Una monja carmelita de clausura durante la crisis del coronavirus en Granada | Testimonio en primera persona

"No hay gran diferencia en nuestra vida a cuando no es tiempo de alarma"

  • A la hermana María Aurora, como a muchos españoles estos días, le llevó tiempo acostumbrarse a su nueva rutina: "Me costó mucho adaptarme a no salir, a estar sujeta a una disciplina, como ahora todos estamos sujetos a la disciplina de no salir a la calle"

El Convento de San José donde vive la comunidad granadina de carmelitas.

El Convento de San José donde vive la comunidad granadina de carmelitas. / Antonio L. Juárez / Photographerssports

¿Qué son unas semanas sin salir de casa en comparación con más de media vida de encierro voluntario? Uno se lo pregunta tras hablar con la hermana María Aurora, monja de clausura desde hace casi cuatro décadas. La carmelita granadina decidió unirse a la orden creada por Santa Teresa de Jesús y recluirse en el Convento de San José cuando tenía 26 años. Acababa de terminar la carrera de Medicina. "Un día te das cuenta de que esa voz que tienes ahí, la cual te anima a hacer algo distinto, le tienes que hacer caso porque no te deja tranquila. Buscas el sitio, empiezas a conocer, ves que puede ir contigo y ya está. Supone un desgarro enorme. Es cambiar todo lo que conoces, es un mundo distinto. Por lo menos a mí me pasó", se sincera.

A ella, como a muchos españoles estos días, le llevó tiempo acostumbrarse a su nueva rutina. "Cuando me vine aquí, me costó mucho adaptarme a no salir, a estar sujeta a una disciplina, como ahora todos estamos sujetos a la disciplina de no salir a la calle", señala. Lo más importante, según la carmelita, es "cuidar la actitud interior, tu espíritu". "No puedes estar amargado porque no puedes salir. Es tiempo de cuidarte de otra manera. El que sea creyente de una manera más religiosa. El que no, puede cultivar el espíritu con lecturas, poesía, pintura, música. Ahora mismo tenemos tantas posibilidades para cultivar esa parte interior que a veces no cultivamos. Pasamos por lo urgente, lo necesario, lo práctico", admite.

La hermana María Aurora considera fundamental la disciplina. "Hay que organizarse el día, tener un rato para cada cosa, pero también nos tenemos que distraer. Y darse un tiempo para el descanso físico, dormir, que a veces no nos los damos. Darse un tiempo de esparcimiento y otro tiempo de responsabilidad y trabajo", subraya. La religiosa tampoco olvida "la actitud con la que vivas la relación con los que están a tu lado". "Te cuidas y cuidas a los demás cuidando la actitud, comprendiéndolos. Hay que estar más pendientes de las necesidades de los demás sin dejar a un lado las tuyas", zanja.

Una monja sale a comprar durante el estado de alarma en Granada. Una monja sale a comprar durante el estado de alarma en Granada.

Una monja sale a comprar durante el estado de alarma en Granada. / Jesús Jiménez HIta / Photographerssports

La religiosa aconseja también "dar las gracias a los que tengamos cerca, a los que se ofrecen, a los miembros de nuestra familia por traernos simplemente un vaso de agua o un plato de comida". Es una cosa que "ayuda y que, además de crear buen ambiente en estos momentos, hay que acogerlo como un detalle de cuidado y de amor", destaca.

La vocación de carmelita, admite, es "muy solitaria y de oración". Aunque entiende que hay personas "más activas que necesitan hacer más cosas". "Pueden hacer oración y unirse a Dios pero haciendo cosas. Es el momento de ofrecerte a los que tienes a tu lado, de hacer un servicio que a lo mejor te cuesta más que otras veces", puntualiza.

