Albaicín

La pilona conflictiva de la calle San Luis de Granada: averías, colapsos y problemas de tráfico

  • Los vecinos del barrio denuncian los defectos que existen en el mecanismo y los problemas derivados del acceso de turistas a la zona con vehículos

La pilona conflictiva de la calle San Luis de Granada: averías, colapsos y problemas de tráfico

La pilona conflictiva de la calle San Luis de Granada: averías, colapsos y problemas de tráfico / Jesús Jiménez / Photographerssports

El Albaicín es uno de los barrios más antiguos y bonitos de Granada. Por ello, está siempre atestado de gente, bien sean turistas o locales. Dos de los lugares más concurridos de la ciudad se encuentran allí: el mirador de San Nicolás y el acceso al barrio de Sacromonte. Bien por falta de tiempo, de ganas o por imposibilidad de movimiento, muchos turistas deciden subir con su coche, pero aparcar por aquella zona es misión imposible la mayor parte de las veces, sobre todo si es fin de semana. Hay pocos espacios libres y el trazado de las calles -estrechas y con muchas escaleras- no facilita la tarea. Se ponen nerviosos, se quedan atascados en las esquinas y, al final, tienen que llamar a la policía o, directamente, a la grúa. 

Este barrio, catalogado como Patrimonio de la Humanidad, tiene zonas de acceso restringido para vehículos no autorizados. Un ejemplo de ello es la calle de San Luis, que cuenta con una pilona para limitar la entrada masiva de turistas sobre ruedas y así impedir el rápido desgaste del conjunto histórico. Sin embargo, desde hace unos años, el sistema se estropea "en agosto y se tira meses sin volver a funcionar", relata Jenny Campos, una vecina que lleva desde 2018 intentando que se cumpla lo establecido en la normativa. 

Atascos, ruido y mucha contaminación

Jenny Campos describe que viven en vías estrechas, donde la puerta de la casa da directamente a la calle. "Parece que los coches están en mi salón", asegura. De hecho, algunas vías no cuentan con aceras. La conducción es complicada si no se está familiarizado con la zona. "Los coches se quedan bloqueados a cualquier hora del día y la gente se pone muy nerviosa. Empiezan a gritar y no se dan cuenta que allí vive gente enferma, anciana y trabajadores", añade. 

Con el calor que hace estos meses en la ciudad es imposible no abrir las ventanas. Desde la calle, "llegan olores de neumáticos quemados y de tubos de escape", detalla. Las emisiones dañan las fachadas y las dueñas y los dueños son quienes tienen que arreglarlas cada poco tiempo. Sin contar con la contaminación acústica de los cláxones.

La única pilona de Granada que no cumple su función

La Asociación de Vecinos del Albaicín, a lo largo de estos años, también ha puesto varias reclamaciones tanto por la aplicación del Ayuntamiento como personándose en la institución. "Llegamos a un punto en donde la respuesta siempre era la misma: está dañada. Eso si consigues, después de múltiples intentos, que te atiendan", indican. 

Debido al coronavirus y a las obras de mejora que se están realizando en uno de los accesos al Sacromonte, el número de turistas se ha reducido considerablemente. Si en septiembre se normaliza la situación, "el barrio volverá a ser una locura", expresa Campos, que además insiste en que "no sabemos por qué siempre se estropea los mismos meses". 

"Pensábamos que la habían cambiado porque, de vez en cuando, vienen operarios a revisarla, pero hace unas semanas se volvió a romper", agrega. Asimismo, a mediados de este año, "las apagaban a ciertas horas y nadie lo entendía". El tráfico dejó de regularse durante un tiempo hasta que "volvimos a quejarnos". 

Desde el Ayuntamiento aseguraron a este diario que "durante el Estado de Alarma, se apagaron" y que se volvieron a poner en marcha cuando se acabó. "Nos dimos cuenta que estaba averiada a mediados de julio y se está intentando solucionar lo antes posible", indicaron las citadas fuentes. 

Los vecinos del barrio del Albaicín se sienten "abandonados por el Ayuntamiento de Granada". Campos asegura que han estado comprobando si el resto de pilonas implantadas por la ciudad y por el barrio funcionaban tras el confinamiento. "Si una se rompe, tardan 24 horas en arreglarla. No entendemos qué pasa con la nuestra", insiste. Desde el vecindario piden que "se cumpla la normativa descrita en la página web de movilidad y no se resuelva de manera esporádica". 

Un turismo sin límites 

Paseando por las calles restringidas al tráfico, se puede observar que existen múltiples carteles donde se indica que es un acceso solo para residentes y para la gente que vaya a alojarse en la zona. Google Maps, el GPS móvil por excelencia, "hace años que deriva a los viajeros por aquí para subir a San Nicolás". El propio sistema no detecta que el acceso esté limitado. 

Los turistas o no leen la señalización o prefieren no hacerle caso. De ahí la necesidad de implantar barreras físicas. También comprobamos que, además de la pilona, el semáforo tampoco funciona. "Existe una cámara de videovigilancia, pero no tenemos constancia que se use para controlar la entrada. De hecho, ahora mismo, está apagada", cuenta Campos. 

A las quejas por el mal funcionamiento del bolardo se suman las ocasionadas por la falta de concienciación de los viandantes. Campos concluye que, por salud pública, en estos momentos "tampoco nos apetece encontrarnos a gente saliendo de los coches y paseando sin mascarilla cerca de nuestros hogares".

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