Granada año a año
  • En octubre se lleva a cabo la anunciada privatización de gestión de Emasagra

  • En julio los terroristas de ETA ponen una bomba en La Alhambra y Candi se hace cargo otra vez del Granada CF

1996: El año en que se pudo celebrar el Mundial de Esquí por la abundancia de nieve caída

Alberto Tomba durante su descenso. Foto. Alberto Tomba durante su descenso. Foto.

Alberto Tomba durante su descenso. Foto. / Juan Ortiz

El caso es que, si Dios hizo oídos sordos a las plegarias para que nevara en 1995, en 1996 echó nieve como para enterrar a cien cachalotes en el Pico del Veleta. "¿No querías nieve? Pues ahí la tenéis", diría el Supremo. Sin duda fue uno de los años en que más ha nevado sobre la Sierra y más ha llovido sobre Granada. Los granadinos se lo merecían. Y sobre todo ese equipo que había trabajado para que el Mundial de Esquí se celebrara. La ceremonia de inauguración fue en el Estadio Nuevo Los Cármenes. Estuvo la familia real en pleno, hasta Jaime Marichalar, que por entonces seguía siendo marido de la infanta Elena. Enrique Morente cantó La Estrella y a todos los asistentes se les puso los pelos de punta. Cecilio, la mascota, saltaba de alegría.

Lo que sí quedó claro es que este campeonato supuso un buen impulso para todos los sectores de la ciudad, sobre todo el turístico. Se amplió el actual aeropuerto de Granada, se mejoraron los accesos a la estación de esquí y se terminó la hoy conocida como Plaza de Andalucía, centro neurálgico de Sierra Nevada. Esta gran competición supuso para Sierra Nevada un escaparate para demostrar que aun estando en el sur de España había una estación invernal en la cual predominaba el buen tiempo y unos desniveles para todos los gustos.

La mascota Cecilio con las banderas de los países participantes. La mascota Cecilio con las banderas de los países participantes.

La mascota Cecilio con las banderas de los países participantes. / Juan Ortiz

Y si la Expo 92 celebrada en Sevilla y los Juegos Olímpicos de Barcelona habían servido para invertir en infraestructuras y sentar las bases de un desarrollo necesario y vital en ambas ciudades, el Mundial de Esquí sirvió para ese objetivo en Granada. Se cuantificó en 160.000 millones de pesetas, aproximadamente mil millones de euros, los que se invirtieron en nuestra ciudad, aunque un buen pico iba destinado a completar las tres autovías que no estaban terminadas. Se inauguró la llamada Ronda Sur y se hicieron los túneles del Serrallo. Se abrió el Parque de las Ciencias, como ya hablamos la semana pasada, y se pusieron las bases para la futura expansión del Campus de la Salud. En el río Genil el rey Juan Carlos I, que por aquellos tiempos cada dos por tres estaba en Granada, inauguró la zona de Aguas Bravas. Nunca antes se había invertido tanto en la ciudad. Por cierto, los Reyes aprovecharon el viaje para inaugurar también el nuevo centro médico social y de educación especial San Rafael, en el que se habían invertido 1.100 millones de pesetas. Luego visitaron la basílica de San Juan de Dios, por cumplirse ese año el V Centenario del nacimiento del santo tan querido por los granadinos.

El campeonato se desarrolló con toda normalidad y fue considerado un auténtico éxito. Allí se proclamó campeón del mundo de slalom gigante el italiano Alberto Tomba, un tipo afable y cercano que se ganaba la simpatía de todo aquel con el que trataba. Tenía famada de latín lover y en su currículo de ligón estaba su famosa intención de llevarse a la cama a una patinadora de Alemania del Este en el 88. Los granadinos lo teníamos como un bocazas porque había dicho que era un error designar a la estación de esquí granadina como sede del Campeonato de Esquí porque esto era como Marruecos. Luego, para compensar, había confesado que él amaba España y amaba Granada. Cuando ganó el Mundial tenía 30 años. Después de saltar por las pistas de esquí se dedicó a saltar a las páginas de los sucesos, pues en su carrera mantuvo distintas disputas y litigios y afrontó varias denuncias, entre ellas juicios por presunta evasión fiscal o corrupción, multas por exceso de velocidad y el intento de falsificar su pasaporte. Todo ello sin olvidar sus numerosos romances. En Italia lo conocían como La Bomba. Nunca un mote había sido tan bien puesto.

