Granada

Regreso a casa por sorteo: una odisea y una 'lotería' para volar a Granada desde el extranjero

  • Las compañías aéreas han dejado a personas en tierra al vender un número de asientos sin respetar la distancia de seguridad

  • Una granadina cuenta cómo ha sido su viaje tras tres vuelos cancelados y vivir una 'selección' en el mismo aeropuerto para saber si podía o no subir al avión

La granadina Cristina Urquiza tras haber logrado volver a casa.

La granadina Cristina Urquiza tras haber logrado volver a casa. / G. H.

Volver a España tras nueve meses trabajando en el extranjero. El regreso tenía que haber llegado unos días antes, pero el mundo se encuentra en plena pandemia por el coronavirus y las compañías aéreas no han dejado de cancelar vuelos durante estos dos meses. "Mirabas un vuelo y cuando ibas a comprar el billete de vuelta, no te dejaba. Si lo conseguías, el vuelo te lo terminaban cancelando", relata Cristina Urquiza, una granadina que hace unas semanas contó a Granada Hoy su experiencia como au pair en Reino Unido y que ahora ha vivido en primera persona las dificultades para volver a casa, un regreso que ha sido, literalmente, por sorteo: "Un ordenador decidió de forma aleatoria si podía o no volar a menos de una hora de la hora de despegue porque se había vendido un número de asientos que no respetaba las distancias de seguridad". Esta es una historia que relata la odisea a la que muchos granadinos han tenido que enfrentarse para poder volver a casa.

16:10 hora local en Reino Unido del martes 12 de mayo. La granadina llega al aeropuerto de London Heathrow. Faltan aún tres horas para que salga su vuelo pero después de haber visto cómo le han cancelado hasta tres billetes, lo mejor es llegar con tiempo. El aeropuerto está prácticamente desierto. Una vez se cruza el control de seguridad parece que uno se ha adentrado en un universo paralelo: apenas hay gente, las tiendas están cerradas y los paneles en el que sí que se lee la información del vuelo hacia Madrid —ha sido el único destino en España para el que finalmente ha logrado un billete— casi no muestran vuelos. Lo que sería la definición perfecta de no-lugar, según la teoría de Marc Augé, un sitio de transitoriedad que Cristina Urquiza espera poder abandonar solo unas horas después.

"Una máquina decidía de manera aleatoria si una persona vuela o no porque se habían vendido asientos de más"

La espera es larga, más aún cuando una ya ha pasado toda una serie de peripecias para conseguir ese billete que le permita regresar a casa. Aunque eso aún no está claro pues solo dos horas después comienzan a saltar todas las alarmas. "La compañía ha vendido asientos de más y están diciendo que hay gente que no vuela porque no tienen uno asignado", relata asustada esta granadina. ¿El problema? Se han vendido asientos consecutivos y debido a las distancias de seguridad obligatorias por la Covid-19 habrá gente que se quede sin volar.

"Acabo de hablar con una pareja de españoles. A ella le han dicho que sí vuela porque tiene asiento, pero él no. Es la máquina la que decide de manera aleatoria si una persona, según el asiento que le ha salido en el checking, precio del billete, etcétera, puede o no volar", explica a este diario, a la vez que escucha cómo van llamando pasajero por pasajero para decirle si puede o no regresar a España.

Mientras todo esto ocurre, la megafonía da un aviso que a la vez comienza a mostrarse en los paneles: el vuelo con destino Madrid va con retraso. Durante la espera, conversa con más pasajeros, dos de ellos van a España pero su residencia está en Inglaterra. "Vamos a visitar a unos amigos a su casa y luego nos volvemos. Podemos hacerlo porque tenemos nacionalidad española aunque ya no tenemos residencia allí", le dicen a la joven que ve cómo mientras tanto hay personas que siguen recibiendo la noticia de que no pueden volver, al menos en ese vuelo a casa.

Pasajeros en el vuelo en el que viajó Cristina al aterrizar en Madrid. Pasajeros en el vuelo en el que viajó Cristina al aterrizar en Madrid.

Pasajeros en el vuelo en el que viajó Cristina al aterrizar en Madrid. / G. H.

Casi tres horas después el avión aterriza y comienzan a montarse. Nada más subir, la megafonía es clara: todos los pasajeros deben permanecer todo el vuelo con mascarilla, la cual tenían que traer antes de acceder al mismo, de no hacerlo, tampoco podrían volar. 

Sobre las doce y media de la noche, Cristina Urquiza aterrizó en el aeropuerto de Barajas, donde tras otra larga espera para recuperar su equipaje —cosas de los nuevos protocolos—, se dirigió al control de llegada entregó su pasaporte y "casi sin parar ni bajar la mascarilla", pudo abandonar la terminal.

Dadas las circunstancias, las conexiones de transporte con Granada no eran hasta la mañana siguiente lo que finalmente propició que pudiese pasar la noche en el domicilio de una familiar al cual se trasladó en un taxi. "Al salir del aeropuerto, los taxistas estaban muy bien organizados. Durante el camino me preguntó por el viaje, se lo expliqué todo y me dijo que había un sevillano que acababa de coger un taxi tras aterrizar para que lo llevase a Sevilla, pero claro, no todo el mundo puede permitirse pagar eso", explicó la granadina que, tras pasar la noche en Madrid, a media mañana de este miércoles se trasladó en Cabify hasta la Estación Madrid Sur para coger el autobús rumbo a Granada.

"Nos sentaron uno por fila de asientos par mantener la distancia de seguridad y el conductor nos dio varias indicaciones antes de subir", explicó Cristina Urquiza que, poco antes de las seis y media de la tarde llegó a una Estación de Autobuses de Granada totalmente impoluta en la que la esperaba su padre. Tras dos meses probando suerte para regresar a España, un tren, un vuelo, un taxi, un Cabify y un autobús después, Cristina Urquiza está confinada, pero por fin en casa.

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