Sin freno en el coste de la vida
20 aniversario Granada Hoy
Para gran parte de la gente joven los términos “comprar” y “vivienda” son un oxímoron en sí mismo
El coste de la vida, en general, ha incrementado tanto que la subida de sueldos no le coge el ritmo
Granada huele igual que hace 20 años pero no respira de la misma manera. La ciudad sigue recibiendo por miles a turistas de todo el mundo, los bares abren y encienden cocinas, los autobuses se llenan y el centro recibe enjambres de paseantes en sus horas punta. Puerta Real sigue siendo el centro, centro, y los granadinos esperan cada año un otoño que, amén del cambio climático, continúa durando apenas cinco tardes hasta que se abre la puerta del congelador que es Sierra Nevada.
No cambian los kioskos vendiendo ‘los papeles’ desde primera hora ni las cafeterías llenas de almas con sueño antes de que se inaugure la jornada. Enjambres de madres y padres llevan como pueden a niños resignados caminando al compás que les permiten las mochilas cada año más pesadas y los atascos determinan la banda sonora de las primeras horas de los días laborables.
Nada de esto cambia en la foto tomada hace dos décadas, pero sí lo han hecho las cifras que determinan el movimiento de las vidas de los granadinos: la economía real, la de las casas.
Hace 20 años, el 14 de septiembre de 2003, salía el primer número del nuevo periódico de la ciudad. Granada Hoy olía a nuevo y llegaba para ser cronista y analista de las horas de la capital y la provincia. Para contar qué le pasaba a la vecina de La Chana, al ferretero de Fígares al que habían cortado la calle por obras, también cambios como las subidas del IBI o dónde se había colocado una nueva zona azul de aparcamiento.
Lucía tenía 15 años cuando el primer número de Granada Hoy llegó a su casa bajo el brazo de su padre, quien también llevaba una figurita de ajedrez metálica consigo obsequio del diario de su primer coleccionable. “Lo han sacado hoy mismo, tiene muy buena pinta, hijo del Diario de Cádiz”, dijo el hombre.
Es miércoles por la mañana, han pasado 20 años desde aquello y esta mujer, que cuenta meses para los 35, piensa bastante a menudo, heredera de su condición generacional, que cuando su padre apareció con ese periódico tendría pocos años más que ella, disfrutaba de un trabajo más que estable, un sueldo y una casa adosada en propiedad. Tiene la impresión de que en 2003 ‘el coste de la vida’ era más indulgente en general, y especialmente, por comparación, con quienes compartían entonces su franja de edad.
El coste de la vida es ese índice en boca y mente de todos, que explota cuando se compra atún o se echa gasolina y que, básicamente, se traduce en cuánto dinero entra al mes en un hogar y cuánto cuesta cubrir las necesidades ordinarias. Lucía sale de casa a por una compra básica en el barrio tras hacerle un bizum a su casera de 750 euros por el alquiler. Tiene suerte, comparte gastos con su pareja y entre los dos sueldos no viven especialmente ahogados. Lucía rectifica: tiene MUCHA suerte: su casera no le ha subido el precio del alquiler en los más de 3 años que llevan allí. Pese a tener dos sueldos, piensa, no pueden ni pensar en comprar una vivienda. En 2003 acceder a la compra de un piso en Granada rondaba los 100.000 euros, y hoy es una quimera encontrarlos de nueva construcción por menos de 200.000.
Vivienda, alimentos y suministros
La vivienda de segunda mano es otra opción, y sobre esto leyó hace unos meses en Granada Hoy que la ciudad está arrasando con las cifras históricas: es la cuarta ciudad de Andalucía con los mayores precios de vivienda no nueva; una media de 2.000 euros por metro cuadrado. También vio que el área metropolitana, lejos de convertirse en pueblos dormitorio, se está trocando en una especie de ‘nuevos barrios’ por su cercanía y conexión con la vida de la ciudad. Lucía recuerda un reportaje titulado La Granada del medio millón y piensa en esa expansión de la ciudad y en que en el Área Metropolitana también se ha visto en estos 20 años un aumento exponencial de los precios. En concreto piensa en Huétor Vega, ‘las nuevas Rozas’, lo apellida una amiga suya. En este municipio también se han pulverizado récords de precio con una subida histórica del 26,1% internanual y con precios en vivienda de segunda mano de 1.630 euros el metro cuadrado.
“Comprar y vivienda son un oxímoron en sí mismo”, piensa para sí, entre divertida y resignada, cuando ve carteles en las inmobiliarias. Como gran parte de su generación cuenta con estudios universitarios, salarios ‘medios’ y un retraso vital general. Tiene cada vez más asumido que vivirá de alquiler durante los próximos años si nada cambia. Le sale una risa agria cuando piensa en el edulcorado concepto cohousing y recuerda otra información de Granada Hoy que le pasó su hermano por Whatsapp: en 2003 el precio de la habitación del alquiler en Granada no se acercaba a los 200 euros por habitación y ahora, el mismo cuarto sale a 329 euros mensuales de media. La noticia también contaba que en un año el aumento del precio del arrendamiento ha sido del 30% y que su ciudad es la cuarta de España donde más aumentó el alquiler por habitación.