Jerónimo Páez, al que se le considera el gran artífice de la proyección internacional de la Sierra y el que llevó a cabo la modernización de la estación de esquí, anunciaba el 27 de febrero, nada más terminarse los juegos, su dimisión como consejero delegado de Cetursa. Seguramente harto de que no le comprendieran en el ambiente mediocre de la política. Se iba el llamado Hombre de las nieves, como lo llamó el columnista Cambril.

De las pocas polémicas –Granada no puede vivir sin ellas– que se dieron sobre la celebración del Campeonato Mundial de Esquí está la que surgió unos días antes sobre la tramitación de denuncias de la policía local contra mendigos por pedir en la vía pública. El concejal de Tráfico, César Díaz, para justificar la medida, afirmaba que toda actividad que se ejerciera en la calle precisaba licencia municipal. La oposición vio en aquella iniciativa una excusa para esconder a los pobres durante el Mundial de Esquí, lo que hacían los gobiernos locales cuando Franco anunciaba sus visitas. Hasta un mendigo intervino en la polémica al denunciar ante el Juzgado al alcalde Díaz Berbel por "coartar la libertad de dar y recibir" y al gobernador civil Julián Urbano como responsable de la actuación de dos policías que lo expulsaron de una iglesia cuando pedía limosna. Ahí es ná.

La sequía pues ya parecía cosa del pasado, aunque los granadinos siguiéramos pagando ese famoso canon por la falta de líquido elemento. En el mismo mes de enero el Ayuntamiento de Granada suaviza las restricciones de agua. Aumenta el suministro a la ciudad en dos horas tras incrementarse las reservas acumuladas en los embalses. El día 9 de enero las fuertes lluvias que descargaron sobre Granada obligaron a abrir todas las compuertas del río Genil en su trazado urbano para evitar desbordamientos. Año de nieves, año de bienes, que dice el refrán.

En la Plaza del Carmen

Tras la finalización del Mundial de Esquí, los granadinos vuelven su mirada hacia la Plaza del Carmen, donde se había iniciado una polémica sobre la decisión del gobierno de Díaz Berbel de privatizar parte de la empresa municipal de aguas. La época de las grandes inversiones en la ciudad ya había pasado y la deuda del Ayuntamiento de la capital no había disminuido. El gobierno municipal, sin un duro en las arcas, estaba más preocupado en pagar las nóminas de sus trabajadores que en hacer ciudad. Es en ese contexto donde el Ayuntamiento anuncia su decisión de vender el 49 por ciento de acciones de Emasagra y dejar en manos privadas su gestión. El gobierno popular quería así una inyección económica de 3.000 millones de pesetas para pagar a proveedores, amortizar un poco la deuda financiera y dedicar un 30 por ciento a invertir en la ciudad.

Manifestación en contra de la privatización de la gestión de Emasagra. Manifestación en contra de la privatización de la gestión de Emasagra.

Manifestación en contra de la privatización de la gestión de Emasagra.

La oposición rechaza de plano esta privatización porque considera que la medida haría subir el precio de un bien público como es el agua. Parte de los trabajadores y de la ciudadanía tampoco están de acuerdo y se manifiestan en varias ocasiones con el lema: "Emasagra ni se vende, ni se cede". A partir de ese momento el PP considera el asunto como una cuestión de honor y está dispuesto a llegar hasta el final. Pedro Revilla, concejal encargado de las finanzas, presenta su dimisión ante la contestación ciudadana que provoca la iniciativa, pero el alcalde no se la acepta. El caso es que el 25 de octubre se celebra el pleno en el que se aprueba el cambio de gestión. Actualmente es la empresa catalana Agbar la que se encarga de dicha gestión.

