánime por parte de los demás miembros. Todas estas grandes bodegas disfrutan de una altísima consideración a nivel internacional y, en conjunto, cuentan con una experiencia combinada de 3.500 años de producción de vino. Entre sus integrantes hay bodegas que surgieron en el siglo XIV, XVII y XVIII. El resto fueron fundadas en el siglo XIX. Tan sólo una de ellas se creó en el siglo XX (Famille Perrin en 1909).

Se autodenominan Custodians of a Part of their Respective National Heritages (Vigilantes de sus Respectivas Herencias Nacionales) y la lista de miembros forma parte del elenco de productores de vinos más importantes del mundo. Los requisitos básicos son que todas las bodegas deben ser de familias propietarias de sus viñedos y poseer tanto un prestigio como una reputación internacional intachable por sus vinos. En los últimos años, algunas bodegas han tenido que abandonar PFV al dejar de ser propiedades familiares. Es el caso de Mondavi (California, USA) en 2005 y el de Paul Jaboulet Aîné (Ródano, Francia) en 2006.

Pierre y Jean Luis Brun de Vian-Tiran. Pierre y Jean Luis Brun de Vian-Tiran.

Pierre y Jean Luis Brun de Vian-Tiran. / M. L.

La estrecha relación entre las familias de PFV también facilita el intercambio de información valiosa relacionada con la viticultura y la producción. Cada año, a su vez, un miembro de la asociación es elegido presidente. El espíritu de la asociación se define en unos estatutos que obligan a las familias pertenecientes al club a respetar la filosofía de las denominaciones de origen a las que pertenecen, conscientes de que su marca es uno de los máximos exponentes del prestigio alcanzado en las distintas zonas de vinos.

Otras máximas son el respeto al entorno, la potenciación de la viticultura de calidad con una expresa defensa del terruño y el apoyo al estudio de la interacción del vino y la salud, investigando y divulgando los efectos benéficos del vino. Los miembros se comprometen a defender y divulgar estos valores en todos los foros posibles. Los doce miembros de la PFV son: Marchesi Antinori (Toscana), Baron Philippe de Rothschild (Burdeos), Joseph Drouhin (Borgoña), Domaine Clarence Dillon (Burdeos), Egon Müller Scharzhof (Mosela), Famille Hugel (Alsacia), Pol Roger (Champagne), Famille Perrin (Valle del Ródano), Symington Family Estates (Portugal), Tenuta San Guido (Toscana), Familia Torres (varias DDOO de España) y Vega Sicilia (Ribera del Duero).

Dos de sus objetivos son ser sinónimo de calidad excelente y sostenibilidad y combinar la herencia familiar con la innovación, y por ello decidieron animar a otras empresas familiares a seguir siendo independientes y mantenerse centradas en la calidad y los valores positivos y entre otras cosas, crearon el Premio PFV, dotado con 100.000 euros, un galardón que se otorga cada año a una empresa que tenga sus mismos valores pero fuera del mundo del vino. Así este año, han elegido a una empresa familiar fabricante de seda y lana independiente, Brun de Vian-Tiran, en Francia, regentada por la octava generación de la familia.

Brun de Vian-Tiran fue fundada a orillas del río Sorgue en 1808 en la Provenza francesa y ha sobrevivido a guerras, crisis y a la competencia internacional durante más de dos siglos. Pierre Brun –séptima generación- buscó descendientes de la oveja merina española importada por Luis XVI en 1786 y ahora tiene a 15 rebaños locales con los genes merino originales produciendo lana fina para ellos. Pierre y su hijo Jean-Louis, siguen comprando lana a pastores locales en las zonas de Arles y Alpes, pero también han viajado a Mongolia para encontrar a pastores locales que estuvieran produciendo lana de camellos muy jóvenes cerca del desierto de Gobi, lo que supone unos ingresos adicionales para los pastores y un magnífico ejemplo de sostenibilidad, así como la continuación de un modo de vida ancestral. Las doce familias PFV creen que a través de este premio pueden utilizar sus largas historias -y la fama de sus vinos– para animar a empresas familiares independientes a continuar sus proyectos y favorecer la excelencia del producto, el relevo generacional y la responsabilidad social. Estos valores son fundamentales para los doce productores de vino miembros de la PFV.

Jean-Louis Brun, Director General de Brun de Vian-Tiran declaró al saberse elegido: "La entrega de este premio nos emociona especialmente porque con las familias miembros de PFV no solo compartimos valores familiares sino que también tenemos en común buscar lo mejor que puede darnos la naturaleza y revelar su belleza a través de nuestra intervención humana. Actualmente represento a la octava generación a la cabeza de la empresa familiar y este Premio PFV va a permitirnos seguir avanzando por el camino de la innovación apoyando proyectos de desarrollo en el diseño. Me enorgullece continuar con la aventura Brun de Vian-Tiran que, a través de la creación de telas, objeto eterno, consolida el compromiso de una familia con la tierra y la maestría francesas desde hace siglos”.

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