Juicio por el tiroteo en la zona norte de Granada

“Señoría, no sé cómo no me han matado, estoy vivo de milagro”

  • El acusado de matar a un joven en un tiroteo en la zona Norte asegura ante el jurado que sólo se defendía de una "lluvia" de disparos y estaba en estado de 'shock'

Juicio a los acusados del tiroteo en la zona Norte de Granada en 2017

Juicio a los acusados del tiroteo en la zona Norte de Granada en 2017

El acusado del tiroteo ocurrido en la zona Norte de Granada en 2017, durante su declaración en el juicio que se celebra en la Audiencia Provincial y que continuará durante estos días, ha negado conocer a alguna de las tres personas implicadas en el suceso que produjo la muerte de uno de ellos y que otro resultara herido. R. R. ha explicado delante del jurado popular que disparó para defenderse del tiroteo en la vivienda donde se produjeron los hechos.

“Un sobrino mío llegó y se metió en la casa que estaba abandonada. Vivían unos moros, después la abandonaron, quedó totalmente vacía y rota. Mi sobrino la ocupó, la arregló y le puso cuatro muebles”, explicó el acusado la mañana de este lunes en la primera vista del juicio.

Al ser preguntado por el fiscal sobre dónde estaba en el momento de los hechos, el acusado indicó que “estaba en la puerta de mi casa, que hay una tienda de chucherías, a 15 o 20 metros del piso. Escucho voces, como una pelea, una discusión y me acerco”, expresó.

“Muchos se asomaron y se quedaron más rezagados, pero yo me asomé a la vivienda porque sabía que por ahí estaba la de mi sobrino”, manifestó el acusado que al ser preguntado por qué el resto de personas niegan que acudiesen junto a él, R. R. respondió que “no lo sabía” y que “podía ser por miedo”.

En cuanto a los hechos, el acusado rememoró: “Cuando llego, me encuentro a tres personas de origen árabe como para pelearse. Les pregunto que por qué le iban a pegar a mi sobrino y me dijeron que ahora nos íbamos a enterar los gitanos de quiénes eran los moros. Sacan un arma y comienzan a dispararme. Vi a uno desenfundando y que el que tenía en frente empezó a dispararme. Yo estoy vivo de milagro, se lo digo a Dios todos los días. Mínimo dos o tres disparos llegan a dispararme”.

“Le arrebato el arma a uno delgaito, el que estaba más cercano a mí pero no sé si al fallecido o a otro porque no los conocía. Mi intención fue arrebatarle el arma para que no me dispararan y seguían disparando. A mí me llovían las balas por todos lados”, indicó. “Señoría, yo no sé cómo no me han matado, yo estoy vivo solo porque Dios lo quiere”, expresó el acusado.

“Yo sigo en el rellano aturdido, en shock. Voy a salir por donde entré y veo que vienen por segunda vez disparando”, prosiguió R. R. durante su declaración, para luego admitir que disparó “el arma que arrebató”, sin poder confirmar "cuántos disparos hizo ni a quién porque estaba en shock”. “Lo único que tengo constancia es que cuando empiezan a disparare entro en shock y no sé si hay alguien herido, no alcanzo a ver nada. Estaba muy asustado temiendo que me mataban”, expresó durante el juicio para luego indicar que cuando acabó todo “tiró el arma al suelo. Vi que pasaba por allí mi prima y la paré para que me llevara al médico porque pensaba que me moría”.

El fiscal insistió en la probabilidad de que se cambiase de ropa ya que el pantalón que llevaba a urgencias no presentaba orificio de bala, pero el acusado manifestó “no acordarse, porque hace ya dos años”.

Por su parte, la acusación particular hizo hincapié en que ante la “lluvia de disparos” que relataba el acusado no había restos de balas, casquillos u orificios, a lo que el acusado respondió que “debería haberlos” porque le “llovían”. “Desde el coche de mi prima yo mismo llamé al 091, a la Policía, desde el teléfono de mi prima, para decir que había recibido un disparo y que iba al hospital”, indicó el acusado que reiteró que “realizó disparos” pero “estaba en estado de shock”.

De igual modo, también negó haber escupido a la víctima cuando yacía en el suelo ya sin vida, mientras que en cuanto al arma, el acusado negó haber llevado ninguna, que usó la que arrebató a uno de los tres jóvenes y manifestó que “arrojó el arma nada más terminar" y que "se la llevarían como se llevaron la otra, no lo sé”.

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