Lucía es casi nativa de la moneda común europea, pero ese ‘casi’ la lleva aún a traducir los miles de euros en millones de pesetas para hacerse una idea más definida del ‘coste de aquella vida’ de los 2000 y la de esta.
Granada, pese a todo, acuerda Lucía consigo misma, no es una isla que padezca en solitario este aumento del ladrillo, toda España habla de ello cada vez con mayor frecuencia, así como del IPC (Índice de los Precios al Consumo) o de la media de salarios.
Esta granadina decide parar en la cafetería de siempre a tomar un café antes de ir al supermercado. Cuando pide la cuenta y paga 1,40 euros por su café con leche le pone cara a esa subida del IPC del 0,7% en Granada y que supone ya un 3,7% en el mes de octubre según el Instituto Nacional de Estadística (INE).
Quien, como Lucía ahora, saliera a tomar un café hace 20 años hubiera pagado 60 céntimos por él, una barra de pan como la que ella comprará dentro de unos minutos hubiera costado 35 céntimos y no el poco menos de un euro que dejará ella en su panadería. Lo mismo sucede con alimentos básicos como el pollo, la verdura y fruta o el arroz. Es decir, la compra normal que hace unos años podría costar unos 20 euros, ahora es impensable que baje de los 40.
En el ocio sucede algo similar. En cuestión de dos décadas una entrada de cine ha pasado de costar 3,80 euros a los casi 9 euros actuales (sin refresco ni palomitas, lo que encarecería más de 5 euros la cita) y un tercio de cerveza en una terraza cualquiera no cuesta menos de 2,50 euros, eso si se tiene suerte con el establecimiento, ya que, en general, en el centro de la ciudad alcanza sin remisión los 3 euros. También se ha convertido en una tendencia que personas como Lucía hayan empezado a reservar el plan de salir a tomar cañas para ocasiones especiales y fijar como costumbre celebrar las reuniones de amigos y fiestas en casa. Otra muesca de su generación.
Pero lo que quizás sea más recurrente en las conversaciones sobre los precios en este 2023 sea el coste del litro de aceite, un artículo ahora casi de lujo en torno al cual brotan los memes en internet de quienes bromean diciendo que tienen que elegir entre una vacaciones o comprar una garrafa de cinco litros de AOVE. En 2003 se adquiría el litro de aceite de oliva por 2,8 euros, en la actualidad su precio no baja de los 9 euros. Algo similar sucede con el precio de la gasolina que, si bien es algo que siempre ha fluctuado incluso en cuestión de periodos cortos de tiempo, su aumento toca de lleno en las economías. Cuando Granada Hoy salió a la venta el litro de combustible marcaba los 0,68 céntimos mientras que ahora la media está en unos 1,60euros.
Sin embargo, uno de los productos que menos ha visto aumentado su precio es, precisamente, este mismo periódico que ojea Lucía. Pese a la subida generalizada del coste de alimentos, vivienda y ocio, Granada Hoy tan solo ha incrementado su precio en 60 céntimos en sus 20 años de vida: el primer número marcaba un precio de 90 céntimos y, actualmente, sus lectores pagan 1,50 euros.
Para saber, en primer lugar, si el coste de la vida es más o menos amargo, hay que mirar los sueldos. El brote de alegría que llega, quien lo recibe, cada fin de mes y que, en general, casi todo el mundo coincide en que nunca es suficiente. Es recurrente la frase, casi ya un aforismo, de “todos los precios suben pero no los sueldos” desde que el mundo es mundo, y bien es cierto que casi nunca coincide la subida de los salarios con lo que marca el IPC, y ni mucho menos con el precio real de los productos del supermercado.
Con todo, los últimos datos ofrecidos por el Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía (IECA) referidos a 2021 señalan que Granada es la capital con los sueldos más altos de Andalucía, es decir, los granadinos son los primeros entre las ciudades andaluzas con más de 100.000 habitantes con un sueldo medio bruto anual más elevado, con una media de 22.498 euros anuales, unos 400 euros más que en el último informe. Este repunte se debe al despegue de empresas en los nuevos polos industriales de la ciudad y en el Parque Tecnológico de la Salud, un pulmón económico en expansión y que complementa al turismo como atractivo empresarial.
Lucía emprende el camino a casa de nuevo tras el café, el bizum a su casera y las compras, y se sorprende andando por su barrio casi en modo automático mientras tacha mentalmente las tareas que le quedan por hacer en esa semana.
Esta treintañera que sigue de cerca la pantalla de su móvil mientras esquiva bolardos traicioneros, se encomienda al futuro y le asalta ese estribillo de la Vida de Brian que dice “always look on the bright side of life”. Mañana buscará en su periódico solo buenas noticias.
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