Sobre el Albercón de Moro

Los hallazgos en la loma cartujana del Albercón del Moro de Granada

  • Estos descubrimientos abren una nueva línea de investigación para completar las lagunas existentes en ese periodo de esplendor del reino musulmán

Restauración del Albercón del Moro en el Campus de Cartuja.

Restauración del Albercón del Moro en el Campus de Cartuja. / G. H.

A extramuros de la Bab Fay al-Lawza (Fajalauza) o Puerta del Campo de Almendros, en la inmediata colina del presente Campus Universitario de La Cartuja, durante el siglo XIII la urbe de la Granada andalusí bajo el sultán nazarí, Muhammad V, la ciencia y las artes prosperaron, así como la economía del reino. Al mismo tiempo que se construían en la Alhambra los nuevos palacios de Los Leones, se edificaba en el Albaicín el Maristán (hospital civil para musulmanes locos inocentes), se elevaba en la Medina el fondaq del Corral del Carbón (un caravansar para mercaderes con sus productos almacenados) y la Alhóndiga de los Genoveses junto a la Gran Mezquita Mayor de Granada (Masyid al-Yumua al Garnata), la aristocracia nazarí y los comerciantes más sobresalientes disponían de almunias (haciendas) en los alrededores de la capital granadina.

La zona norte del Albaicín fue una de esas áreas que bien protegidas, edificaron palacetes y algún gran palacio similar al actual Carmen de los Mártires. Así en la cima de la Cartuja y junto al Monte Sombrero, la ingeniería hidráulica nazarí aprovechó el agua trasvasada de la Fuente de Aynadamar (de las Lágrimas) para irrigar no sólo la colina cartujana sino también las huertas bajas del Albaicín en los hoy barrios de Alonso Cano y el posterior de San Lázaro. De hecho, las aguas que bajaban desde Alfacar llegaban hasta las huertas de los capuchinos en los actuales Jardines del Triunfo, el antiguo Campo del Triunfo que llegaba hasta la hoy Caleta y el Pago del Almanjáyar, justo bajo la colina cartujana.

Los hallazgos en la cima del campus cartujano en el Albercón del Moro, de los restos arquitectónicos de cármenes granadinos provenientes del siglo XIII, donde según los arqueólogos estaban definidos por una muralla perimetral con cuatro torres de vigía, abundante agua, surtidores, fuentes y jardines a la nazarí (similares a los existentes en la Alhambra y el Generalife), abren una nueva linea de datos para completar las lagunas existentes en ese periodo de esplendor del reino musulmán, en unos tiempos donde la diplomacia del gran estadista nazarí, Ibn al-Jatib (doble visir del sultán) y la figura cómplice del joven monarca Muhammad V, lograban una paz estable con sus vecinos occidentales que en ese siglo andaban de cabeza con sus guerras dinásticas.

La Granada andalusí bien definida en su estabilidad de plataforma urbana islámica gracias a su extensión amurallada, sin embargo en sus relaciones a extramuros no está tan bien definida. Se conoce que ya Alfacar era tenido como un lugar de reposo en el "veraneo" nazarí, también el Soto de Roma o los palacios del sultán Abu Said en la vega como una almunia exuberante o la Granada abierta hacia el Genil y la Carretera de la Sierra, pero los hallazgos de los restos de una "urbanización" de alto poder adquisitivo perimetrada y urbanizada a 200 metros de la Puerta de Fajalauza, aprovechando el frescor natural de sus medias laderas, es un foco de luz sobre un pasado que no cesa.

Magnífico que sea la Universidad de Granada, dueña del campus que albergan los hallazgos, quien junto con las instituciones relacionadas como el Patronato de la Alhambra, colaboren en adecentar toda esta área no sólo para restañarle algunos errores cometidos en el pasado más reciente, sino para proseguir con nuevas búsquedas que informen de la identidad urbanística de esta área tan inserta en la Prehistoria como en la Historia. La reposición original del Albercón del Moro o la restauración del templete que como un faro se asoma desde la loma de la Cartuja, la adecuada pavimentación y ajardinado serán sin duda alguna un nuevo espacio medioambiental e histórico para descubrir por los granadinos y un enlace novedoso para ingresar peatonalmente al Albaicín por el norte. 

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