¿Volverán los pregones callejeros?

Ayer y hoy

Tras la pesadilla del virus volverán los abrazos cariñosos, las palmaditas del amigo, las oscuras golondrinas de Bécquer, las tabernas de mi barrio y los antiguos pregones callejeros

Pregones callejeros.
Pregones callejeros. / G. H.
José Luis Delgado

06 de abril 2020 - 00:00

Granada/Nunca he oído con tanto interés la canción mejicana de Fernando Z. Maldonado "Quiero volver, volver, volver, a tus brazos otra vez…". No sé si volverán las oscuras golondrinas como quería el poeta sevillano. Mientras tanto oiré con mi amiga la radio el Resistiré del Dúo DinámicoResistiré o el Facciamo finta che tutto va bene, de la guapa genovesa Ombretta Colli.

Obligados por ese virus, de cuyo nombre no quiero acordarme, vivimos separados y dicen que la distancia es el olvido; eso escribió Roberto Cantoral en La barca; pero la obligada distancia de seguridad no nos hará olvidar a nuestros seres queridos, por muchas mascarillas que disfracen nuestros rostros. Pronto volverán a poblarse las desoladas calles granadinas, pero después de la fiebre del comercio online y los pedidos a domicilio, va a ser difícil que vuelvan los viejos pregones callejeros, aunque ahora, más que nunca, me encantaría oírlos.

En Granada conocemos los pregones leyendo el libro 'Granada. El país de los sueños' de Rodolfo Gil.
En Granada conocemos los pregones leyendo el libro 'Granada. El país de los sueños' de Rodolfo Gil. / G. H.

Los pregones están en el origen de la historia de la comunicación. Aunque algunos creen que los que oían de niños los inventaron sus abuelos. Pues no. Ya estaban inventados mucho antes; datan de la antigüedad cuando "se hacían saber" las noticias en las plazas públicas "por orden del señor alcalde". Luego los utilizaron los vendedores ambulantes y en Granada los conocemos leyendo al escritor cordobés Rodolfo Gil en su obra Granada. El país de los sueños; recoge en 1901 una serie de pregones antiguos que él mismo oía callejeando por el Realejo.

Cita el de ¡los jigos chumbos, gordos y dulces! O aquel otro del ¡Brótano macho pal pelo! O el de ¡tengo arenilla blanca y güena! Viejos pregones que apenas oiremos nunca más, pues hasta los chumbos los vende ya envasados Mercadona. Por las mismas fechas, primeras décadas del siglo XX, el costumbrista granadino Ruiz de Almodóvar nos habla de ciertos pregones en su crónica El mundanal ruido. Dice haber oído estos: ¡Fresca y colorá, a perilla la sandría (sandía) rajá!; ¡Farfolla pa los jergones!; ¡Moras, polidas (por libras), moras! Y cita a un curioso pregonero que ofrecía artículos bien distintos: ¡Tinta fina pa' escribir y cordones pal pelo! Tal vez el más romántico era aquél que pregonaba: ¡Romances pa' las niñas que no tienen novio!

Tras la crisis del virus maldito tendremos que tirar las camas de los enfermos para hacer limpieza general. Tal vez aparezca entonces aquel pregonero que con voz aguardentosa gritaba "¡el yerro vieo, las camas vieas!". Difícil será ver de nuevo al que aseguraba "¡se atirantan y se arrecortan las colchonetas!". Salvo que la recuperación de la pandemia sea defectuosa ya no hará falta echar mano de aquel otro pregonero viejo y arrugado, yo lo conocí, con su sombrero negro pardo que vendía bellotas dulces y que según decía en su pregón, "cortan la diarrea como con la mano". No era un pregón demasiado fino pero dicen que vendió su secreto a los fabricantes del Tanagel (el Fortasec vino después).

Milagros del lenguaje granaíno

Más ordinario era el pescadero del barrio. Apostado sobre el marmóreo mostrador susurraba su pregón a las clientas: ¡Mirarme la pescáaa! ¡Fresca y grande la pescáaaa! Si la señora no hacía caso al desvergonzado, cambiaba en el pregón la pescá por la japuta. Uno de los pregoneros más simpático fue el de la puerta de las bodegas Castañeda: ¡Perdiceeeees! y lo que vendía luego eran patatas asadas; son los milagros del lenguaje granaíno. El de las bodegas Muñoz lo que pregonaba era el ¡maní shalado por dentro! para acompañar al vino pálido del tonel. También los futboleros esperaban la voz de su pregonero favorito; el que anunciaba al atardecer ¡La Goleada, con la victoria del Granada!

Complete el lector los pregones que recuerde porque aquí no cabe todo. Yo sigo en casa y ya hasta la coronilla…por ser educado; y a esperar a oír por lo menos al pregonero del butano.

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