Ese año Díaz Berbel se convierte en el redondel en el que tiran todos los dardos. Además de que se ve envuelto en las polémicas de los mendigos y de la privatización de Emasagra, mete la pata cuando felicita al alcalde Córdoba en nombre de todos los granadinos por el éxito organizativo de la boda del vicepresidente de Gobierno, Álvarez Cascos. También se pasa tres pueblos cuando anuncia su intención de recurrir al Ejército si no se solucionaba la huelga de limpieza. Y cuando pide a su partido que se expediente a los jóvenes que le habían abucheado en el congreso provincial del PP. Otro de los sofocos lo tuvo cuando ordenó detener a catorce jóvenes por pedir en el salón de plenos el 0,7 por ciento del presupuesto municipal, que ya destinaban los socialistas, para ayudas y subvenciones a programas de cooperación al desarrollo de países pobres. En fin, que ese año se aceleró tanto su corazón que en diciembre tuvo que ser ingresado en la UCI del Hospital Clínico por un infarto.

Todo quedó en susto. Como el que se llevaron los turistas que hacían cola para entrar en la Alhambra el día 9 de julio a las 9 de la mañana. Ese día y a esa hora ETA demostró que estaba preparada para atentar contra los lugares más concurridos. Poco antes los terroristas habían llamado a dos periódicos para avisar de la colocación de la bomba. Sería el tercer artefacto con 300 gramos de amonal que estallaría en la provincia de Granada en 24 horas. La explosión destrozó un muro de piedra de la Alhambra, cercano a las taquillas, por donde pasaban cientos de turistas cada jornada. En ese año se puso de moda el desalojo de edificios por falsas amenazas de bomba: cualquier alumno que no quería presentarse a un examen o alguien interesado en paralizar la actividad de un centro, llamaba a un periódico y decía que habían puesto una bomba en el sitio que le interesaba que se desalojara.

1996 fue el año en el que el Partido Popular gobernaría la nación de la mano de su líder, José María Aznar. En las elecciones andaluzas, que también se celebraron ese año, en marzo, el PSOE vuelve a ganar, pero para gobernar tendría que hacerlo de la mano del Partido Andalucista, que pondría a disposición de Manuel Chaves el voto de sus cuatro diputados autonómicos. Con cuarenta mil votos más en la provincia, el PSOE consiguió tres actas de diputado en Madrid, las de José Moratalla, Ángel Díaz Sol y Rafael Estrella. Las mismas que el PP con Andrés Ollero. Blanca Fernández-Capel y Eugenio Castillo. Ellos y Pedro Vaquero, antiguo secretario general de Comisiones Obreras, formaron la representación granadina en la Carrera de San Jerónimo. En el Parlamento Andaluz se sentaron siete socialistas (Claret García, Manuel Pezzi, Carmen Molina, Torres Vela, Álvarez de la Chica, María del Mar Román y García Albarral), cinco populares (Torres Hurtado –sustituido poco después por María Victoria del Valle–, Juan Santaella, Juan Ramón Casero, José Luis del Ojo y Carolina Fernández Vigo) y un representante de IU-CA, Francisco Ríos. El jienense-granadino Javier Torres Vela se convierte en el presidente del Parlamento de Andalucía. En esas elecciones acudió a votar casi el 80 por ciento de los electores. Todo un récord.

Cierran las minas

Trabajadores de las minas de Alquife, en plena protesta por el cierre. Trabajadores de las minas de Alquife, en plena protesta por el cierre.

Trabajadores de las minas de Alquife, en plena protesta por el cierre.

1996 fue el año del cierre de las minas de Alquife. Los trabajadores intentaron que no se llegara a esa medida cortando carreteras y convocando manifestaciones para pedir una solución que le garantizase el futuro de la Compañía Andaluza de Minas, principal foco de riqueza del Marquesado y de la que dependía la subsistencia de la comarca. En Guadix se organizó una concentración a la que acudieron casi 10.000 personas. Las protestas no servirían para nada porque el 28 de octubre la dirección de la empresa presentó un expediente de regulación temporal de empleo que afectaba a 208 trabajadores. La antigua Sevillana de Electricidad había cortado la luz una semana antes y la explotación, que llevaba varios años agonizando, estaba parada. Pocas semanas después cerraría definitivamente.

