Granada

La polémica de la Puerta de las Orejas

  • La Puerta estaba, como la describió un viajero, "rodeada de casas con miradores y balcones de madera, llena de cambiantes, de vendedores". Sería como la típica entrada a un mercado como la de las medinas.Ayuntamientos republicanos, conservadores, intereses urbanísticos, comerciantes perjudicados y vecinos en peligro. Entre todos la tiraron. Hoy está en los bosques de la Alhambra e Irving ya tiene donde guarecerse

LA preciosa Puerta de las Orejas con su esbelto arco apuntado y sus diez metros de altura, que hoy se encuentra casi olvidada entre los bosques del paseo central de la Alhambra, fue descrita por el viajero Teófilo Gautier como "rodeada de casas con miradores y balcones de madera, llena de cambiantes, de vendedores de alcarrazas [cacharros de barro], de pucheros, sandías quincallas, romances, cuchillos, navajas, rosarios…". Debía de ser de lo más animada. Típica entrada a un mercado como lo son hoy las de las medinas musulmanas.

Dicen que así se llamaba por exponerse en ella las orejas, manos y otros miembros cortados a los criminales, malhechores y estafadores. Costumbre que desgraciadamente ha desaparecido.

Otros cuentan que los rateros cortaron algunas orejas para robar los zarcillos de las damas, aprovechando el gentío que huía de un accidente durante un festival en la Plaza de Bibarrambla con motivo de la venida de Felipe IV. Granada está llena de leyendas y sobre todo de cuentistas.

La remodelación y el alineamiento de las calles y plaza de Bibarrambla data de 1837. Fue cuando, con el pretexto de acometer las obras, comenzó a replantearse la posibilidad de tirar edificios y adecentar las entradas. Desde entonces empezó a peligrar la situación del llamado Arco o Puerta de las Orejas, entrada natural desde las calles Mesones y Salamanca al mercado de hortalizas, frutas y abacerías que estaba en Bibarrambla. Ambrosio de Vico llamó Puerta de las Orejas a la que Hurtado de Mendoza llamaba Puerta de las Manos, habiéndola llamado otros Puerta del Caballo (Bib-Alfarax) erróneamente, a mi juicio.

En este mismo año 1837, por aquello de la desamortización, se habían derribado los conventos de agustinos y monjas capuchinas para instalar después allí los mercados de Capuchinas y de San Agustín, liberando así a la Plaza de Bibarrambla.

Veinte años después se vuelve a hablar de la demolición de la puerta por parte del Ayuntamiento. El lío que se organizó fue tremendo. La prensa de Madrid, nuestro periódico El Dauro, la Academia de Bellas Artes, la Comisión de Monumentos Históricos y buena parte de los intelectuales granadinos manifestaron su alarma y elevaron sus quejas pidiendo explicaciones.

El arquitecto Juan Pugnaire aseguraba que la puerta no correría peligro alguno de desaparición y así fue. Pero la idea no se olvidó; el Ayuntamiento republicano de 1873 inició su derrumbe y en septiembre de 1884 se produjo su definitiva demolición, argumentando el ahora Ayuntamiento conservador su estado ruinoso y el peligro de posibles accidentes. Las protestas de la Academias de la Historia y de Bellas Artes San Fernando, la de la Comisión Provincial de Monumentos, los escritos de Torres Balbás, de Francisco de P. Valladar, de Gómez Moreno, etc. de nada sirvieron.

No sólo se derribó la Puerta sino que además se festejó el acto con lanzamiento de cohetes y fuegos artificiales. Parece que convenía su derribo a intereses particulares de algunos granadinos que veían la posibilidad de pingües beneficios urbanísticos.

A favor del derribo se manifestaron los comerciantes de la zona que estaban dejando de vender; los vecinos propietarios no alquilaban sus viviendas y la puesta en valor de una zona nueva y limpia hizo frotar las manos de alegría a más de uno. Entre todos cerraron la puerta y mandaron las piedras a la basura, a pesar de que había sido declarada Monumento Nacional.

Así se nos fue una preciosa obra de finales del siglo XIII aunque por lo menos quedan sus restos en los bosques de la Alhambra. Fue Torres Balbás el que en el año 1933 los reconstruyó y los mandó fijar en donde ahora están. Bueno, por lo menos ya tiene donde guarecerse Washington Irving en días de lluvia.

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