JUICIO POR EL TIROTEO EN LA ZONA NORTE DE GRANADA

El acusado de matar a tiros a un joven declara que se defendía de "una lluvia de disparos"

  • Durante el juicio, que se inició ayer, familiares de la víctima increparon al homicida al grito de "asesino"

  • La vista, en la que también se enjuicia a una mujer por encubrimiento, se reanuda la mañana de hoy

El acusado de matar a un joven durante un tiroteo en la zona Norte a su llegada al juicio

El acusado de matar a un joven durante un tiroteo en la zona Norte a su llegada al juicio / Carlos Gil

“Lo único que tengo claro de todo esto es que yo, pido disculpas, nunca he pretendido hacerle daño a nadie. Señoría, no sé cómo no me han matado, estoy vivo de milagro”. Estas fueron las primeras palabras que declaró ante el juez el acusado de un tiroteo en la zona Norte de la capital en marzo del 2017, en el que murió un joven de 21 años y otro, un hermano del fallecido, resultó herido. 

Durante el juicio, que se reanudará hoy y que se celebra por la fórmula de jurado popular, el acusado, que responde a las iniciales R. R., y que explicó que abrió fuego para defenderse de una “lluvia de disparos”, negó conocer a alguna de las tres personas de nacionalidad francesa y origen marroquí implicadas en la balacea, en la que también habría participado un familiar del acusado, menor de edad, que aún no ha sido juzgado.

Asimismo, durante esta causa también se juzga a una mujer, de iniciales A. S., acusada de encubrimiento por haberse llevado una de las armas implicadas en el tiroteo de la escena del crimen. Durante su declaración, esta mujer indicó que le “dijeron que cogiera la gorra” que cubría el arma y que “no sabía qué había debajo”.

Tal y como relató el fiscal en su escrito de acusación, los hechos se remontan a la mañana del 9 de marzo del 2017. La víctima mortal, un joven de nacionalidad francesa y origen marroquí de 21 años, acompañado de su hermano, de 24 años, y otro varón, acudieron a una vivienda de su propiedad que había sido ocupada.

Estas tres personas esperaban en el rellano de la vivienda, de la que salió el acusado y un menor –hijo de una prima del acusado–, ambos armados. El acusado portaba una nueve milímetros y el menor llevaba un revólver y, “actuando de común acuerdo con la clara e inequívoca intención de causales la muertes”, iniciaron un tiroteo.

Durante la balacea, el hermano de la víctima mortal, que sufrió una herida de bala en la mejilla, consiguió huir junto al otro varón que los acompañaba por unas escaleras que desembocaban a una corrala, o patio central, formada por varios bloques. Tras ellos, iba la víctima, quien también abrió fuego y alcanzó al acusado, al que le causó una herida de bala en la pierna.

Sin embargo, los disparos que efectuó el acusado –al menos cinco según el relato del fiscal– alcanzaron hasta en tres ocasiones a la víctima, la que además también recibió un número “no inferior a seis” tiros por parte del menor. Ante ello, el joven cayó desplomado en la corrala, provocando un gran revuelo. Todo ello mientras que, su hermano se escondía en un portal cercano al lugar de los hechos.

Según la declaración del acusado, todo se produjo a raíz de que “un sobrino” suyo, menor de edad, “se metió en la casa que estaba abandonada. Vivían unos moros, después la abandonaron y quedó totalmente vacía y rota. Mi sobrino la ocupó, la arregló y le puso cuatro muebles”, inmueble frente al que se desencadenó el tiroteo.

Al ser preguntado por el fiscal sobre dónde estaba en el momento de los hechos, el acusado indicó que “estaba en la puerta de mi casa, que hay una tienda de chucherías, a 15 o 20 metros del piso”, cuando de pronto “se escucharon voces, como una pelea, una discusión” y decidió “acercarse”.

Sin embargo, afirmó que había “más personas” que también “se asomaron y se quedaron más rezagados”, mientras que él se acercó “a la vivienda porque sabía que por ahí estaba la de mi sobrino”. Ante ello, el fiscal le preguntó por qué el resto de personas negaban que habían acudido junto a él, a lo que el acusado respondió que “no lo sabía” y que “podía ser por miedo”.

En cuanto a los hechos, el acusado rememoró que cuando llegó hasta el lugar, encontró "a tres personas de origen árabe como para pelearse. Les preguntó que por qué le iban a pegar al sobrino y dijeron que ahora nos íbamos a enterar los gitanos de quiénes eran los moros", afirmó. Tras ello, según su versión "sacaron un arma y comenzaron a disparar". "Vi a uno desenfundando y el que tenía en frente empieza a dispararme. Yo estoy vivo de milagro, se lo digo a Dios todos los días. Mínimo dos o tres disparos llegan a dispararme”, explicó el acusado.

