Plaza del Carmen, lugar de citas, concentraciones y follaeros varios

El 14 de abril de 1931 se celebró en ese lugar la victoria republicana tirando el retrato de Alfonso XIII por el balcón

La colocación de una estatua ecuestre en lo alto del Ayuntamiento provocó una de las más estériles polémicas en la ciudad

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La Plaza del Carmen con la estatuta del caballo en su tejado / Francisco Neyra / Picwild

Está a punto de fenecer en la memoria colectiva de Granada una taberna muy famosa que había a mediados del siglo pasado en la Plaza del Carmen que tenía el curioso nombre de Las kustraquias. En ella la calidad y cantidad de las tapas iba en aumento a medida que el cliente pedía consumiciones. Con la primera caña podría ponerte unas aceitunas peladas y mondadas, pero con la quinta caña el plato de la tapa rebosaba de carne o pescado con patatas fritas. Juan Bustos dice en su Diario de la historia que con un duro gastado en aquel mostrador, se ahorraba el almuerzo el parroquiano. No podía faltar en esta serie sobre el ADN de Granada la Plaza del Carmen, centro neurálgico de la ciudad, donde se levanta la Casa Consistorial de la ciudad y lugar de encuentro de citas, reuniones y concentraciones. Un espacio muy importante para la actividad política y social de la ciudad.

A ver, cuando en Granada se hace efectiva la polémica Desamortización de Mendizábal, uno de los conventos que se echan abajo en el Convento del Carmen, de las Carmelitas Descalzas. Es en ese espacio que deja el convento en donde se diseñará una plaza que albergaría después el Ayuntamiento de la ciudad. La plaza iba a llevar el nombre del convento destruido y la Casa Consistorial, que se construyó en 1851, también llevaría restos de la residencia de las monjas, como un claustro de 1622. De alguna manera a los granadinos les dolió la demolición del convento y querían que se recordarse.

A raíz de ahí la plaza sería el corazón de la ciudad y la intensidad de sus latidos marcaría el devenir de sus habitantes. El espacio en donde tienen lugar todos los follaeros en los que se pone de manifiesto la indignación o la alegría de los ciudadanos. El 14 de abril de abril de 1931, tras la celebración de las elecciones municipales y la victoria de la candidatura republicana en la ciudad, se produjo allí una concentración espontánea.

Los manifestantes penetraron en el Consistorio dando vivas a la República y deseando la muerte del rey Alfonso XIII, cuyo retrato lanzaron al vacío desde uno de los balcones. En esa plaza se monta todos los años la Cruz de Mayo institucional, se celebra el Día de la Toma (con el consiguiente alboroto producido por los que están favor de la celebración y los que no), se dan las campanadas de Fin de Año y se organizan todo tipo de protestas ciudadanas con pancartas y lemas reivindicando cualquier circunstancia social, laboral o política. La plaza que todo se lo traga. A destacar cuando el Movimiento 15-M organizó allí en 2011 una acampada en la que alrededor de un centenar de indignados, pues así se les llamó a los integrantes del colectivo, pernoctaron casi un mes, en tiendas de campaña, delante del Ayuntamiento.

Una de las más curiosas manifestaciones se dio cuando el equipo de gobierno municipal aprobó, con motivo de celebrarse el 500 aniversario del Ayuntamiento de Granada, que se erigiera en lo alto de la Casa Consistorial una obra escultórica (un caballo y un jinete con los ojos vendados que lleva en la mano una bola dorada), obra del artista Pérez Villalta. Gobernaba el célebre Tripartito, formado por el PSOE, Izquierda Unida y el Partido Andalucista. El PP consideraba que no había que gastarse un dineral (144.000 euros) en tal estatua ecuestre. El caso es que la escultura se puso en la madrugada del 13 de diciembre de 2002 para evitar refriegas y varias decenas de ciudadanos se manifestaron a la mañana siguiente para protestar por la decisión municipal. “Y el caballo… ¿por qué?”. La pregunta dio para todo tipo de interpretaciones, desde que era el capricho de alguien que iba a ser económicamente beneficiado hasta que hubo de por medio cuestiones de cama. En fin. Hoy van los turistas a hacerse fotos debajo del caballo a modo a como lo hacen en Pisa, allí buscan la perspectiva para sujetar la torre y aquí para tocar los dídimos del percherón.

Entrañables comercios

La plaza está adornada con magnolios y en torno a ella había entrañables establecimientos que forman parte de la memoria del granadino. Paños Ramos, por ejemplo, era uno de los comercios con más solera de Granada pues abrió sus puertas en 1880. Hoy está la sede de la Once. También estaba el famoso Café Royal (en donde cantó Antonio Machín), la administración de lotería llamada El gato negro, el hotel La Perla y la Flor de Mayo, donde se vendían las entradas de los toros. Hoy, el edificio más grande allí instalado pertenece a una multinacional americana de Kentucky que vende alitas de pollo fritas.

Por supuesto, el edificio más importante que hay en ella es el Ayuntamiento, una construcción de estila neoclásico que alberga las principales oficinas administrativas de la ciudad. Su patio es de lo que hay que ver en Granada, tras pasar el preceptivo control de la puerta.

La plaza no ha estado exenta de calamidades y tragedias. El 26 de junio de 1943 se declaró un espectacular incendio en el arco monumental allí levantado con motivo de las fiestas del Corpus. Por lo visto, la culpa la tuvo el estallido de las lámparas eléctricas que adornaban el altar. Según relata Amanda Martínez en su blog ‘Te recuerdo’, “el fuego comenzó a las 11 y media de la mañana y, en pocos minutos, adquirió proporciones aterradoras que hacían temer que las llamas acabaran con varias manzanas de casas. El pánico cundió entre los comerciantes y vecinos de la hilera de casas continuas al Bernina, que comenzaron a desalojar los artículos y líquidos de fácil combustión y a lanzar agua desde los balcones”. El arco de la plaza del Carmen, de unos quince metros de altura y construido con maderas viejas procedentes de derribos, se derrumbó en quince minutos. Los daños se valoraron en 150.000 pesetas. Aquellas fiestas fueron de traca, y perdonen la analogía.

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