La monja diferencia dos tipos de soledad: la mala y la buena. "Este tiempo de silencio y soledad es para nosotras un tiempo de soledad habitada en la que no estás sola. Tienes una compañía, una presencia dentro de ti, que te habita, que te da fuerza. Hay mucho miedo a estar solos o al silencio porque nos enfrenta a nosotros mismos y a veces no nos gusta, no nos gustamos. En esta soledad buena es tiempo de darte cuenta que este misterio que esta dentro de cada uno, llámalo como quieras, es una presencia amable", reflexiona la carmelita, que entiende que "cueste trabajo porque esto conlleva un aprendizaje". "Luego cuando se descubre te encuentras con que es maravillosa. Hay quien ha dicho que la interioridad es un continente nuevo, desconocida. Una aventura bonita", recalca. 

¿Qué enseñanzas de San Juan de la Cruz y Santa Teresa de Jesús podrían servir a la población hoy día? "Todo lo que estamos hablando: esto de la interioridad, la soledad, lo de cuidarnos. Todo esto es San Juan de la Cruz y Santa Teresa de la Cruz comprimidos. Es así. Santa Teresa enseña mucho a vivir en comunidad y a cuidarnos. Anima a escuchar a los otros y a no tengamos miedo de entrar dentro de nosotros, de descubrir esa soledad que nos ayuda a crecer", explica.

Otra imagen del Convento de San Jose de las Carmelitas Descalzas. Otra imagen del Convento de San Jose de las Carmelitas Descalzas.

Otra imagen del Convento de San Jose de las Carmelitas Descalzas. / Antonio L. Juárez / Photographerssports

Tras un rato hablando por teléfono, llega la pregunta del millón. ¿Cuánto habrá cambiado su vida después de la declaración del estado de alarma? ¿Será muy parecida a la de ahora? "No hay gran diferencia en mi vida a cuando no es tiempo de alarma", asegura la carmelita mientras expresa su preocupación por las hermanas más mayores. "Somos nueve hermanas en Granada. La más mayor tiene un poco de demencia senil. Ella no sabe exactamente qué pasa. No lo ha procesado. Hay otras mayores por encima de los 70", explica.

Su día a día, continúa, es "muy sencillo". "Nos levantamos no demasiado temprano, pero tampoco tarde. Lo primero que hacemos es entrar a rezar a la capilla. Luego tenemos una hora de oración personal, la eucaristía, el desayuno. Después, cada una se dedica al trabajo que tiene encomendado. En la comunidad nos lo repartimos. También trabajamos para vivir en la medida de lo posible. A medio día, a las 13:45, volvemos a parar la jornada con un rezo corto. Luego la comida", relata.

Después de comer, tienen un rato de esparcimiento en el que están juntas para contarse noticias de las familias o lo que hayan leído en algún medio. También hay tiempo para contar chistes. "A continuación, tenemos un rato de descanso solas en la habitación: un rato de lectura personal. Otra hora más libre que puedes seguir leyendo si quieres. A las 19:30 tenemos otro rezo, a continuación otra hora de oración personal. Luego la cena, otro rato de esparcimiento y luego recogernos en la habitación y descansar", cuenta.

La hermana tiene la "mala costumbre" de tener varios libros empezados a la vez. En su mesita de noche hay "por supuesto" una Biblia, que lee todos los días. También un libro sobre Santa Teresa escrito por el teólogo Hans Urs von Balthasar ("una tarea pendiente" para ella) y otro de unos ejercicios espirituales del cardenal Carlo Maria Martini centrados en la figura de María Magdalena.

El otro día el periodista Jordi Evolé le preguntó al Papa si había tenido crisis de fe. ¿Y usted, las ha tenido? "La respuesta que el dio el Papa es la experiencia común de toda persona humana. Naturalmente. Las crisis de fe en cada persona toman una forma distinta. En la iglesia, Dios, en distintas cosas. Ahora mismo gracias a Dios no la tengo", se sincera la religiosa que insiste en que las crisis son "una experiencia humana", común a todos los mortales.

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