Ante ello, según prosiguió durante su declaración, le arrebató el arma a "uno delgaito, el que estaba más cercano a mí, pero no sé si era el fallecido u otro porque no los conocía. Mi intención fue arrebatarle el arma para que no me dispararan y seguían disparando. A mí me llovían las balas por todos lados”, indicó.

“Yo sigo en el rellano aturdido, en shock. Voy a salir por donde entré y veo que vienen por segunda vez disparando”, prosiguió R. R. para luego admitir que disparó “el arma que arrebató”, sin poder confirmar “cuántos disparos hizo ni a quién porque estaba en shock”: “Lo único que tengo constancia es que cuando empiezan a disparare entro en shock y no sé si hay alguien herido, no alcanzo a ver nada. Estaba muy asustado temiendo que me mataran”.

Si bien, indicó que cuando acabó la balacea “tiró el arma al suelo. Vi que pasaba por allí mi prima y la paré para que me llevara al médico porque pensaba que me moría”. El fiscal insistió en la probabilidad de que se cambiase de ropa tras los hechos, ya que el pantalón que llevaba a urgencias no presentaba orificio de bala, pero el acusado manifestó “no acordarse, porque hace ya dos años” de lo sucedido.

Por su parte, la acusación particular hizo hincapié en que ante la “lluvia de disparos” que relataba el acusado, no había restos de balas, casquillos u orificios en las inmediaciones del recinto, a lo que el acusado respondió que “debería haberlos” porque le “llovían”.

“Desde el coche de mi prima yo mismo llamé al 091, a la Policía, desde el teléfono de mi prima, para decir que había recibido un disparo y que iba al hospital”, indicó el acusado que reiteró que “realizó disparos” pero que “estaba en estado de shock”, así como que encontrarse con su prima fue “coincidencias de la vida” que ella pasase por allí en ese momento.

El acusado negó haber escupido a la víctima cuando yacía en el suelo ya sin vida, mientras que en cuanto al arma, también negó haber llevado ninguna, afirmó que usó la que arrebató a uno de los tres jóvenes y manifestó que “arrojó el arma nada más terminar, allí mismo, en el patio” y que “se la llevarían como se llevaron la otra, no lo sé”.

En este sentido, el fiscal relata que, tras la balacea, multitud de curiosos se acercaron hasta la corrala para comprobar qué había ocurrido. De todos ellos, un hombre aprovechó el revuelo para tapar con una gorra un arma de fuego que había junto al cadáver del joven. Posteriormente, cuando llegaron los agentes de la Policía Nacional, este hombre se acercó a una mujer que parecía muy alterada por lo ocurrido, le dijo algo en el oído y la acompañó como para irse.

Al pasar por al lado del arma, ya oculta con la gorra, la mujer se agachó, cogió ambas cosas sin que nadie se diese cuenta y abandonó el lugar. El arma no se recuperó hasta la noche del día siguiente, si bien cuando ya se había limpiado “con objeto de dificultar la investigación”.

Precisamente, la mujer acusada de haber ocultado el arma que había junto a la víctima –existe un vídeo de una reportera del programa de Ana Rosa de Tele5 en el que se comprueba el relato expuesto por el fiscal– negó “saber qué había bajo la gorra”.

“No sabía qué había pasado. No vi nada, me dijo el hermano que cogiera la gorra, la cogí y se la di al segundo. Cuando al día siguiente me vi en Ana Rosa me quedé muerta y fui a la Policía. Yo me entregué sola y si llego a saber lo que había, no la cojo”, manifestó esta acusada.

Al término de la vista, que se reanudará hoy, a las 9:30 horas, dos jóvenes de origen marroquí, uno de ellos hermano del fallecido, comenzaron a increpar al principal acusado gritándole “asesino, lo que hace falta es justicia”, por lo que fueron desalojados de la sede de la Audiencia Provincial.

Durante el juicio, la acusación particular que ejerce la familia de la víctima mantuvo que el fallecido realizó “un disparo de defensa que alcanzó al acusado en la pierna”, ya que afirman que se efectuó después de que la víctima hubiese sido alcanzada por las balas. Por ello, piden para el acusado un total de 42 años de prisión: 25 por asesinato consumado; 15 por asesinato en grado de tentativa y dos por tenencia ilícita de armas.

Por su parte, la defensa considera que lo ocurrido fue que había “una persona que se encuentra atacada en su domicilio, en su territorio, sorpresivo con armas. No se trata de un asesinato porque no hay premeditación o alevosía, era simplemente para repeler la situación”. Mientras que la defensa de la también acusada por encubrimiento pide la absolución de esta mujer.

La Fiscalía mantiene una petición de 20 años y medio de prisión para el principal acusado, por un delito de homicidio, tentativa de homicidio y tenencia ilícita de armas; mientras que para la acusada de encubrimiento solicita dos años de prisión.

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