Granada fue en ese año la primera provincia andaluza en la que se celebró un juicio con jurado. También en el que se plantó un granado en Puerta Real, en el que el viejo estadio de los Cármenes salió a la venta y en el que se anuncia por fin la rehabilitación del viejo barrio de San Lázaro. En 1996 el arquitecto Norman Foster visita Granada, invitado por los próceres de la ciudad, con la intención de colocarnos una de sus famosas torres en la zona de Neptuno. También el año en el que se estrelló una avioneta en la Sierra de Almijara con 250 kilos de hachís. Alguien dijo con intención de hacer un chiste que no entendían como se podían juntar tantos estornudos.

Último concierto de los Cero

El mundo de la Cultura seguía su ritmo, a pesar de que el concejal del ramo en el Ayuntamiento de Granada, Fermín Camacho, no era el santo de la devoción de los gestores culturales. Granada fue la única ciudad española en la que se celebró el simulacro de un entierro: el de la Cultura. Tan peculiar llegó a ser este concejal que era capaz de ponerse al frente de una manifestación que fuera en contra de alguna medida que él mismo había promovido.

La escenificación del entierro de la Cultura en Granada. La escenificación del entierro de la Cultura en Granada.

La escenificación del entierro de la Cultura en Granada.

Los días 17 y 18 de mayo, 091, el grupo de rock más importante de Granada de los últimos años se despedía de los escenarios con dos conciertos ofrecidos en el anfiteatro de Maracena. Las actuaciones se grabaron en un doble LP que es considerado una auténtica joya por sus seguidores más fieles. Ese año, el cantaor Enrique Morente, que había sido Premio Nacional de Música en 1994, presenta el disco Alegro Soleá y Fantasía, que se considera la primera incursión del flamenco en la música clásica. Granada acogió ese año, dentro de la programación del Festival Internacional de Música y Danza, de La Atlántida, de la Fura del Baus. En 1996, Antonio Muñoz Molina ingresa en la Real Academia de la Lengua, Juan Carmona Habichuela se despide de los escenarios en un multitudinario homenaje, se crea la Orquesta Spar, renace el proyecto del Legado Andalusí y Andy García visita la ciudad de la Alhambra, a donde viene a rodar Muerte en Granada, sobre el asesinato de García Lorca.

La Universidad de Granada vive ese año con aparente calma. Hay elecciones a rector y las gana Lorenzo Morillas, el único candidato que se presenta. Había consenso casi en todo y sorprendía que en una comunidad de 60.000 personas solo hubiera un interesado en ocupar la rectoría.

En el Granada Club de Fútbol también hay elecciones y se vuelve a presentar como candidato a ocupar la presidencia Candi, con dos propósitos: intentar sacar al club de la Segunda B y que los granadinos se interesaran de nuevo por el equipo, orillado como estaba en las categorías marginales del fútbol. Pero como dijo el periodista Ramón Ramos, la vuelta de Candi también tenía un intenso olor a ladrillo que emanaba del solar del viejo Los Cármenes: había cuatrocientos millones (el coste en pesetas de la operación) de razones que invitaban al retorno del antiguo presidente.

En 1996 nos dejaron granadinos que había ejercido como tales en sus respectivas ocupaciones: el industrial Antonio Baquero, fundador de Baquero Motor; Antonio Andújar, que fue delegado del Ministerio de Cultura y director general de Instituciones Penitenciarias; Miguel Ruiz del Castillo, poeta conocido cariñosamente como Miguelón; Alberto Machado Cayuso, pionero de la radio en Granada e impulsor de la SER; el motrileño José López Rubio, académico, dramaturgo y uno de los guionistas españoles pioneros en Hollywood; Antonio Morales Souviron, que había sido alcalde de Granada entre 1976 y 1979; el médico Eduardo Suárez Peregrín, autor del Manual técnico de análisis clínicos; el investigador Carlos Prieto, que falleció en la riada que asoló el camping de Biescas; el ciclista Guillermo Peregrina Tolinez, que participó en la Vuelta Ciclista a España; el médico Gonzalo Piédrola Gil, catedrático de la Universidad de Granada; el escultor Francisco López Burgos, cuyas obras están repartidas por todo el mundo, y Aurelio Cid Acedo, uno de los legendarios guías de la Alhambra.

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