Crisis de la hostelería por el coronavirus

Los bares y restaurantes de Granada no confían en el horario a la europea

  • Sábado negro para los empresarios de bares y restaurantes, pesimistas ante la "puntilla" del cierre temprano y cansados de cargar la culpa

La persiana bajada bien pronto

La persiana bajada bien pronto / Jesús Jiménez / PhotographersSports

"Nos hemos salvado" confesaba un hostelero del centro, de eso que llaman el corazón de la ciudad, el martes noche cuando el frío arreciaba y el ambiente de otoño se colaba en el cuerpo de esta urbe. Se refería a la decisión de la Junta de Andalucía de cerrar la Universidad pero mantener la apertura de bares en el horario en el que llevaban los últimos meses hasta las una de la madrugada. Tres días después, la Junta reculó y dio un pasito atrás con las medidas ya conocidas de que los bares tienen de tope hasta las diez, cuando hasta en eso que llaman Europa sigue habiendo gente en la calle.

La cuestión es que en la hostelería aseguran que el mazazo después de los meses del confinamiento suena a puntilla que va a acabar con muchos negocios y tienen poca convicción en que la campaña para animar a la gente a que cene a las ocho de las tarde (las 20:00 horas en europeo), lo que no suena muy atractivo para una población que además es consciente de que el virus no remite y conviene quedarse en casa. Hay miedo en la población y mucho miedo también entre los empresarios de la hostelería (aparejados a los más de 15.000 empleos) y, por ende, en los trabajadores que ven en estas nuevas medidas y en la ola del coronavirus el remate a muchos negocios y a una forma de vida.

"Mal, muy mal. Esto es prácticamente la puntilla del sector, aunque claro que pudiera haber sido peor. Pero, en fin, estamos mal no hay otra forma de decirlo". Así se expresaba ayer el secretario general de la Federación Provincial de Hostelería, Antonio García, preguntado sobre el estado de ánimo de un sector clave para la economía de la provincia de Granada, que de nuevo se va a la lona y tiene que aguantar el recuento de diez segundos para no salir noqueado. Aunque pinta difícil.

El de ayer fue un sábado soleado pero gris en la ciudad de las tapas. Un día raro, como todo últimamente, en el que las terrazas estaban solitarias, hacía calor pero a la vez un frío que calaba los huesos y en el que había pocas ganas de pisar la calle. De hecho, ya se oyen campanas de que en los supermercados empieza a haber carros llenos como la fiebre de marzo ante el miedo a que haya problemas de abastecimiento.

"Ha sido el peor día de la hostelería en muchos años", apuntaba el presidente de la Federación de Empresas de Hostelería y Turismo de Granada, Gregorio García, a este periódico que por la tarde constataba que no había ni un alma en las calles de Granada (sin contar, claro está, la época del confinamiento en la que todo se paralizó sin excepción).

Crean una campaña para adelantar la cena a las 20:00 horas, aunque sin mucha fe

Y se refería a las declaraciones del consejero de Salud, Jesús Aguirre, pidiendo confinamiento como un hecho que provoca que la gente intente ser más responsable en la lucha contra el coronavirus. "Está claro que hay que colaborar contra el virus, pero esto es economía, dinero y negocios que cierran", advirtió García sobre la difícil situación que atraviesa un sector que tachará el 2020 como el año más duro de la historia y en el que cambió todo.

"No nos ha sentado nada bien porque estas nuevas medidas nos dan la puntilla", aseguró García, quien señaló que si por ejemplo el 'toque de queda' hubiera sido hasta las once de la noche la situación hubiera cambiado un poco ya que da tiempo a servir más cenas y a cuadrar mejor los horarios con las rutinas. "Un viernes a las nueve de la noche no cenan ni los europeos", apuntó el jefe de la patronal sobre este momento complicado en el que pese a todo los hosteleros tiran de fe con una campaña nacional para adelantar las cenas y con la apertura más temprana de numerosos negocios ayer en la capital.

"Ha sido el peor día para la hostelería en muchos años"

En cualquier caso, lo que llegaron ayer fueron las cancelaciones y la caída de reservas en bares, restaurantes y hoteles de una capital eminentemente turística que vive un momento agrio en todos los sentidos. "Aquí se resfría alguien y la culpa es de los bares", ironizó el presidente de los hosteleros, hastiado de que se les eche la culpa de todo.

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