La huelga de Rober, a medio gas

La jornada de protesta de los empleados del servicio de transportes transcurrió sin incidentes gracias a unos servicios mínimos que funcionaron con normalidad y a la paciencia de los usuarios

Durante todo el día de ayer 39 autobuses urbanos prestaron servicios mínimos, que se sumaron a otros veinte vehículos que salieron con normalidad.
B.r. / Granada

31 de enero 2009 - 01:00

El día de huelga de Rober transcurrió con menos incidencias de lo que se podía pensar. Las paradas de autobuses acumulaban más gente de lo habitual. Los coches tardaban bastante más de lo que tienen acostumbrados a los usuarios y los vehículos iban más llenos, pero no se produjeron graves incidentes ni la ciudad se vio colapsada pese a la convocatoria del comité de empresa de los empleados de Rober.

El propio presidente del comité, Ángel Aliaga, reconoció ayer que el porcentaje de seguimiento de la huelga había sido de un 40 por ciento. Aliaga se mostraba muy satisfecho con el desarrollo de la jornada, de la que destacó la ausencia de cualquier tipo de "impedimentos" o de "actos violentos". "La empresa buscaba esa confrontación, esos incidentes, para que fuese eso lo que quedase reflejado en prensa", declaró Aliaga, quien insistió en que la salida de los 39 coches de los servicios mínimos y de la otra veintena de vehículos que funcionaron porque sus conductores no secundaron la huelga se produjo con "total tranquilidad".

El número normal de autobuses que prestan servicio diario en Granada es de 140 unidades, por lo que el hecho de que ayer sólo hubiera unos 60 en total -30 de servicios mínimos y 20 que salieron con normalidad- ralentizó el servicio y, en buena medida, la ira de los usuarios que asumieron el contratiempo con relativa tranquilidad.

Aunque hubo para todos los gustos pues, si no se registraron incidentes entre los conductores que secundaban o no la huelga, sí hubo alguna confrontación entre los usuarios que se mostraban a favor y en contra de la manifestación. "Que protesten donde tengan que protestar pero que no fastidien a los viajeros", se quejaba una anciana. "Los pobres no tienen la culpa, la culpa la tiene la Rober, que guarda mucho dinero y no quiere contratar a unos empleados. ¡Por mí cómo si tienen que estar los coches dos días parados!", le espetaba a su vecina de asiento en la parada del 33 de la Acera del Casino.

Muchos viajeros se armaron de paciencia y se lo tomaron con resignación. Por ejemplo, David Talavera e Inmaculada Velasco, que se habían desplazado desde el barrio del Zaidín hasta el centro para realizar unas compras, decidieron mirar la botella medio llena. "Hemos tenido que esperar más pero por suerte estamos de descanso. No nos importa tardar más tiempo", señaló la pareja.

En su desplazamiento hacia el centro no habían aguardado más minutos que de costumbre pero el autobús iba más lleno. De regreso, para no tener que esperar más de 15 minutos cambiaron la línea C por la 7 aunque el desplazamiento a pie fuera mayor.

María Jiménez, ama de casa, también se lo tomaba ayer con filosofía. Por la mañana había optado por ir andando al centro. "Yo simplemente quería dar un paseo, pero no había más gente de lo habitual esperando en las paradas. Ahora me volveré en el autobús. A mí me da lo mismo tardar cinco minutos más que menos".

Y hubo beneficiarios directos: los taxis hicieron su agosto a final de enero porque quien tenía prisa para desplazarse por el centro no tenía otra salida.

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