Granada

La despedida más grande en su último servicio a la Guardia Civil

  • La Catedral acoge el funeral de José Manuel Arcos, el agente asesinado de un disparo en Huétor Vega

  • Fue condecorado a título póstumo con la Cruz de la Orden al Mérito con distintivo rojo

"Hoy te hablamos a ti. Padre, hermano, compañero, amigo. Jose, estamos aquí por ti, por todo lo que has dado y todo lo que has dejado. Hoy hacemos nuestro último servicio juntos. Qué extraño será no verte entre nosotros, no escuchar tus consejos, no sentir esa valentía única e irrepetible, tu solidaridad infinita. Naciste para esto, lo sabes, sin querer recibir nada a cambio. Te fuiste luchando, como siempre. Qué pena, no pudimos estar todos contigo. Tu vida se basaba en tres valores fundamentales: familia, trabajo y deporte. Hoy no solo te honramos tus compañeros, también tus amigos y familiares. Eres una persona de retos. Seguiremos tu ejemplo y dedicación. Por eso, hoy despedimos al hombre más grande, en el templo más grande de la ciudad más grande. Te hacemos una promesa: jamás tu familia estará sola. Tú harías lo mismo por nosotros, nunca dejaste atrás a nadie. Ya estás con tu padre. Como tú decías de él, ahora tú cuidarás de nosotros. Un abrazo amigo, te queremos".

Durante el acto fúnebre celebrado en la Catedral de Granada para dar el último adiós a José Manuel Arcos, el guardia civil que murió asesinado de un disparo el lunes en Huétor Vega, uno de sus compañeros del Cuerpo tomó la palabra y le dedicó esta despedida. Un adiós lleno de dolor y sentimiento a un agente que "dio su vida para salvaguardar la seguridad de los demás" y que contó con centenares de asistentes que trataron de arropar a la familia y mostrar su agradecimiento y solidaridad a la Guardia Civil.

El acto congregó a centenares de personas en la Plaza de las Pasiegas

Eran sobre las nueve de la mañana cuando la gente comenzó a llegar hasta la Plaza de las Pasiegas. Mientras tanto, en la Comandancia de la Guardia Civil, el director general del Instituto Armado, Félix Azón, imponía a título póstumo la Cruz de la Orden al Mérito con distintivo rojo al agente Arcos. Un acto íntimo y sencillo al que sólo asistieron familiares y allegados y tras el que el féretro con el cuerpo del agente partió hacia la Catedral.

Con algo de lluvia empezando a descargar sobre Granada y ante un silencio absoluto tan solo roto por el repique de las campanas, el cortejo fúnebre con los restos del agente Arcos comenzó a abrirse paso entre una multitud que se congregó para darle el último adiós.

Bajo la mirada de dos centenares de compañeros de la Guardia Civil -entre ellos la agente en prácticas que se encontraba junto a Arcos cuando recibió el disparo-, así como de unas 300 personas, entre las que se encontraba el ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska; el delegado del Gobierno en Andalucía, Alfonso Rodríguez Gómez de Celis; la consejera de Justicia, Rosa Aguilar; así como otros representantes institucionales de Granada, ocho agentes del Puesto de La Zubia portaron a hombros el féretro que, cubierto con una bandera de España, fue aproximándose hacia la puerta de la Catedral entre los acordes del himno nacional y la marcha fúnebre, interpretados por la banda del Cuerpo. Justo detrás, los familiares y allegados del agente Arcos abrazados, que no pudieron aguantar las lágrimas cuando el final de la melodía rompió el silencio con un sonoro aplauso al son de varios 'Viva la Guardia Civil'.

La Catedral estaba repleta. Incluso había gente de pie en los laterales. En el centro, ante el altar, el féretro custodiado por ocho agentes. La imagen era estremecedora, por lo que, por respeto a la familia, se pidió que los medios no tomasen fotografías durante la homilía, la cual arrancó poco antes de las diez menos cuarto de la mañana.

"No hace ni una semana que estábamos homenajeando a los caídos durante el acto de la patrona. Honor era la palabra más grande que había en la Comandancia. Nadie podía imaginarse que unos días después habría un miembro de la Guardia Civil que sacrificaría su vida por nosotros". Con estas palabras, el arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez, abrió un acto fúnebre que se prolongó durante aproximadamente una hora, en el que no faltaron las palabras de agradecimiento al agente Arcos y a todo el Instituto Armado. "Son de los que hacen que durmamos tranquilos y vivamos seguros", manifestó monseñor Martínez, que pidió "compromiso contra el crimen, el terrorismo y las drogas".

Durante el acto fúnebre, que estuvo acompañado por la voz de la salmista de la Catedral, Verónica Gosh, se vivieron momentos de dolor, como durante las palabras dedicadas por sus compañeros, pero sin duda alguna, el más estremecedor se dio tras la homilía. Precedido por varias coronas de flores, con los centenares de agentes en formación dejando un pasillo central en la Plaza de las Pasiegas, que parecía congelada por la dureza del momento, un aplauso colectivo silenció el repique de las campanas: el féretro salía a hombros de la Catedral.

Tras ello, sonó el himno de la Benemérita y La muerte no es el final, mientras los ocho compañeros del agente Arcos llevaban su cuerpo hacia el coche fúnebre. En ese momento, sus dos hijos, primero él y luego ella, se acercaron desde atrás a besar la caja en la que portaban a su padre, una imagen que volvió a repetirse con aún más dureza y dolor al introducirse el féretro en el coche fúnebre. Semblantes serios, lágrimas y abrazos, despidieron el acto cuando el cortejo comenzó a marcharse hacia el cementerio de San José, donde en un acto íntimo el agente Arcos recibió sepultura.

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