En el límite de Granada

Juan Antonio García sabe lo que es vivir al límite de Granada. Su vivienda se sitúa en el último edificio que forma parte del Cerrillo de Maracena y, cuando sale con sus dos perritos a pasear puede elegir entre caminar hacia la capital cruzando un paso subterráneo que entra de lleno en este barrio o hacerlo en sentido contrario, camino del municipio. Después de treinta años viviendo aquí, ni se le pasa por la mente una mudanza. Le encanta vivir en esta zona rodeada de zonas verdes y con un ambiente familiar que se palpa en el ambiente. Solo le pone algunas pegas: la primera el problema del desempleo que trae de cabeza a los vecinos, sobre todo a los jóvenes y la segunda la limpieza pues según él son los propios comerciantes quienes, en muchos casos, se ven obligados a darle un repaso con la fregona a las aceras o, incluso, vaciar las papeleras con cubos.

Según explica Gloria Fernández en su libro Nueva Granada: Destrozo de un paisaje, el barrio está configurado en dos partes, la que queda más cerca del municipio de Maracena y la que entra de lleno en la capital separadas por el puente de la Circunvalación. Un espacio que cuando llueve de forma torrencial se inunda cerrando el paso a los vecinos. El barrio empezó a crecer a primeros del siglo XX y fueron muchos los vecinos de otros municipios de la provincia, como el Poniente, los que se mudaron a estos terrenos donde según Ortiz, tan solo había una fábrica que era de textil y pertenecía a Pedro Gil. Tiempo después, comenzó la eclosión del barrio allá por los setenta momento en que se construyeron los primeros edificios que acabó salpicado de viviendas y que llega hasta el Parque Almunia y el barrio de los Periodistas, la zona que más ha crecido de Granada en los últimos años.

También en este barrio se encuentran los polémicos terrenos de la parcela T-1 por los que el alcalde de Granada, José Torres Hurtado, fue imputado. En ellos estaba prevista la construcción del Palacio del Hielo para la celebración de la Universiada de Invierno pero nunca llegó a construirse. Tiempo después se proyectó la construcción del centro comercial Granada Plaza para, finalmente, y tras el conflicto urbanísticos quedar desiertos. De hecho, ahora mismo lo único que queda en este secarral son algunas pinceladas urbanísticas como bordillos que dividen tierras y matojos y mucha suciedad y basura que ha motivado el desconcierto de los habitantes del Cerrillo de Maracena. Los vecinos solicitan que se limpien los terrenos pero también que se tapen los agujeros de las alcantarillas que alguien se ha llevado, seguramente para venderlas en la chatarra. Esto ha dejado la parcela en estado de abandono y salpicada de peligrosos agujeros.

Por eso, los vecinos piden mayor atención al barrio, sobre todo en materia de limpieza y mantenimiento. "Los barrenderos brillan por su ausencia", explica María de la Luz Zapata, natural de la comarca de Guadix y que residen en el barrio con su pareja, Alejandro Pérez. Ambos regentan una tienda de antigüedades situada en la entrada de Maracena, todavía término municipal de Granada. En el municipio cada fin de semana se celebra un gran mercadillo de antigüedades que a ellos les beneficia para impulsar las ventas de su negocio. Lo que más les gusta de vivir en la zona es la tranquilidad aunque echan en falta más control policial, por que dicen, hay gente que se pone a beber en la calle.

Justo delante de la puerta del establecimiento pasan las vías del Transporte Metropolitano en su camino a Granada donde el barrio cuenta con una parada denominada Cerrillo de Maracena. La Plaza de Europa a punto estuvo de albergar la Estación del AVE, una proposición que hizo el alcalde y que cayó en saco roto tras la negativa del Ministerio de Fomento que decidió 'apañar' la Estación de Andaluces. También cruzan el barrio las vías del tren Granada-Moreda.

El presidente de la asociación de vecinos de Cerrillo de Maracena es José García. Según explica en los próximos meses está prevista la remodelación de la plaza del Cerrillo una actuación que está aprobada y el asfaltado de algunas calles. También se ha mejorado el suelo de uno de los parques infantiles. En el barrio hay otras infraestructuras como dos colegios, un polideportivo, un campo de fútbol y el centro de salud San Juan de Dios. Más o menos se apañan, dice. En total, viven alrededor de 6.500 personas de las cuales, alrededor de 200 familias forman parte de la asociación. Para él, es necesario que los vecinos participen más en la asociación. Los talleres y las actividades que se realizan en la asociación si tienen numerosos adeptos. Sin embargo, la gestión de la asociación es complicada. Nadie quiere presentarse para el cargo de presidente y López echa en falta más participación. Por lo demás, está satisfecho con una zona muy tranquila donde se respira naturaleza, aunque necesita un plan de empleo para jóvenes y vecinos.